La sacudida me despertó de golpe. La tierra empezó a moverse con brusquedad y las cosas se cayeron sin control.
Era un temblor, el más fuerte que había sentido hasta entonces. Mi respiración aumentó de repente y mi corazón se aceleró.
—¡Laura! —exclamó mi tía, corriendo hacía mí—. ¡Ven, rápido!
Y sin lograr cuestionar lo que ocurría o asimilar el susto, la tía Mirabel me levantó de un salto y corrimos en dirección a una de las pobres columnas dónde el tío Bruno nos esperaba.
Nos abrazó a las dos y nos mantuvo cerca de él en lo que el movimiento del mundo se amplificaba. Todo se sacudía cada vez más, y más y más.
Mi pulso estaba volando y el terror subió por mi médula. Tenía miedo de que el techo fuese a caer sobre nosotros.
—Soy Hernando y no me asusta nada. Soy Hernando y no me asusta nada... —se repetía el tío Bruno para tranquilizarse.
De pronto, la sacudida aumentó y profundas grietas surgieron en el suelo y en las paredes de tierra.
—¡De acuerdo, ahora Hernando sí se asustó de algo!
—Todo el mundo tranquilo, ya va a pasar. Ya va a pasar —dijo la tía Mirabel.
Lancé un grito agudo y me aferré de su mano. La tierra se partió en diversas direcciones y los bloques de piedra se elevaron.
Una grieta se abrió al lado de la tía Mirabel y el tío Bruno la tuvo que jalar del brazo para evitar que cayera.
Todo fue un horrible vaivén que quebró la mayoría del refugio, y duró más de cinco eternos minutos.
Y así, tan inesperadamente como empezó, se acabó de golpe.
—¿Las dos están bien?
—Creo que sí. ¿Todo bien, Laurita?
—Sí, sí... —contesté agitada—. Bien.
Esperamos de pie, todavía temblando del miedo. La realidad se había estabilizado de regreso y caí sentada en la columna, queriendo procesar el suceso.
La tía Mirabel y el tío Bruno intercambiaron miradas, ambos igual de angustiados.
—Sabes lo que esto significa, ¿verdad? —dijo él, aún recuperando la respiración.
Ella asintió, inhalando con fuerza para volver a la calma.
—Dale un vistazo a la Vela —dijo ella—. Yo recojo el resto.
El tío Bruno obedeció de inmediato y se dirigió al cuarto de al fondo a velocidad. La tía Mirabel se sentó a mi lado y me tendió mi mochila.
—¿Qué fue eso? —indagué, todavía impactada.
—No tienes de que preocuparte, amiga. Solo fue un temblorcito. Estaremos bien.
Ella sostuvo mi mano para darme fuerzas y yo me recosté en su hombro. Jamás me había sentido tan asustada. Y mirar las grietas a nuestro alrededor solo intensificaba ese profundo miedo.
Al menos ella estaba ahí, cuidándome, y eso me tranqulizaba.
—¡MIRABEL! —exclamó el tío Bruno, alertandonos.
Él salió desesperado del cuarto y casi se tropezó en el camino. Mi tía se puso de pie al notar su genuina preocupación.
—¿Qué ocurre?
—La Vela... —dijo él, tomándola de los hombros—. La Vela no está.
—¡¿Qué?!
Sin terminar de escucharlo, la tía Mirabel fue rápido hacia el cuarto de al fondo y yo la seguí. Tuve que saltar sobre unas cuantas grietas y evitar laa nuevas rocas.
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✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AU
Hayran KurguLaura Madrigal nunca ha tenido un don. Sus tíos y primos le han contado que existió una época en la que cada miembro de la familia recibía un don mágico al cumplir los cinco años y que la casa solía estar llena de vida. Pero un día todo cambió. Nad...