ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴄɪsɪᴇᴛᴇ

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Christopher

Mis ojos visualizan la ciudad, cada persona, cada coche/taxista que cruza por las calles de New York. Cómo la vida es tan fugaz en un momento sientes tenerlo todo, estar en lo más alto del edificio sintiéndote un poderosísimo hijo de puta que no tiene nada más que esto, un alrededor de personas fugaces.

Mis manos se encuentran en los bolsillos de mis pantalones y sigo con la mente en otra parte.

¿Dónde estás nena?

Dos semanas.

Han pasado sin saber nada de Elsie, estoy con un jodido nudo en la garganta sintiendo una angustia en el pecho que cada vez que pienso en la absurda discusión que tuvimos se me hace peor ese sentimiento.

Nunca me había sentido de está manera, desesperado, impaciente y con dolor profundo.

Le llevo buscando desde esa tarde sin parar, por todo New York sin ningún resultado, incluso tuvo los putos cojones de aparecer por la casa de sus padres con la mínima esperanza de encontrarla en esa casa, la visualizaba con su pijama de ositos que le encantaba colocarse cuando íbamos en la preparatoria y yo solía burlarme cuando me escabullía en su cuarto a media noche.

Suspiró pensando en ese recuerdo, muestra única preocupación en esos tiempos era que sus padres no nos pillasen.

Recuerdo perfectamente como fue en ese cuarto como la hice mía por primera vez, tumbada con las mejillas sonrojadas de vergüenza y el cabello rubio claro cubriéndole los hombros.

Se veía radiante y tan inocente, recuerdo que temblaba entre mis brazos y la bese por todo su cuerpo, comenzando por las mejillas, su cuello, los brazos hasta llegar a sus piernas recorrí su cuerpo y lo admiré por primera vez desnudo, recordando cada lunar en su piel blanca.

Sus padres no estaban en casa pero sentía su miedo, le pregunté muchas veces antes de hacerlo si estaba completamente segura y siempre asentía.

Quería lamerla por todos lados y hacerle cosas que se que le gustarían con mi boca pero la sentía tan tensa y nerviosa que preferí dejarlo para otro momento o en cualquier instante le daría un ataque de nervios.

Entonces lo hice, cargué el peso de mi cuerpo en mis brazos entre su rostro, abrí sus piernas y le arrebaté eso llamado virginidad, traté de hacerlo lento pero sabía que le había dolido por las muecas que hacía su rostro, pare y dejé que se acostumbrara. Le besé el rostro, su estrechez me excitaba  y comencé a moverme lento profundo y  por primera vez estaba haciendo el amor con una chica.

La tome con delicadeza... con amor y se sentía tan extraño pero a la vez satisfactorio. Verla excitaba, con el cabello revuelto y sus gemidos me llenaban. 

Solía tener polvos, rápidos y duros, no les hacia muestra de cariño ni esas tontearías y luego simplemente me largaba.  

Pero está vez me quedé, la abracé y le susurraba lo linda que es, que volvería hacerle el amor una y mil veces más porqué su forma de gemir y retorcerse de placer era única. Olía su cabello y tocaba las puntas hasta que se durmió en mis brazos.

Recordar la primera vez que me hice el amor a Elsie me hace erizarme.

Pero ese bonito recuerdo se borra porqué al llegar a la casa de sus padres no encontré a Elsie como la imaginaba.

— ¿Qué haces aquí infeliz? — dice mi querida suegra cuando abre la puerta de su casa.

 Buen día ¿Elsie esta aquí?  voy directo al grano. No me interesa mantener ninguna conversación con esta señora.

SECRETO // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora