ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴄɪɴᴄᴏ

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La mañana era tranquila, el cielo estaba despejado y la familia Velez Robert's dormían plácidamente en el cuarto de Tennessee.

Christopher en la orilla de la cama, sus brazos envolvían la cintura de su chica mientras ella amamantaba a su pequeña hija.

Madeleine había cumplido cuatro meses de vida, estaba tomando color su cara, las facciones de su rostro eran cada día más idéntica a su padre, pero con el color de ojos de su madre.

Luego de la plática de Elsie y sus padres, la pareja decidió quedarse en Tennessee, aunque Christopher seguía yendo y viniendo.

Su trabajo lo mantenía muy ocupado últimamente y necesitaba hablar con Elsie de algo definitivo, si bien Adalia les daba toda la libertad en la casa ellos necesitaban su espacio, no sé sentía cómodo hacerle el amor a su mujer con su tía cerca del cuarto y su hija al lado.

— Elsie, ¿Podemos hablar? — dijo Christopher luego de despertar y volver del baño.

Elsie extrañada asintió.

Dejo a su pequeña en los brazos y Christopher se dejó caer a su lado en la cama.

— Bueno, dime que pasa. — inquirió ella mirando a Christopher con curiosidad.

— Yo sé que han sido meses difíciles, adaptarte aquí. — dijo el castaño mirando a su alrededor. — Pero ahora que lo estamos intentando, tenemos a nuestra hija, necesitamos nuestro espacio...

— ¿Quieres irte cierto? — pronuncio Elsie.

— Quiero que formemos nuestro hogar mi amor. — aclaro él tomando una de sus manos. —Quiero que vivamos juntos ya sea acá en Tennessee o en New York, pero solo los tres, quiero mi espacio, nuestro espacio. Le agradezco a tu tía todo lo que ha hecho, por recibirme, cuidarnos a Maddy cuando se lo pedimos, pero ya es tiempo de independizarnos y tener nuestro espacio. ¿Acaso no quieres un cuarto solo para nuestra hija?

— No quiero alejarla, está muy pequeña Christopher. — se apresuró en decir Elsie.

— Ya se Els, yo tampoco quiero sacarla de nuestro lado, pero ella necesita su espacio, un lugar donde jugar y pueda desarrollar sus habilidades, no podemos cambiarle toda la casa a Adalia además ella también necesita su espacio.

— Lo sé. — murmuró.

— ¿Entonces que dices mi amor?

— Digo que quiero ir a donde tu estés. — sonrió Elsie inclinándose con cuidado a besar a Christopher. — Te amo.

— Yo también, cielo.

>>>

— Me gusta está, pero las escaleras me aterran por Maddy. — aclaro Elsie mientras observaba las imágenes de mansiones en New York.

Christopher había contactado una inmobiliaria y les habían hecho llegar una carpeta con varias mansiones a su oficina.

— A mí me gusta con segundo piso, esta tiene una habitación al fondo del pasillo y podremos follar a gusto... — apuntó Christopher una mansión con segundo piso, bastante amplia.

— Christopher. — advirtió Elsie. — Porque siempre estás pensando en eso, hay cosas más importantes como las escalaras o el patio trasero para una piscina.

— Pues esas serán tus prioridades, pero las mías son otras...

— Dios, contigo es imposible. — dijo Elsie llevándose las manos al rostro.

Christopher soltó una carcajada.

— Vale, vale, pero cual te gusta a ti, amor. — pregunto con seriedad.

SECRETO // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora