ᴇ ᴘ ɪ́ ʟ ᴏ ɢ ᴏ

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Elsie

— ¡Mamá! ¡Necesito unas bragas más sexis!

— Dios, baja la voz porque tu padre se entera de esto y me lo matas Madeleine. — sujetó mi cabeza llena de estrés.

— Que exagerada eres, papá tiene que entender que tengo dieciséis años y no soy una bebé. — se irrita caminando por su cuarto solo en ropa interior buscando algún vestido que ponerse en su gran armario.

Es una malcriada, Christopher le cumple todos los caprichos. Tiene más de cinco vestidos nuevos que compro estos últimos dos días y estaba colapsada tirando todo en su cama insatisfecha con todas sus prendas.

— Hija, da igual el vestido, todos se te ven preciosos. — intenté calmarla y que dejara de tirar su ropa a la cama en la cual me encontraba sentada.

— Se que todo me queda hermoso, pero no solo me quiero ver bien, quiero lucir maravillosa. — alardeo mientras tomaba un vestido y se lo probaba.

Su egocentrismo y admiración hacia ella era increíble, sin duda mi hija era una hermosura como le dice su padre, pero me molestaba algunas veces su forma de ser tan poco humilde.

Madeleine tenía dieciséis, los años habían pasado volando y ya no era mi bebé que no sabía pronunciar la "R", era una adolescente llena de ganas de comerse el mundo, presumida, con las hormonas revolucionadas y sobre todo una mimada de papá.

Estaba en una etapa donde debíamos tener paciencia porque sus intereses de salir a fiestas con sus amigas, gastar un montón de dinero en ropa y tener novio era desesperante.

— Y sobre tu padre tienes que entender que para él es difícil que estés creciendo porque siempre serás su bebé, su niñita...

— Este me gusta, ¿Se me ve bien? — me ignora deliberadamente mientras se miraba al espejo.

— Si cariño, está muy lindo. — en realidad todos se le veían preciosos.

Madeleine medía uno setenta, sus atributos resaltaban en cuerpo delgado y los ojos celestes eran de admirar en su piel clara al igual que el cabello rubio que había heredado de mí.

— Creo que me quedaré con este, me resalta la cintura al igual que mis caderas. — sonrió mientras se miraba al espejo. — ¿Tú que te pondrás mami?

Me encogí de hombros.

— No lo sé, buscaré algo en mi armario. — dije sin mucho interés, no me pondría como loca a buscar un vestido al igual que mi hija.

— ¡Pero mamá! No te puedes poner cualquier cosa, les presentaré mi novio. — alegó como una niña chiquita.

— Tu papá va a matarme cuando se enteré que yo sabía que tienes novio. — suspiré cansada de esta situación.

Maddy había conocido a este chico a principio de año en la escuela, la note diferente a la semana, cuando comenzó a maquillarse, tardaba horas en la ducha (más de lo normal) y al mirarse al espejo se miraba cada detalle, examinaba su cuerpo y rostro por completo.

Estaba esperando que me lo contará, no quería presionarla hasta que llegó pasado un mes en la tarde hiperventilada, casi histérica porque la habían invitado a una cita.

La notaba emocionada y muy ilusionada por el chico, tenía miedo de que me la lastimara por el carácter tan fuerte de Maddy pero ya llevan saliendo casi cuatro meses.

Se que esconderle este tipo de información a Christopher causaría problemas, pero mi querido esposo tiene un carácter tan fuerte que hasta Maddy tenía miedo de contarle pero la anime a hacerlo porque si su padre se entera por otro lado o el mismo la ve con el chico en la calle se armaría una tremenda discusión.

SECRETO // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora