Eran las 9 am, la primera víctima era la tía Luisa.
Las ruinas de la antigua Casita no eran más que un cúmulo de piedras, lozas, madera y otras decoraciones un poco coloridas. Me pareció ver incluso los trozos de un piano por un lado y algo de arena por otro.
Todos mis tíos se habían lanzado a buscar y a mover los objetos. El tío Antonio era el que mayor empeño le ponía a la búsqueda, cómo si realmente necesitara encontrar la vela.
Mama Alma, por su parte, se sentó sobre un bloque de granito y contempló al resto en su trabajo. La comprendía, a sus noventa años era algo complicado estar de pie por tanto tiempo.
Y ahí estaba mi víctima, la tía Luisa, movilizando ladrillos de aquí para allá.
—De acuerdo, ¿qué hacemos? —le interrogué a mis hermanos.
—Tú solo espera mi señal —dijo Fabricio, sonriendo con picardía—. Y luego tu haces el trabajo aburrido.
—¿Cuál señal?
Y sin responder, se lanzó hacia la jungla corriendo.
No sabía exactamente qué iba a hacer, hasta que lo escuché gritar a lo lejos.
—¡Abejas! ¡Abejas en todas partes!
—Ay, Fabricio —renegó mi mamá y fue a rescatarlo.
—¡Abejas!
Y mi hermano apareció en el centro de las ruinas, siendo perseguido por el panal entero de los insectos.
Contuve una carcajada y mis hermanos se pusieron las manos en la boca para no estallar de risas.
De lo poco que recordaba de papá Agustín, es que siempre pasaba por lo mismo. Siempre era el blanco principal de las abejas. Tal vez esa maldición era hereditaria. O tal vez no.
Mi mamá, la tía Dolores y el tío Antonio fueron a ayudar a Fabri.
—Yo me encargo de distraer mamá Alma.
—Y nosotros de convencer a mamá Pepa, tú misma eres.
Nos separamos en diferentes direcciones y llené mis pulmones antes de lanzaeme a la aventura.
No había marcha atrás.
Corrí de puntitas y me aproximé hacia ma tía Luisa, mirándola con una sonrisita delatora. Ella arqueó una ceja al verme tan sospechosa.
—¡Oh tíaaaaa! —la llamé, acercándome más—. Teníamos una conversación pendiente, ¿recuerdas?
—Laura, aquí no.
—¡Estamos solas! Nadie nos escuchará. Esto es por una buena causa. Por favor.
Ella estudió nuestro entorno. Efectivamente, estábamos solas. La tía Luisa lanzó un suspiro y alzó la cabeza. Creo que no necesitaba suplicarle más.
—Muy bien, pero de ninguna manera le cuentes esto a alguien.
—Jamás.
Y, como era costumbre, cerré una cremallera invisible en mis labios y arrojé lejos la llave del candado.
Ella sonrió suavemente en tanto se sentaba.
—Te pareces a ella —susurró, aunque al instante cambió de tema—. Muy bien, ¿en qué estábamos?
—La tía Mirabel habló contigo.
—Cierto.
Me contó todo lo que ella vivió y lo apunté con ahínco en mi libreta.
ESTÁS LEYENDO
✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AU
ФанфикLaura Madrigal nunca ha tenido un don. Sus tíos y primos le han contado que existió una época en la que cada miembro de la familia recibía un don mágico al cumplir los cinco años y que la casa solía estar llena de vida. Pero un día todo cambió. Nad...