〘 07 〙

252 32 0
                                    

TEN

No era la mejor de las armas.

Un arma hubiera sido mejor, o un bate de béisbol. Quizá un spray de pimienta.

¿Un cuchillo?

Sabía cómo usar todas esas cosas. En su mayor parte, mi padre me había vuelto loco mientras crecía. Era sobreprotector, prepotente, controlador... paranoico. Lo suficientemente paranoico cómo para pasar cierta cantidad de tiempo enseñándoles a sus hijos a mirar cualquier cosa como un arma potencial.

Incluso libros.

Dios bendiga a Stephen King, porque el libro de tapa dura que encontré metido entre el cabecero de hierro forjado y la pared, era malditamente grande. Obviamente, también había estado allí muchísimo tiempo. Cubierto por completo de polvo.

No sentí ni un momento de culpa al estrellarlo en la cabeza de Taeyong, solo feroz satisfacción. No me hice ninguna ilusión sobre que este fuera un plan de escape estelar. Las probabilidades estaban en mi contra. Pero si me las arreglaba para golpearlo bien, podría ser capaz de noquearlo el tiempo suficiente para esposarlo.

Después solo tendría que lidiar con Lucas.

Pensé que cuanto más tiempo pasáramos secuestrados, más probable era que más Ddaeng aparecieran. No valía la pena arriesgarse a eso, por esperar una mejor oportunidad, al menos ésa era mi lógica.

El libro golpeó a Taeyong con un ruido satisfactorio, derribándolo hacia un lado. Después intenté golpearlo en el lateral de su rostro, pero se las arregló para bloquearlo con su brazo.

Aun así, lo derribé de la cama.

En un instante estuve encima de él, pateándolo tan fuerte como podía. Apunté a la entrepierna pero se giró en el último momento, bloqueándome. Taeyong saltó de regreso hacia arriba, bastante impresionante, tengo que admitir, y entonces todo había acabado. Me aplastó contra la cama, sujetándome con todo su peso. Una mano capturó mis dos manos y las arrastró por encima de mi cuerpo. La otra cubrió mi boca, inmovilizando mi cabeza para que así no pudiera darle un cabezazo.

Mi pequeña rebelión duró unos treinta segundos.

Mierda.

El rostro de Taeyong se encontraba directamente encima, y levanté mi mirada hacia él, esperando ver ira o traición. En su lugar vi ojos oscuros, intensos y calientes por la necesidad.

Mierda. Luchar conmigo provocaba que el bastardo se excitara.

Necesitaba recordar eso.

Una de sus rodillas empujó entre mis piernas, abriéndolas, y luego se presionó contra mi pene y mierda... Se sentía bien. Algunas veces me odio a mí mismo. El lado bueno, definitivamente a él lo odiaba más.

—Bebé la próxima vez asegúrate de tener un mejor plan —dijo en voz baja —Con este jamás tuviste una oportunidad, y te arriesgaste a hacerme enojar. Hazle eso a la persona equivocada, y de verdad te va a hacer daño.

¿Y tú no? Quería preguntar, pero mantenía mi boca cubierta. Luego presionó sus caderas contra mí, el calor quemando en sus ojos.

—Mierda, me tientas —murmuró —No tienes idea de lo mucho que deseo meter mi polla en ti. No tienes ni la más mínima idea.

Lo miré con odio, porque su olor, la sensación de tenerlo encima de mí, la adrenalina recorriéndome... Todo eso se dirigió directamente a mi pene. Antes había invadido mis sueños. Cuando empezó a tocarme y me desperté, ya me encontraba en llamas. Ahora era peor, lo que era malditamente injusto.

So Intense || Taeten [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora