24.

9 3 0
                                    

-Puedo saber por qué estabas a punto de besar a Brennan.- hablo Antoni.

-¿Qué?.- inquiri, levantando una ceja.

-Si no te hubiera interrumpido, lo habrías besado, acaso estas loca.- exclamó.

-De que putas hablas, por que estaría loca si lo hubiera besado.- dije.

-!Traje a una chica para que te enojaras y me reclamaras por eso, por que has estado alejada últimamente, pero todo me salio al contrario, no reaccionaste como quería, y bueno te encontré con otro, que de casualidad es mi amigo. Hablo sin siquiera respirar un segundo.

Si ni siquiera entendía de qué hablaba prácticamente, y le quería reclamar por todas las estupideces que estaba diciendo, lo último que dijo rebozo la poca paciencia que me quedaba, hablaba tantas estupideces.

-No creo que tenga que reaccionar a algo que tú haces, puedes hacer y deshacer y no me va a importar la mínima mierda, y con quien me este no debe interesarte.- brame.

vi a lo lejos la chica que lo acompañaba y estaba caminando hacia el auto de Antoni.

-Mejor deja de decir estupideces y ve con tu acompañante.- señale a la chica.- tras que tiene mala compañía, la deja sola.- susurre.

-¿Es que acaso te lías con alguien y a los días buscas a los amigos?.- dijo antes de ir hacia la chica.

-¡Maldito imbecil!.- grite, y todos voltearon a verme.

El aludido solo sonrio con descaro, la chica hizo una mueca de asco, Reed y Samuel tenían cara de no entender mi repentino grito.

Cuando llegamos a los autos, por que estaban en lo más profundo de el parqueadero,camine hacia Sam y Reed, me despedí de ellos, les dije que estaba cansada y quería ir a casa, ellos insistieron en que fuera con ellos al bar, pero les dije que no las 5 veces que preguntaron, así que se rindieron y me dejaron ir, no sin antes decirme que iban a ir a casa mañana.

Subí a mi habitación y no sabía que manía tenían las personas con aparecer allí, no podían esperar afuera, o almenos decirme que iban a venir, no a ellos les gustaba aparecer de la nada.

-Por fin llegas.- dijo Parisa.

-¿Qué haces aquí.- pregunte.

-No fuiste a el reino hoy, quería saber si todo estaba bien por aquí.- dijo revoloteando a mi alrededor.

-Se me olvido que tenia que ir hoy, estaba ocupada en otras cosas.- dije, mientras me quitaba los tenis.

-Entiendo, pero mañana no puedes faltar.- Expresó.

-Mañana no tengo que ir.- hable.

-Lo se, pero mañana todos tienen que estar allí.- levante un ceja y ella suspiro con un poco de frustración.- Solo no faltes, adiós Atenea.- dijo y salió volando por mi ventana.

Cerré la ventana y me sumi en un sueño profundo, pero allí estaba yo de nuevo en ese túnel, pero esta vez todo se sentía diferente, las sombra y la luz ya no se acercaban, solo estaban quietas esperando que yo me acercara a una de ellas.

La cosa era que no sabia a cual acercarme, pero las dos me llamaban y pedían que me acercara. No quería tomar una mala decisión.

Después de mirarlas un par de veces más opte por ir hacia la sombra, estire una mano hacia ella y esta me rodeo.

-No quiero dejarlos.- hablo una mujer con cabello blanco.

-Yo tampoco cariño, pero tenemos que hacerlo.- dijo un señor a su lado tomándole la mano.

-Crees que algún día estén juntos.- susurró ella.

-Son nuestros hijos, por más lejos que estén, siempre se encontrarán.- aseguró el señor.

-Lo se, solo que... y si les hacen daño.- murmuró.

-Se cuidarán, son fuertes como tú.- dijo él, tomándole la barbilla y mirándola a los ojos.- Ahora ve y déjala a salvo.

-Cuidate mucho, ya sabes donde nos encontraremos.- dice la mujer, sin quitarle la mirada al señor.

-Te amo, te espero esta y mil vidas más.- hablo el señor, antes de besarla.

Cada uno se fue por su lado y tenían dos cestas con algo, no sabía a quién seguir, ¿qué hago, me despierto o sigo a alguno?. No sé qué hacer.

Un llanto de bebé me saco de mis pensamientos y fui tras de el llanto, me guió hasta el hombre, así que lo seguí, hasta que llegó a lo que parecía ser mi casa. El hombre tocó el timbre un par de veces hasta que salió alguien a la puerta, me acerque un poco para saber quién era, y que hacía aquí.

El hombre que estaba en la puerta era mi padre, podía ver como movían la boca, pero no escuchaba lo que decían, así que me acerque un poco más.

-Cuida mucho de Atenea, Edward, no te pediría esto si no fuera necesario, pero ten en salvo a mi hija.- exclamó, con tristeza el señor al que seguí

El era mi padre, y la mujer era mi madre, y lo que ella llevaba en la cesta debía ser Brett, ella le dio a mi hermano a Azael, y mi padre me dio a mi otro padre.

-Cuidence mucho, yo cuidare de ella lo que más pueda.- hablo mi padre.

-Te lo agradezco, se que contigo no le hará falta nada.- dijo, antes de tomarme por última vez en brazos.- Te amo hija.- dijo para entregarme a mi padre.

Mi padre solo podía verlo con tristeza en sus ojos, me tomó en brazos y vio como el señor o mi padre se marchaba.

-Cuidence, Eamon.- hablo mi padre.

El señor solo volteo y asintió con la cabeza, y se fue tan rápido como llegó, lo seguí y apareció en la casa del lago con la mujer de antes.

Quería verlos un poco más de cerca, era la primera vez que veía a mis verdaderos padres, podía ver las similitudes con mi hermano o incluso conmigo, y no se en que momento las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas.

-¿Quien eres?.- inquirió el hombre viéndome.

-Me... me pue...puedes ver.- tartamudee.

-Si, no se quien eres, pero tienes que irte.- inquirió la mujer.

-¿Atenea?.- hablo sorprendido el hombre.

-¿Pa... papá?.- inquiri.

La mujer se veía un poco confundida, pero las lágrimas caían por sus mejillas, el hombre también se veía un poco desconcertado, pero aún así estaba atento a cualquier movimiento, y ruido a su alrededor.

-Esto no es posible.- hablo él.

-¿Qué... qué es esto?.- pregunte.

-Esto no debería estar pasando, Atenea vete.- hablo mordaz mi padre.

-Son... ustedes, tú... ella, ustedes.- dije acercándome.

Las lágrimas caían a cántaros por mis mejillas, yo solo quería estar más cerca a de ellos, pero una flecha blanca,  que se teñia de rojo atravesó el estómago de mamá.

Grite, grite lo más fuerte que pude y el bosque soplo, un viento fuerte recorrió todo el lugar, vi como mamá se desplomaba hacia el suelo, y en su camino papá caía de rodillas junto a ella, allí tenía su cuerpo medio inconsciente en brazos.

Vi como Gaela se acercaba a ellos y reía, no pude ver más por que desperté y tenia a mis otros padres al lado mio.

-¿Estás bien?.- preguntaron preocupados.

-No parabas de gritar nos asustaste.- hablo mamá.

Los abrace con todas mis fuerzas, hace tanto no lo hacia, y cuando menos lo pensé empecé a sollozar entre ellos.

La imagen de mi verdadera madre cayendo al suelo, y mi padre con una mirada roja junto a ella no sabían de mi mente.

***
Hola, espero les haya gustado.
Gracias por leer
-carol

LOS 5 REINOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora