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Taeyong


En realidad, logré dormir un rato, lo que dice algo sobre cuán cansado me encontraba. Supongo que no debería haberme sorprendido mucho, no había descansado tanto la noche anterior, de la cual la mayor parte me la pasé en el camino de entrada de Ten. Me desperté cuando alguien pateó la cama, instantáneamente en alerta. Jackson se hallaba al pie de la cama.

—Aparentemente nuestro amigo ha decidido hablar finalmente —dijo —Ah, y buenas noticias. No es un Ddaeng.

—No me digas —murmuré, frotándome la cara —Te dije que no lo era.

—Me alegro de que fuera verdad. Levántate, Leechaiyapornkul te quiere en el interrogatorio. Dice que necesitas escuchar lo que este idiota ha estado diciendo. Alguna mierda bastante seria saliendo a la luz.

Seguí a Jackson a una habitación mucho más grande que la que acababa de dejar. Un indicio de lejía flotaba en el aire, junto con el olor acre de la orina mezclada con el cobre de la sangre. Luces de trabajo colgaban del techo de los cables de extensión, y el suelo se inclinaba hacia abajo, hacia un desagüe en el centro.

Conveniente.

Justo sobre el desagüe estaba sentado un ensangrentado hombre de pelo oscuro en una silla de metal, con los brazos y piernas atados apretadamente. Su rostro era una masa de carne amoratada, los ojos hinchados cerrados, y sus labios se hallaban ambos completamente abiertos. Se encontraba sin zapatos, mostrando los restos destrozados de sus dedos del pie. Sangre goteaba de sus uñas, también, o más bien, donde sus uñas solían estar.

Alguien tuvo una larga noche.

—¿Este es nuestro hombre? —pregunté, tomando una rápida mirada alrededor. La habitación tenía a Johnny, Duck, Jackson, y a tres hombres que no reconocí. Uno parecía ser el designado chico malo, ya que la sangre aún le cubría las manos. Lancé una rápida mirada al nombre en su parche. Luc.

Leechaiyapornkul vino a pararse a mi lado, su rostro sombrío.

—Sí —dijo —No es uno de los suyos.

Me llevó todo lo que tenía el no poner los ojos en blanco.

—Sí, ya cubrimos eso antes —dije educadamente —¿Entonces, de quién es?

—Cártel —respondió el tailandés —Por supuesto, este no es importante o valioso. Lo enviaron aquí para desfilar alrededor en colores falsos, establecer las cosas. Su chaleco está por ahí, puedes echar un vistazo en un momento... Pero esa no es la parte interesante.

Levanté una ceja en interrogación. Encontrar a alguien vistiendo colores falsos de Los Ddaeng era condenadamente interesante.

Leechaiyapornkul se acercó a la silla y le dio una patada. El hombre gimió.

—Dile a mi amigo aquí lo que me acabas de decir —ordenó.

El hombre levantó su cabeza, aunque no tenía ni idea de si podía verme a través de la hinchazón.

—Solo soy un halcón —susurró —Sigo órdenes. Ellos me dijeron que fuera con algún jefe, llegado el norte. Que llevara ese chaleco, que fuera a bares, que hablara con la gente. Hacer lo que el jefe dice. Esta noche dijo que disparara a gente, así que eso es lo que nosotros hicimos.

—¿Nosotros? —pregunté.

—El soldado —murmuró, sus palabras farfulladas —Se llama a sí mismo Sam, no sé quién es en realidad. Vino con el jefe, tal vez.

—¿Quién estaba disparando a la camioneta?
—Sam disparó a los neumáticos —dijo —Luego me dijo que matara a la gente en la camioneta y desapareció. No sé a dónde se fue.

So Intense || Taeten [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora