Cuando era niña, me puse un vestido de mi mamá y sus tacones más altos.
Quería pertenecer a las reuniones familiares, y pensé que disfrazándome de ella me dejarían entrar.
Obviamente, mi plan salió muy mal. Pero cuando vi al tío Camilo tomar la forma de su madre, no pude evitar imaginarlo haciendo lo mismo de pequeño.
Yo, de haber tenido su don, habría tomado la forma de mi mamá para las reuniones. O tal vez la forma de alguno de mis hermanos para repetir plato en el desayuno.
Y mientras pensaba en las miles de posibilidades, el tío Camilo abrió la puerta de su habitación e ingresó. Los cinco guardamos silencio y esperamos escondidos.
Tal vez nuestro plan era medio estúpido, debía admitirlo. Pero éramos cinco niños que se creían los héroes del fin del mundo, ¿qué se podía esperar?
Además, todos en casa sabían que si había alguien a quien papá Félix nunca cuestionaba, era mamá Pepa. Parecía el plan infalible.
O al menos eso creíamos.
—Eh Pepita. Volviste pronto —dijo papá Félix entusiasta, con su típica voz rasposa, cerrando el libro que estaba leyendo—. ¿Y cómo está Julieta?
El tío Camilo solo ladeó la cabeza, como diciendo "más o menos", y se puso a buscar en los cajones de las cómodas.
—¿O sea que mejoró o no?
Volvió a mover la cabeza, sin darle un sentido esta vez.
—De acuerdo, entiendo. Si no quieres hablar es normal. Sé que todo esto es duro para ti, así que... Tómate tu tiempo.
Él asintió, mostrando una sonrisa amable, y continuó con su búsqueda.
—¿Sabes qué? Estuve pensando en lo que hablamos hace rato —siguió papá Félix, no duró ni diez segundos callado—. ¿Quieres retomar esa charla?
El tío Camilo apretó los labios hasta volverlos una línea.
Contuve mi respiración mientras lo veía, si seguíamos así el teatrito se nos iba a caer tarde o temprano.
Él inmediatamente se puso a jugar con su coleta pelirroja, tal y como lo hacía mamá Pepa para tranquilizarse.
—De acuerdo, de acuerdo. No tienes que alarmarte. Si no quieres hablar, no hablemos. Tranquila. Sigue haciendo... Lo que sea que estés haciendo.
Suspiré aliviada y por unos minutos todo estuvo en un absoluto silencio. Hasta que al fin, el tío Camilo encontró la dichosa llave del almacén.
—¡Sí! —celebré entre susurros y choqué las cinco con Roberto.
El tío Camilo estaba a punto de retirarse y dio media vuelta, cuándo papá Félix habló:
—Antes de que te vayas, mi vida, estuve pensando sobre lo que dijiste de Camilo y... Creo que tienes razón.
Eso detuvo el escape mi tío y lo obligó parar de golpe.
—¿Qué está pasando? —preguntó Fabricio indignadisimo—. Tiene la llave, que salga ya.
—Shhh —lo callaron los mellizos.
Yo no despegué mi campo visual del cuarto. El tío Camilo soltó el pomo de la puerta y volteó a ver a su padre.
Lo entendía completamente. Si yo hubiera estado en su posición, también me hubiese quedado a escuchar lo que hablaban de mí.
—Sé que puede ser un poco impulsivo y que hoy se le pasó un cacho la lengua en la pelea. Pero ambos sabemos que es un gran muchacho. Y también, ambos sabemos cómo le ha afectado estar aquí.
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✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AU
FanfictionLaura Madrigal nunca ha tenido un don. Sus tíos y primos le han contado que existió una época en la que cada miembro de la familia recibía un don mágico al cumplir los cinco años y que la casa solía estar llena de vida. Pero un día todo cambió. Nad...