Una vez Daniel me deja en su cuarto, con una ropa cómoda de su closet y una toalla para ir al baño con tranquilidad, recuerdo que tengo los teléfono en mi bolso de mano.
Camino hacia la mesita de noche y tomo mi bolso, saco mis documentos y los dos teléfonos.
Tengo 40 llamadas perdidas de mamá y papá, en el teléfono pink tengo 20 de Rachid, veo que tengo mensajes en WhatsApp.
Número desconocido:
-¿No haz aprendido que siempre sabré dónde estás?
Me quedo viendo la pantalla, las manos me tiemblan, aunque decido responderle;
-- Seas quién seas, déjame en paz.
Subo a su perfil y lo bloqueo.
Tengo otro mensaje de Joel.
- Keira todo bien?
-- Si, gracias Joel, mañana te llamo.
- Vale.
Visto hace 30 segundos.Para mí sorpresa tengo un mensaje de Alexander;
-Kei, me he enterado de algunas cosas muy desagradables, pero no puedo decírtelo por acá, lo siento.
-- Ale, ¿Cómo haremos?
Salgo de ese chat y voy al grupal con mis amigas.
-- Keira que pasá? Tus papás me han llamado. - Fiore 🎈
-- A mi también. - Aly ✨
- Chicas, lo siento no puedo contarles, las veo pronto.
Emigró de WhatsApp a Twitter, me distraigo un rato allí y luego voy a Instagram, finalmente me aburro y apagó los teléfonos, me voy al cuarto de baño y me tomo mi tiempo.
Me relajo a tal punto, qué no sé cuánto me he tardado, pero Daniel toca mi puerta.
-- Keira, todo está bien?
-- Oh, sí, lo siento mucho, salgo en un momento.
-- Vale estaré en la cocina.
-- Ok.
Termino, me seco y salgo del cuarto de baño, la ropa de Daniel está en la cama, es un mono de pijama y una camisa que debe llegarme no sé, a las rodillas más o menos.
Me pongo la ropa, me peino el cabello y salgo de la habitación.
Veo a Daniel, preparando algo de comer, está totalmente concentrado, tanto que al sentarme en la isla de la cocina, ni si quiera se voltea, carraspeó un poco para llamar su atención y da un brinco pequeño.
-- Diablos, me asustaste.
Le doy una sonrisa y él con todo y el susto, se me queda mirando los labios y después a los ojos.
-- Lo siento.
-- Sí, bueno, no lo vuelvas a hacer ¿Sí?.
Se voltea para terminar lo que sea que está haciendo y yo me quedo en silencio.
Veo todo lo que hace, abre una gaveta de arriba y saca dos platos, luego una de abajo para sacar unos cubiertos, abre otra a un lado y saca dos vasos.
Luego se voltea hacia mi y acomoda todo, de manera que un juego es para él y el otro para mí, saca un jugo de naranja de la nevera y lo sirve en cada vaso, luego va hacía la cocina y sirve una pasta con albóndigas en cada plato, ok, eso se ve divino.
Va hacía la nevera nuevamente y saca un queso parmesano, lo pone en el medio de los dos, camina hasta el horno y saca unas lonjas de pan doradas, todo tiene buena pinta y un excelente olor.
-- Sé que no es mucho, pero espero que sea de tu agrado, la verdad nunca recibo visitas, así que casi siempre pido delivery.
-- No te preocupes, todo se ve espectacular.
-- Gracias, bueno, buen provecho Keira.
-- Gracias a ti, buen provecho.
Comenzamos a comer, no dejó de decirle que cocina fenomenal, el se sonroja un poco, le pregunto su edad y me dice 25, estuve medianamente cerca cuando le calculé la edad, charlamos un rato más, hasta que le llaman por teléfono.
Yo, como buena visita, lavo todos los platos, ollas, sartenes, cubiertos y vasos sucios, los dejo escurrir y me voy hacía la sala, Daniel está en el balcón, desde aquí logro escuchar que le dice a alguien:
-- No puedo hacerlo así, me descubriría, mejor cállate y soluciona esté problema, adiós.
Me dió una sensación algo rara al oírle decir eso, pero mantuve la calma o al menos era lo que creo que hacía.
-- No era necesario que lavaras todo. -- se sienta a mi lado y enciende la televisión.
-- No es nada, te debo más que eso.
Lo veo de reojo y él se tensa un poco, de repente suena un teléfono de casa, él se levanta y ve en la pantalla que es un número desconocido de igual forma contesta.
-- Aló. - se aleja el teléfono de la oreja y arruga el entrecejo. -- Aló, si no hablan colgaré.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, me da un miedo terrible que sea el que me esté acosando.
Daniel cuelga y cuando se está sentando, vuelve a sonar el teléfono.
-- Déjame atender yo. -- Me levanto rápidamente y contesto el teléfono.
-- Aló.
-- Keira.
Me congelo totalmente, las manos comienzan a temblar de una forma bastante errática y siento como mi alma desea abandonar mi cuerpo.
-- Déjame en paz, dime quién eres.
-- Keira, nunca podrás esconderte.
Cuelgo el teléfono a una velocidad aterradora, me caigo al suelo, mis piernas no aguantan tanto peso, Daniel corre hacía mi y me ayuda a sentarme en el mueble.
-- ¿Qué pasa, quién era?
-- No lo sé.
-- Ven, acuéstate.
Me ayuda a acostarme y comienzo a llorar, me tapo la cara con un cojín y le doy la espalda a Daniel.
Siento su mano en mi hombro, pero no dice nada, se levanta y va hacía la cocina.
-- Aquí tienes un vaso con agua, lo déjate aquí en la mesa, debo ir a buscar algo al carro, para que sepas, pero volveré rápido.
No le respondo, no tengo ánimos para hablar.
El acosador, el cáncer de mamá, el hecho de que me vendieron a un hombre que se hace llamar "líder" y sentirme así; sola, asustada y a la deriva, sin un camino claro, sin libertad.
Me levanto como puedo, me voy a la habitación de Daniel, levanto las cobijas y me meto allí, no sé cuánto tiempo más lloré, pero me quedé dormida.
Continuará.
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Acosada en la RED
RandomKeira Rossi, una chica de 18 años, nueva en las redes sociales, una ex compañera de preparatoria, le recomendó hacerse un usuario en Twitter, Instagram y Facebook, para estar en contactos con todos los de su promoción, ella acepta y así comienza una...