La medicina nunca ha sido una rama que me haya interesado.
Lo máximo que sabía era que la tos era mala. Y si mamá Julieta estaba tosiendo sangre... Debía ser mucho peor, ¿verdad?
Con los años me enteré que habían mil y un motivos para ese tipo de tos rojiza. Bien podía ser por un coágulo atrapado en los pulmones o unos problemas leves en los bronquios que serían sencillos de solucionar con cirugía.
Lamentablemente, otra de las causas para ese tipo de toses se llamaba tuberculosis. Y se propagó mucho a lo largo del país en aquella época.
Antes era más difícil de controlar.
Nunca entendí los síntomas ni los signos. Pero sí aprendí que, sin un tratamiento adecuado, podía ser mortal.
Para nuestra mala suerte, un pueblito perdido en las montañas no contaba con el tratamiento adecuado.
Y ni la magia parecía ser capaz de curarla. Pero, de nuevo, me estoy adelantando.
El punto es que ahí estábamos los cuatro, caminando lentamente a través del pasillo y buscando las mejores palabras para la noticia que le íbamos a dar a mi tía.
¿Cómo se suponía que le íbamos a decir que su mamá, a la que no veía hace quince años, estaba así de mal?
Mi mamá se la había pasado todo el camino susurrando para sí y me había apretado la mano con fuerza. Tenía mil discursos en la cabeza.
La tía Dolores estaba jugueteando con sus dedos y sus pasos eran pesados. Su hermano estaba a su lado, intentando tranquilizarla.
Era demasiado silencio y no lo soportaba. Sabía que todos estábamos decaídos, pero... Me pareció buen momento para hablar de otro tema.
Me parecía un buen plan hablar de algo que nos distrajera. Algo que nos ayudara a prolongar lo inevitable.
—Entonces... Tía... —dije, llamando su atención—. Tú, mmm, tú... Estabas enamorada de mi papá, ¿verdad?
—¡Enana! ¡Shh! —exclamó el tío Camilo y me hizo señas con desesperación para que me callara.
La tía Dolores lanzó una risita en voz baja.
—No, no... Está bien —susurró ella a su hermano y luego volvió a mí—. Bueno, Lau, tenía veintiuno y tu papá feo no era. Fue mi amor imposible de la juventud, pero nada más, en serio.
—¡¿Nada más?! —exclamó mi tío, quién entendió mi técnica para distreaernos de la pena—. Lau, ¿tienes idea de lo que fue ser su hermano en esos días? A diario tenías que escucharla decir: "Ay, es que Mariano es esto". "Ay, es que Mariano lo otro". "Ay, es que Bruno vio en mi un amor imposible pactado... " ¡Auch!
Justo en ese segundo la tía Dolores le metió tremendo codazo en su brazo. No fue muy fuerte, pero el tío Camilo exageró tanto sus expresiones que me sacó una risita.
No estábamos con los mejores ánimos, así que cualquier chiste era necesario para mantener la paz.
—¡Por la recontra! —expresó él, frotándose el brazo—. Ya, me callo, me callo. Pero no vengas a decir que miento.
—Bueno... Creo que tal vez sí me volví un poquito obsesionada con el tema, pero...
Él soltó una carcajada seca.
—¡¿Un poquito?! ¡Lo escuchabas todas las noches!
—¡Oye! No eran todas las noches... Solo... Solo algunas —respondió sonrojada y volvió furiosa con su hermano—. ¡Y te pedí que no contarás eso!
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✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AU
FanficLaura Madrigal nunca ha tenido un don. Sus tíos y primos le han contado que existió una época en la que cada miembro de la familia recibía un don mágico al cumplir los cinco años y que la casa solía estar llena de vida. Pero un día todo cambió. Nad...