cap 16

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Siento como si me falta la respiración y en mi mente repito toda la conversación de hace unos minutos en el baño, con mamá.

Mientras me siento en uno de los lujosos muebles, agarro una copa de vino y me la bebo de un solo trago, necesito calmarme y sé que la única forma es irme de aquí, comienzo a buscar con la mirada a Joel, él es el único que puede ayudarme, pero no lo veo por ninguna parte.

Alguien se sienta a mi lado, cuando me volteo, es Rachid.

-- Keira, lo siento, quería decirte pero también pensé que si nos conocíamos así y veías que no soy una mala persona, ibas a aceptarme.

Me le quedó mirando, impresionada con tan absurda lógica y finalmente le respondo:

-- Pues, de verdad que fue una muy mala decisión haber aceptado conocerte, me mentiste.

-- Pero no lo hice con maldad, por favor, además esto es obligatorio, es un acuerdo, solo quiero ser amable y que me aprendas a querer de verdad.

Mi cara de horror debe ser todo un espectáculo, porque al ver a mi alrededor, varios de los invitados susurran entre ellos.

-- Me das asco Rachid, tú, tu padre y mis padres. Estamos en pleno siglo XXI, es totalmente ilógico hacer estás "negociaciones" como si uno fuese un pedazo de carne en un matadero.

Me levanto y decido salir de allí ya mismo, pero Rachid no pretende dejarme ir tan fácil, así que me toma del brazo y me pone de frente a él, no hago mayor fuerza para soltarme, tampoco quiero montar un número, solo deseo irme sin que mis papás se den cuenta.

-- ¿A dónde vas?

-- Solo voy a tomar aire, suéltame, ya regreso.

-- No te dejaré sola, iré contigo.

-- NOO, iré yo sola, es eso o que me ponga a gritar ya mismo y hagamos el ridículo.

Rachid me ve, está comenzando a obstinarse, finalmente suelta mi brazo y asiente con la cabeza, mis papás están del otro lado con el "líder" y no se han dado cuenta de nuestra pequeña discusión, es mi oportunidad.

Salgo del salón de fiestas, el restaurant está bastante concurrido, los meseros van de aquí para allá con sus comandas, diviso a Joel, al parecer va hacía la cocina, camino lo más rápido que mis tacones me permiten y entro.

-- Señorita, usted no puede estar aquí.

-- Sí, disculpe, es que necesito salir y quiero que me ayude, un chico que acabo de ver entrar, creo que su uniforme decía Joel.

El hombre me ve raro, pero se voltea, llama a Joel y siento un alivio enorme.

-- ¿Qué sucede Keira?

-- Ayúdame a escaparme, necesito irme ya.

-- ¿Pero pasa algo grave?

-- Joel, por lo que más quieras, ayúdame a irme y luego te cuento todo.

-- Ok, justo un amigo está por irse, ven, por aquí.

Camino junto a Joel por un pasillo un poco oscuro, hay una puerta de metal grandísima, él la abre y salimos a lo que debe ser la parte de atrás del restaurant, dónde están los botes de basura.

Hay un pequeño estacionamiento y un chico, quizás unos dos o tres años mayor que yo, está dejando unos bolsos en la maleta de su carro.

-- Daniel.

El chico, llamado Daniel, saca la cabeza de la maleta, ve a Joel y luego a mí, pero a mí me ve de arriba a abajo.

-- Joel, ¿qué pasa?

Nos acercamos a Daniel y él cierra la compuerta de la maleta.

-- Me debes un favor, podrías llevarla a ella, a dónde te pida?

-- Mmm, claro, pero no me voy a meter en problemas ¿Cierto?

-- No. - dijimos al mismo tiempo.

-- Vale, súbete.

-- Gracias. - Le digo a Daniel. - Y gracias a ti Joel, nos vemos pronto.

-- Si claro, nos vemos Keira.

Me subo al carro y enseguida Daniel lo enciende, salimos del estacionamiento y agarramos la carretera.

-- Bueno, creo que no nos presentaron. Mucho gusto, Daniel Zeis. - Me tiende una mano y yo la tomó, le regalo una sonrisa y le digo:

-- Keira Rossi, igual un placer. Disculpa todo ésto.

-- Ah, no te preocupes, salvar a damas en apuros es mi pasión. -- se ríe, tiene una risa bonita, yo me rio también y por unos segundos siento algo de calma.

-- Debes decirme a dónde te voy a llevar.

-- Cierto, no tengo a dónde ir, no quiero ir a casa, si me voy a dónde mis amigas puedo meterlas en problemas y tampoco quiero explicarles lo que está pasando, creo que me sale quedarme en una plaza, por hoy.

-- ¿Qué, estás loca? No te puedo dejar en una plaza, no sobrevivirías ni 5 minutos con esa ropa. -- su mirada va de mis piernas a mi cara.

Siento que me pongo roja de la pena, olvidé como estaba vestida.

-- Entonces no sé qué hacer. -- Me tapo la cara con las dos manos y un nudo se posa en mi garganta, por favor, no puedo llorar ahora.

-- Tranquila, puedes quedarte conmigo, vivo solo en un apartamento, no es la gran cosa, pero puedes dormir en mi cama y yo en la sala, no tengo problema.

Me quito las manos de la cara y lo veo, no tengo otra opción, es ésto o la plaza, así que me decido por Daniel.

-- Vale, lo acepto.

Él me regala una sonrisa y sigue conduciendo, vive bastante lejos de su lugar de trabajo, llegamos a una residencia de varios edificios, todos bastante modestos.

Se estaciona y me indica que debemos bajarnos, lo hago y camino detrás de él, subimos a un ascensor y marca un piso 8,  en todo el camino, él iba hablando por teléfono, por lo que parece era su mamá.

Llegamos al piso 8, abre una puerta de vidrio y caminamos hacía el ala derecha, abre unas puertas y finalmente estamos en su apartamento.

-- Bienvenida a mi humilde morada.

Ok, de humilde ésto no tenía nada, cómo alguien con su trabajo podía costearse todo ésto, le di las gracias, me invitó a pasar a la sala, todo de lujo, televisor de 65 pulgadas, consola de vídeo juegos, equipo de sonido grandísimo, un balcón impresionante, con una vista hermosa, si así era la sala, cómo será su habitación.

Continuará.

Volví 🤭🌟
Feliz año 2022...

Acosada en la REDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora