Amargura. Una desgarradora tristeza baña la estancia y, mientras, las lágrimas. La una, la otra. Sin hablar, ni consolarse. Tan sólo, lloran. Abrazadas, se deshacen. Rotas, descompuestas. Desmemoriadas. Corre el tiempo, los minutos y los segundos. Y, en la Ciudad de Roma, el desorden sigue. Pero, para ellas, el tiempo se ha detenido. Ajenas al tráfico, la vida y la muerte, se sostienen. Como si aquel instante fuera la respuesta al todo. Interrumpe el gesto un teléfono que, insistente, vibra. Su dueña niega, lo ignora. Pero el aparato vuelve a insistir, brusco.
—¿No lo vas a coger? —A sus espaldas, la interpelan. —¿Y si es importante?
—Que dejen un mensaje —ladra. Su desconsuelo comienza a convertirse en una ira irracional hacia quien quiera que ose estar llamándola. A veces, suspira, odia la tecnología.
—Podría ser Ethan.
La herida le arde en el pecho. Apenas gime, ahogada. Los hilos del tiempo tejen a Ethan. Sus hombros, la espalda, los brazos. La fortaleza de su mirada. Lo ve, abrazándola. Percibe su olor, sus besos, las caricias. Lo oye hablar, mascullar, reírse. Se recupera a sí, a través de las pupilas de él. Ruborizada, entre risas. El agujero de su alma se profundiza y, doblada de dolor, se alza. Pero el vértigo la tumba. De golpe, abajo es arriba y, dónde está Gina, ni lo sabe. La habitación entera da vueltas y, con un grito de angustia, palpa la cama, el cabecero. Se agarra, la retienen. El escuálido cuerpo de su amiga cruza por encima del suyo para recuperar el teléfono. Lo desbloquea y, desde su convalecencia parcial, Marlena la oye tragar en seco.
—¿Es él? —Interroga, sin aire.
—No. Es tu hermana.
—¿Carmen? —Cuestiona, dubitativa. Por encima de las gafas, Gina la fulmina con la mirada.
—¿Tienes otra hermana secreta y yo no lo sé?
Marlena se ríe y, compuesta, regresa a la postura inicial. Entre los brazos de su amiga. Ésta le entrega su móvil y, con los ojos entrecerrados, empieza a releer WhatsApps, pero no llega muy lejos.
Llamada entrante. Descuelga, sin pensárselo y la pone en altavoz.
—¿Cariño?
La voz tensa, pero calma de su hermana mayor inunda el dormitorio. A su interlocutora la ataca la ansiedad.
—Buenas tardes, Carmen. —Responde Gina, visto el rostro gris de su amiga. —¿Cómo te encuentras?
—He estado mejor, la verdad. —La oye decir. —¿La pierna de tu madre va bien?
—Uy, de maravilla —replica, alegre. —Los puntos que le diste se le han curado y ya puede andar, aunque ya la conoces, ¡es un torbellino! No para quieta. Menos mal que mi padre está ahí, pendiente de que le curen los puntos.
—Me alegro mucho, de verdad —suspira. La tristeza la precede. —¿Dónde está Marlena?
—Aquí —débil, responde. —¿Qué sucede?
—No hay forma fácil de decir esto, cielo —comienza. De pura angustia, la interpelada cierra los ojos. La mano de Gina evita que disocie. —Pero es la abuela. N-no creen que vaya a salir adelante, lo siento.
Silencio sepulcral. Carmen suspira, solloza al otro lado de la línea y, en la presente, Marlena sólo aprieta los párpados, sin voz.
—¿Cuánto tiempo?
Gina interroga por su amiga. Sabe que, en este momento, es incapaz de hilar dos frases coherentes. La siente convulsionar a su lado. Oye cómo, en un golpe bruto de fuerza, retiene los sollozos, uno a uno, en su pecho. Éstos bullen, roncos.
ESTÁS LEYENDO
phone number
FanfictionA Marlena la han dejado por WhatsApp. Desesperada, intenta escribir a su novio, pero éste le ha bloqueado. Entonces, lo intenta con sus amigos. Todos la ignoran, hasta que alguien responde. ethan torchio x female oc
