—Oh, y ese de ahí es mi cuarto, no es la gran cosa pero me gusta. Creo que lo decoré bien. Ah, y ese de ahí es...
La tía Mirabel me dio un recorrido entero de su nuevo hogar llena de alegría.
Me mostró los pocos cuartos que tenía, los pobres muebles, las camas descuidas y esa especie de teatro que armaron.
No lo pude disfrutar bien a primera vista, ya que me estaba limpiando la sal y azúcar que el tío Bruno lanzó por encima de su hombro y me cayó en la cara.
Sin embargo, pese a todo lo que me había pasado, nada le quitaba lo mágico al lugar.
—¿Y cuándo construyeron todo esto? —pregunté, mirando mi alrededor con maravilla.
—No lo hicimos nosotros. Bueno, sí lo hicimos pero no taaaanto así. Es una historia complicada.
—Nah. No es tan difícil —intervino el tío Bruno, quién estaba por delante de nosotras—. Cuando el Encanto se formó, creó túneles de escape cómo este en la montañas. Ya sabes, en caso ocurra una gran catástrofe y el pueblo entero tenga que huir.
—Y cómo la vida en el pueblo ha ido tan bien los últimos cincuenta y pico años, el mundo se llegó a olvidar de estos conductos —complementó la tía Mirabel—. Así que, bueno, aprovechamos este para volverlo nuestro.
—O sea que tiene una salida al otro lado de la montaña —deduje.
—Sí, de ley. Que tiene una, tiene una. Pero no nos hemos dado el tiempo de buscarla. Digo, ¿quién se querría irse de aquí? Tenemos comida gratis, un buen techo...
—Incluso entretenimiento —añadió el tío Bruno.
—Ay no, ya vas a hablar de tus telenovelas, ¿verdad? —dijo la tía Mirabel entre risas.
—¡Nuestras telenovelas! —corrigió él—. No la has visto, Lau. Esta niña tiene dotes de escritora. ¡Crea unas historias tan dramáticas para los capítulos que hasta mis ratas se asustan!
—¡Oye! —exclamó ella, dándole un suave empujón en el hombro.
—¿Qué? Es un gran talento. ¿O no, Laurita?
—Ya cállate —pidió bochornosa y lanzó una risita nerviosa.
La tía Mirabel se había puesto roja de la vergüenza y le dio otro empujón en el hombro a su tío.
Él se rio, pero accedió a dejar el tema tranquilo.
Al parecer, la tía Mirabel no estaba muy acostumbrada a que la valoraran por algo propio. Así que, cada vez que recibía un simple halago, no era capaz de aceptarlo.
Seguimos avanzando y llegamos al comedor.
El tío Bruno dio tres golpecitos en los palos que servían de columna.
—Knock, knock, knock. Toco madera —dijo.
Y repitió el mismo mantra dos veces más antes de pasar.
—Mmm, ¿siempre hace eso? —indagué, viendo con curiosidad todos sus rituales contra el mal augurio.
—Sí, es... Bueno, es importante para él —explicó mi tía—. Ya sabes, para evitar la "mala suerte que Bruno deja a su paso" y cosas así. Lo hacen sentir seguro.
Al entrar, la tía Mirabel repitió exactamente el mismo ritual con una enorme sonrisa.
—Knock, knock, knock. Toco madera —dijo ella y volteó a verme—. Bueno, entra. Hay que comer.
Yo también le di tres golpecitos al palo y entré.
La tía Mirabel retiró la fruta, vegetales y carne que tenían guardada. No estaban en su mejor estado, pero parecían comestibles.
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✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AU
FanfictionLaura Madrigal nunca ha tenido un don. Sus tíos y primos le han contado que existió una época en la que cada miembro de la familia recibía un don mágico al cumplir los cinco años y que la casa solía estar llena de vida. Pero un día todo cambió. Nad...