5. Equipo Capibara

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Esa tarde fue una tarde muy ocupada. Pero me estoy adelantando.

Volvamos con la tía Luisa.

Desde que soy niña tengo la costumbre de cargar una libreta a dónde sea que vaya, y agradecí al cielo por eso. Me venía como anillo al dedo.

La tía Luisa fue mi primera víctima de la investigación. No le costó mucho romper sus barreras y empezar a hablar, Se le notaba que aún le afectaba el tema.

Mirabel era su hermana menor. La más pequeña de sus hermanitas. Recordaba sus primeros pasos, la vez que dejó los pañales y también su desastre de ceremonia.

Conforme me narraba su vida, en tanto avanzamos por los árboles, noté que sus ojos se humedecieron ligeramente. La tía Luisa no tenía descansos, y en esa época tampoco los tenía, así que no pasaba mucho tiempo con su familia.

Todo era atender al pueblo aquí, cargar burros por allá, enderezar muros por ahí. Nunca paraba. Se sentía inútil y sin valor si no aportaba al pueblo.

Y cuando sintió que estaba a su límite, Mirabel empeoró su estrés.

—Y una noche habló de las grietas.

—¿Las grietas? —pregunté, en tanto anotaba todo.

—Sí. Dijo haber visto grietas en la casa. Estaba desesperada y asustada. No la culpo, perder el Milagro nos aterraba a todos. Y después de eso, puedo jurarte que me sentí más... Más débil.

Me contó que ya no podía cargar los burros como antes, que los objetos se le hicieron pesados y que, poco a poco, sintió que su don se perdía.

—Al día siguiente ella habló conmigo y me preguntó cómo estaba —lanzó una risita—. Era nuevo, ¿sabes? Nadie nunca preguntaba por mí. Y... No resistí el deseo de desahogarme.

Mirabel la escuchó. Comprendió todo el peso, físico y emocional, que tenía que cargar. Y le dio el apoyo que necesitaba.

—A veces siento que no debí contárselo.

—¿Por qué?

—Porque la abuela la culpó a ella de mi debilidad. Y ella no tenía nada que ver, solo quiso ayudarme.

En fin, no se podía cambiar el pasado. Antes de poder seguir con la historia, llamaron a Luisa. Habían llegado al montículo de rocas y piedras destruidas y necesitaban que alguien cargara los restos.

Mi tía no dudó en ir a ayudar y me dejó a mitad de cuento.

Entre todos mis apuntes, que llevaban de título: "¿Cómo se perdió el Milagro?", anoté los primeros indicios.

"Mirabel (sin dones) = hija menor de mamá Julieta".

"Mirabel = primera en ver las grietas".

"Grietas = pérdida de los dones".

Anoté mis deducciones y conjeturas. Debía encontrar el origen. Debía...

—¿Qué haces? —chilló una vocecita, sacándome de mis deducciones.

—¡Uy, Laura tiene un diario! ¡Laura tiene un diario! —exclamó otro.

Mis hermanos mellizos, Mauricio y Lucas, se abalanzaron sobre mí sin previo aviso y me arrebataron la libreta.

—¡Oye, devuélvemelo!

—¿Por qué? ¿Tienes novio? —preguntó Lucas y comenzó a ojear las páginas—. O novia...

—¡Dámelo! —exigió Mauricio y se lo quitó de un tirón—. ¿Y quién es esta?

—¿Quién rayos es Mirabel?

✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora