ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴄɪɴᴄᴏ

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Elsie

Los siguientes días habían pasado un poco más normal, aún que las náuseas aún no se iban por completo, a veces eran simples mareos los cuales me ponían histérica por no poder controlarlos.

Ya había llegado el día Viernes y con Christopher viajaríamos a Las Vegas, serían cinco horas de vuelo y ciertamente tenía miedo. Jamás fue de mi agrado los aviones y embarazada parecía que les tuviera terror.

Íbamos caminó al aeropuerto con Christopher, eran las cuatro de la madrugada pero se le veía tan feliz a comparación mía que moría de sueño.

Desde que despertamos no borra su sonrisa y eso me alegra mucho, suele ser un tipo serio pero conmigo siempre se mostrado de otra forma, una forma sincera y tierna.

Luego de graduarnos en la escuela Christopher comenzó de inmediato a estudiar leyes, por suerte su universidad se encontraba en la ciudad cerca de la mía, donde yo estudie literatura inglesa.

Él se la pasaba leyendo sobre leyes, juicios y cuantas cosas. Mientras yo estudiaba conceptos básicos, teorías, prácticas y métodos fundamentales de la lingüística y la literatura, también leía bastante sobre romance en algunos ramos que tenía.

Yo me gradué a los tres años mientras que Christopher a los cinco y aún seguía estudiando mientras trabajaba con su padre.

Si bien su padre es un abogado reconocido tanto por su honorable hoja de casos ganados y los dieciséis buffet que tiene alrededor de Estados Unidos y Europa, en un futuro en Latinoamérica el mejor siempre a sido el que tiene en New York.

— ¿Qué pasa amor? Te noto extraña. — dice Christopher colocando su mano en mi rodilla. — O es que ¿No querías acompañarme?

— No. — respondo de inmediato. — Claro que quiero, solo estoy un poco cansada. — colocó mi mano encima de la suya y le doy un apretón para calmarlo.

— Confías en mi ¿Cierto? — pregunta y se me hace un nudo en la garganta. Lleva preguntándome eso desde hace unos días y se que sabe que algo pasa.

— Claro que sí.

Mentirosa, me dice mi subconsciente.

— Te amo, gracias por ser parte de esto y acompañarme siempre. — dice y siento las ganas de llorar.

Joder que sensible estoy.

— Te amo y siempre estaré para ti amor. — voltea a mirarme rápido y le sonrió.

El resto del camino vamos en silencio escuchando música de la radio.

Llegamos al aeropuerto y Christopher estaciona su auto para que luego lo venga a recoger alguien que trabaja en su empresa.

Hacemos los trámites correspondientes para abordar el avión y cuando subo las escaleras y llegamos a los asientos de primera clase no hay problema pero una vez despegamos siento como las malditas nauseas se hacen presentes.

Según la doctor ya tendrían que disminuir pero quizás son los nervios.

Trató de respirar profundo, son las ocho de la mañana y sólo me comí una rebanada de pan.

Trato de pensar en otras cosas, para distraer mi mente, no quiero vomitar, no delante de Christopher, esto hará que de ponga paranoico.

Logró dormir casi todo el vuelo pero despierto con el doble de náuseas y ya no aguanto más.

¡Por Dios!

Christopher esta plácidamente dormido a mi lado y pasó con cuidado por delante para no despertarlo.

No miró a nadie más y avanzó con las manos en la boca aguantando las arcadas, por último corro y una azafata me llama la atención pero la ignoró.

Me adentró al pequeño baño y vacío mi estómago en el váter del avión.

¡Oh por Dios, odio esto!

La garganta me arde y vuelvo a vomitar.

— ¿Por qué me haces esto pequeñín? — murmuró cuando ya el vómito cesa.

Me levanto para enjuagar mi boca pero me sobresalto con los golpes en la puerta.

— ¿El? ¿Amor estas bien?

Jodeeer, es Christopher.

Me sacó con papel y me hago una cola baja en el cabello.

Abro la puerta y ahí esta Chris, con tremenda cara de preocupación y una azafata con cara de pocos amigos atrás de él.

— Elsie ¿Qué pasa? — me abraza preocupado.

Si supieras que nuestro hijo me tiene vaciando el estómago cada hora.

Nuestro hijo, que lindo suena.

— Señorita no puede correr por los pasillos del avión. — me reprende la azafata y Christopher se separa.

Oh no, su cara me dice que nada bueno saldrá por esa boca suelta que tiene y lo detengo.

— No volverá a ocurrir, solo me sentí un poco mal. — la azafata asiente y se marcha.

Christopher me mira con las cejas fruncidas.

— No es nada, solo un tonto mareo por el vuelo. — digo mientras paso por su lado para ir a mi asiento.

— No, no tan rápido. - me detiene. — ¿Dime la verdad El? Tu jamás te mareas por los viajes. — sus ojos están llenos de preocupación pero su semblante esta serio detallando cada detalle de mi expresión.

Trato de ser fuerte y no note que le estoy mintiendo porque este no es el lugar ni el momento de decirle la verdad.

Estamos en un lugar muy reducido, lleno de terceras personas y la azafata nos llama la atención porque estamos por aterrizar en Las Vegas.

— Solo estoy nerviosa de ver a tus padres, amor. — presionó mis labios dándole un beso casto y rápido en la mejilla.

— Ellos te adoran, cariño. — lo sé. — Ven vamos a sentarnos.

Toma de mi mano y avanzamos por el estrecho pasillo hasta llegar nuestros asientos.

Tardamos casi media hora en salir del aeropuerto y tomar un taxi con destino al hotel donde se hará la recepción de la fiesta.

Las Vegas me llena de una vibra sensacional, es la ciudad más grande del estado de Nevada, su clima su cálido y bajo la ventana del taxi haciendo que la brisa me refresque, Christopher esta a mi lado hablando por teléfono en Alemán.

No entiendo nada así que me dedico a observar las calles llenas de personas con atuendos extravagantes y mostrando mucha piel. La mayoría de los coches son de lujos y sus dueños se les nota que tienen bastante dinero.

Las palmeras son algo me que encanta observar y por un minuto me liberó de todas las preocupaciones que he tenido que cargar estas semanas.

— ¿En que tanto piensas? — murmura Christopher besando mi cuello.

Ya corto la llamada y como el obsesivo que es, se pega a mi cuerpo tocando mis muslos y caderas.

Miró al taxista que hace como si no estuviéramos y se concentra en las calles.

— Nada, solo me encanta estar aquí. — esbozó una sonrisa.

— A mi también. — la respiración se le a vuelto entrecortada y la voz más ronca. — Quiero arrancarte la ropa y hacerle el amor a mi mujer.

Junto las piernas cuando dice eso y la piel se me eriza.

— Me encanta como te sonrojas, siendo que ya hemos hecho tantas cosas que ni siquiera deberías sonrojarte.

Mierda

Ni siquiera me di cuenta de que el calor invadió mis mejillas.

"Hemos hecho tantas cosas"

Oh claro que las hemos hecho.

Un bebé por ejemplo

SECRETO // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora