ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪᴄᴜᴀᴛʀᴏ

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Doy vueltas en la cama, cada posición me es incómoda, el camisón de satén se me sube por los muslos debido a la gran panza, ni siquiera sé cuánto dormí me levanto cabreada.

No puedo dormir, la conversación con Christopher me dejó molesta y frustrada, ni yo sé que mierda quiero.

Bajo las escaleras con el debido cuidado de no caer, enciendo la luz de la cocina y tomo un vaso para beber agua cuando inclino el vaso me quedo petrificada al observar a través de la cortina transparente, avanzó un poco y veo una persona tratando de saltar la reja de la casa.

La persona pasa un pie y luego el otro cuando pienso que saltará cae al suelo.

Chilló.

¡Ay Dios! ¡Nos van a robar!

Mi cuerpo tiembla, mis pies se quedaban petrificados y la voz no me sale. Necesito llamar a Adalia, necesito que me ayude con el ladrón, apenas camino , yo no podré luchar con un ladrón estando embarazada.

Comienza a avanzar el ladrón y necesito gritar antes de que intenté abrir la puerta y nos robe todo.

Me quedó helada cuando mi vista se aclara y veo su rostro.

Dejó de temblar pero mi corazón no deja de latir fuerte contra mi pecho.

¡¿Qué demonios hace Christopher aquí?!

¿Se ha vuelto loco?

Está cerca de golpear la puerta así que me muevo rápido para que no despierte a mi tía y detenerlo.

— ¿Christopher? ¿Christopher que haces aquí? — susurro.

Christopher se tambalea y me sonríe con amplitud.

— Hola mi princesaaaa.... — arrastra un poco sus palabras y frunzo el ceño.

Jamás me dice princesa.

Pero cuando vuelve a repetir su aliento apesta a alcohol.

Oh no, no puede ser.

¡Está borracho!

Miró sobre su hombro y el corazón me tiembla cuando veo su auto estacionado de la peor forma.

¡A manejado borracho!

Cuando lo voy a regañar no lo veo y es en ese momento que escucho sus murmullos.

Está de rodillas sosteniéndose como puede hablándole a mi barriga, tiene el cabello revuelto y sus ojos se ven cansados.

— ¿Cómo está mi princesita? —apenas lo escucho— Papito siente no haber venido hoy a verte, mi amor. — sus manos se posan en mis piernas desnudas cuando se tambalea.

Se me corta la respiración.

— Christopher. — murmuro con un hilo de voz.

— Oh... — su mirada me recorre las piernas hasta que sus ojos se conectan con los míos.

—Tus manos, Christopher. — digo en voz baja y cuando pienso que las va a quitar las sube por mis piernas, sus manos son tan grandes que abarca mucha piel.

— Mmm...

El pecho me sube y me baja.

Lo miro boquiabierta, el camisón se me sube más y sus dedos llegan hasta el borde de mis bragas. Dejo de respirar, una corriente me ataca todo el cuerpo y no sé como diablos ordenarle a mi cuerpo reaccionar.

Sus dedos toman el elástico de mis bragas y la yema de sus dedos tocan mi cadera desnuda.

— ¡Christopher, tus manos! — reacciono.

SECRETO // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora