—¿Cuántos soldados tenemos? —preguntó mirándolo fijamente.
—Seis mil quinientos veinte, Señor —respondió.
—¿Y en camino? ¿Cuántos brujos tenemos?.
—Vienen en camino setenta y cinco mil soldados, contamos con cuatro cientos cincuenta y seis brujos.
Andreus asintió con la cabeza en medio de una pequeña sonrisa.
—Da una órden para que todos estén listos y en posición. Hoy Redem y todo el imperio será nuestro.
—Si, Señor —asintió con la cabeza y posteriormente se retiró del lugar.
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Enrique reaccionó confundido en el suelo, tras escuchar algunos ruidos a su alrededor. Un breve ataque de tos se colaba a través de su garganta seca, por el frío polar del rocío y la helada hierba. Tras unos segundos, se hizo consciente de lo que había pasado, y adolorido se puso de pie. Se acercó a su espada la cual se encontraba a escasos metros de él, la sujetó y comenzó a caminar rápidamente hacia la dirección contraria.
<<Necesito volver al imperio>>, pensó negando con la cabeza.
Su rastro quedaba grabado sobre el barro del suelo, y el sonido del arrastre de sus grandes botas era notable. Comenzó a escuchar fuertes ruidos nuevamente en el forestal.
—Protectia sangueli —pronunció y de inmediato un escudo mágico lo envolvió.
Sorpresivamente, dos individuos se acercaron brúscamente de entre los árboles. Enrique apuntó la palma de su mano hacia los mismos. El sonido de una mujer sollozando descontrolada se dejó escuchar en medio de los árboles. Un hombre se interpuso entre ella y Enrique.
—¡Muévete de nuestro camino! —exclamó el hombre asustado.
Enrique observó que habían tres niños pequeños sujetados de las piernas de su madre, inmediatamente notó que era una familia que había visto anteriormente en Redem tiempo atrás.
—¿Por qué ustedes me tratan así, si nunca les he fallado?
—Déjanos en paz, queremos ser libres, ¡pero libres de una vez por todas de las políticas de este maldito pueblo y las guerras!.
—Redem está en paz, ¿por qué dicen eso?.
El hombre levantó la mano dejándole ver a Enrique su marca.
—¿Esto es paz? ¡Como si fueramos un ganado! ¡Tu y tu maldito pueblo pueden irse a la mierda, ya no los necesitamos!
El hombre sujetó a su esposa de la mano fuertemente e hizo a un lado a Enrique ante su mirada sorpresiva, alejándose de él.
—Redem está nuevamente bajo ataque, cómo no me percaté del real significado de esta marca>>, pensó mirando su mano.
Comenzó a caminar a paso ligero nuevamente, y tras unos minutos, escuchó el grito de la mujer rogando, precedidos por otros gritos agonizantes. Luego pudo distinguir los gritos del hombre, el cuál con todas sus fuerzas hizo retumbar el bosque entero. Todo el ruido cesó.
Enrique petrificado, se entristeció sujetando su collar behárico y comenzó a correr hacia el imperio. Sabía que los enemigos estaban rondando el área. Miró hacia el frente un momento, observando la fría noche, que no perdonaba ni uno de los helados suspiros que casi le quemaban la nariz.
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Saga de Hechicería: La Sangre Mágica
FantasíaAlysa siente en lo más profundo que debe encontrar el camino hacia el verdadero propósito para el cuál fue elegida, ordenar cada pieza para lograr la redención de la humanidad con un solo objetivo: unificar la sangre mágica para siempre. Pero el pa...