2.- El joven lobo se mete en problemas

1.2K 68 8
                                    

Capitulo 2: El joven lobo se mete en problemas

Los aromas que inundaban la "cafetería azul", decidí llamarla así desde que vi el mapa del instituto, me resultaban molestos y ligeramente amenazantes. Se podía sentir la agresividad en ellos. Mis brutos hermanos tenían razón, aquí hay más de una manada, incluso sin recorrer todo el instituto puedo saber que hay al menos siete manadas con una gran cantidad de miembros, y otras cinco de tres a dos personas o incluso de un solo integrante que se alejo del territorio de su manada para estudiar.

Comer aquí mi nutritivo almuerzo no sería agradable, el olor arruina mi apetito y yo soy de esos que no desperdicia un buen pastel de manzanas. A mi lado se sentó un chico menudo, cabello negro cortado a ras de piel, mirada nerviosa y cuerpo delgado. Su bandeja choco contra la mesa haciendo rebotar su tenedor y volar hasta mi comida. Fue increíble, el tenedor quedo enterrado en el medio de mi pastel de manzanas, sonreí de medio lado y le entregue mi aun no usado servicio al chico. Su mano tembló un poco al tomar el tenedor que le tendía, podía sentir las miradas que los alumnos de otras mesas nos dirigían.

El silencio no era algo conocido en este lugar, definitivamente. Las voces se alzaban intentando sobrepasar a las demás y mis oídos estaban comenzando a sufrir. Mire alrededor para reconocer el lugar y la mayor cantidad de rostros que mi mente me permitiera, divise a unos chicos con las mismas camisetas que los cuatro amigos de los gemelos, pero ellos no se encontraban allí. Según lo que me contaban mis hermanos, ellos solían comer en el tejado del gimnasio.

Localice a las porristas, todas llevaban el uniforme sin excepción, típico. Esas chicas no conocen la decencia, cualquiera pensaría que no llevan nada puesto encima. Estaban a solo unas mesas de los chicos pertenecientes al equipo de fútbol, se lanzaban miradas y sonrisas tontas. El chico a mi lado también observaba alrededor, parecía vigilar el perímetro cada dos o tres mordidas a su sándwich.

La insistente mirada de alguien en mi nuca me hizo voltear en redondo, dejando mis piernas hacia afuera. La mesa me servía de apoyo por lo que me senté relajadamente y busqué el lugar de esa amenazante mirada. En una mesa alejada, pegada a la última parad del comedor se encontraba un grupo de unos diez individuos, pude distinguir a tres chicas. El extraño grupo vestía pantalones y chaquetas de cuero, uno de ellos, el que no dejaba de mirarme, tenía el cabello atado en una coleta alta y un pañuelo rojo alrededor del cuello.

Me advirtieron toda la mañana sobre no involucrarme en problemas, y aquí me encuentro, mirando a chicos con la palabra "problemas" escrita en el rostro. Una de las jóvenes dirigió su mirada al chico sentado a mi lado y este al parecer sintió su mirada, ya que volteo apresuradamente el rostro para mirar en su dirección.

El olor a lobo inundo el lugar de un segundo a otro. Ahora entiendo porque el muchacho temblaba, es un lobo de bajo rango y desprende el mismo olor que los chicos rudos de la mesa del fondo. Era un miembro de su manada.

Como no tengo nada que ver en esto, deje abandonada mi bandeja con medio pastel de manzanas aun esperando a ser degustado y camine a paso lento en dirección a la salida. Una vez logre salir del comedor y alejarme de los posibles problemas, me encontré con un panorama aun peor.

-Se supone que volverías de inmediato- la voz furiosa de un chico castaño, musculoso y de mirada asesina resonaba por el pasillo obligando a quien osara cruzar por allí a correr en busca de un lugar seguro.

Frente a él y atrapado contra ese chico agresivo y los casilleros, se encontraba un chico tan alto y musculoso como él. Su mirada fría e indiferente, y un poco fastidiada daba a entender que no le importaba lo que tuvieran que decirle.

-Eitan, te estoy hablando.- el castaño se cruzo de brazos y dejo salir un suspiro.- no vuelvas a desaparecer. Sabes que este no es nuestro territorio- agregó en un suave susurro.

Aun si no me escuchas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora