Ubicación actual: Villa Borghese.
¿Compartir ubicación en tiempo real?
Aceptar.
¿Compartir ubicación con Damiano, Ethan y Las Chicas Al Poder (Gina, Giorgia, Victoria)?
Aceptar.
Enviar.
Compartiendo ubicación hasta las 5 de la mañana.Duda. Marlena duda, muchísimo. Duda tanto que le tiemblan las piernas del miedo, las manos de la impresión y, el cuerpo, de frío. Aunque no hace nada de frío. Septiembre en Roma da los últimos coletazos del verano y, a pesar de la hora tan tardía, las diez de la noche, todavía se adivinan unas trazas ligeras, muy diluidas del atardecer en el cielo, hacia el Oeste.
-Tienes que calmarte, por el amor de Dios -protesta.
Golpea sus extremidades rígidas, paralizadas por el miedo con el puño cerrado, blanquecino de fuerza. Respira agitada, asfixiada. Inhala una cantidad mayor de aire de la necesaria, hasta llevar a sus pulmones al límite. Fuerza las costillas, el diafragma e hiperventila. Acompasa el ritmo de su respiración a los latidos desbocados, violentos de su corazón. Nota que éste golpetea con ira, con brutalidad los confines huesudos, oscuros del lugar ocupado. Sístole, diástole; sístole, dolor. Es punzante, agudo, atroz. Abarca la plenitud de su pecho, el estómago o los omóplatos, la paraliza y, de pie plantón, al borde de aquella escalera, se plantea volver, regresar a su hogar. Cierra los ojos, piensa en Carmen. En ella, en sus brazos, en su consuelo. Repite las palabras que ella le diría sin voz, sin aire y, al borde de las lágrimas, se presiona. Debe encontrar a Ethan. Debe dar con él. Tiene que hacerlo. E ingresa al parque.
Desciende los escalones de tres en tres, entre bruscos tropezones. Corre, vuela. En su psique, sólo distingue el aleteo incesante de su adolorido corazón y los pasos, sus pasos angustiados e impotentes. Tap, tap, los deportivos. La suela de los deportivos machaca la piedra ancestral, milenaria que recubre algunas partes del terreno y, mientras, con los ojos desorbitados, sudada, registra la zona. Agradece la existencia e invención de la luz artificial. Porque, a su paso, las farolas la iluminan. Ese halo de luz cálida, amarillenta que prolonga las sombras y otorga al romántico lugar un aspecto fantasmagórico, casi novelesco la acompaña, junto a la luz de la Luna Creciente. Está alta en el cielo y rodeada de estrellas, asteroides o planetas. Acompañada, en definitiva; justo lo contrario a Marlena.
«Ethan todavía te ama».
Las palabras de Giorgia, el motivo de su búsqueda.
Aprieta el paso a pesar de tener sus músculos al límite. Está hambrienta, transpirada, agotada. De no ser por su humeante teléfono móvil o los numerosos, abultados mensajes que ha dejado sin responder, inclusive los de Damiano, sería incapaz de determinar la hora porque ha perdido el sentido del tiempo, de la realidad, de su existencia. No ha comido, ni bebido. Ni siquiera ha tomado asiento en las últimas nueve horas. Ha recorrido Roma a pie, desesperada. Ha paseado por los lugares emblemáticos de su relación, los sitios favoritos de Ethan e, inclusive, los suyos propios, aunque los ha dejado rápido de lado. Volver a esos sitios, a las plazas, bosques, tiendas, monumentos bajo los que se amaron duele. Poco a poco, de forma silenciosa e inconsciente, conforme ha recorrido camino, Marlena ha elaborado esa lista de zonas prohibidas.
Trastabilla un par de veces. Resbala, cae junto a una fuente iluminada, coronada por una figura mitológica que, a través de las gruesas lágrimas, es incapaz de distinguir. En el suelo, desgarrada de tensión, sopesa marcharse de la Ciudad. Un tiempo, quizás. Regresar sólo para lo necesario: cumpleaños, el aniversario del fallecimiento de su abuela y, en realidad, poco más.
Roma está vinculada de forma irrevocable a ambos. Esconde bajo su inercia milenaria una historia de amor rota.
-Oh, Dios, pero qué tonta he sido -admite, entre lágrimas y frente al inmenso cielo que, en silencio, la escucha.
Rompe a llorar de forma ruidosa, destrozada frente al redondel carcomido que supone la Luna Creciente, tan alta que está a punto de esconderse entre los edificios.
-¡¿Por qué rompí con él?! ¡¿Por qué?! -Grita al universo, desconcertada. Patea el suelo con ira, más ira de la que creía sentir. Hasta que la planta de los pies le duele. -¡Dios! ¡Él era perfecto! ¡Él era maravilloso, dulce, cariñoso, atento! ¡Él era todo lo que yo me he atrevido a soñar! ¡Mi mundo, mi vida! ¡Yo le amo! ¡Le amo y le he perdido, he echado a perder lo que teníamos!
Tiembla, convulsiona sobre el suelo sucio e irregular, yermo. Cubre su rostro con las manos, desesperada y, entre llantos, gime en voz alta. Zapatea sobre la vieja estructura, se desquita. Siente tanta tristeza, tan intensa que cree que morirá de pena. Porque en ese instante, en esa hora tan oscura, tan romántica, Marlena encuentra la vida insoportable. Respirar es trabajoso, tragar saliva es imposible y pensar, elaborar dos ideas coherentes juntas es una odisea. Sólo siente, sólo evoca. Anhela a Ethan, anhela sus brazos. Maldice su cabezonería, su determinación de ignorarle, enterrarlo entre los hilos del tiempo; reducir todo lo que fueron, lo que tuvieron a una historia imposible e inadmitida.
-¡Juro por Dios que no amaré a otro! -Promete, con la voz rota. -¡Juro por Dios que él será el único!
-Entonces, juras mal -agrega una voz conocida, masculina y desgradable, a sus espaldas.
Marlena está tan conmocionada, tan tensa que atribuye esas palabras a su imaginación, a un delirio producto del insoportable duelo que vive. No obstante, cuando un par de brazos duros, rígidos la agarran de forma cruel, poco cuidadosa para alzarla, se percata de que no es, ni mucho menos, una imaginación. Es él. Pero no él, el amor de su vida, si no él, el Innombrable.
ESTÁS LEYENDO
phone number
FanfictionA Marlena la han dejado por WhatsApp. Desesperada, intenta escribir a su novio, pero éste le ha bloqueado. Entonces, lo intenta con sus amigos. Todos la ignoran, hasta que alguien responde. ethan torchio x female oc