27

8 3 0
                                    

Cuando abrí los ojos, estaba en una habitación de hospital, una vía en mi brazo derecho y un gotero de solución era lo que entraba por mis venas, me sentía desorientada, en cuánto aclaré la vista, recordé todo y mi pecho dolió tanto, que sentí como el ataque de pánico se comenzaba a apoderar de mi cuerpo.

Recordé a Yel y a mi, en su habitación, besándonos, mi primer beso con una mujer, la promesa en nuestros ojos de ver lo que iba a pasar luego de todo éste caos, su desilusión y celos al verme con Alessandro, su sonrisa, no creí que ella se había vuelto tan importante hasta este momento, este desgraciado y atormentado momento.

Estaba sola en la habitación, cerré el gotero y me saque la aguja, la coloque en su sitio, me senté a la orilla de la camilla, mis zapatos estaban allí, un suéter, una muda de ropa limpia, una toalla, shampoo y jabón, me di una ducha rápida y me puse esa ropa limpia, revise los cajones y conseguí mi teléfono.

Era raro que no estuviera nadie aquí conmigo, más con todo lo que estaba pasando, me dispuse a ordenar la sábana de la camilla y el cubre camas, a mi espalda abrieron la puerta.

Me voltee para ver quién era, pero no me dió chance, me pusieron un pañuelo en la boca y la nariz y todo se apagó.

Cuando me desperté estaba en un almacén, tenía puesta una esposa en una mano y la otra estaba cerrada en un tubo, me dolía todo el cuerpo, mientras adaptaba mi oído y mi vista, mi corazón iba a millón, estaba asustada, pero al menos ya sabía quién me había llevado y tenía que usarlo a mi favor.

Escuché a lo lejos un pitido, como de esos cuando la gente está hospitalizada y lleva el ritmo cardíaco, presión, oxígeno y todo eso, era raro, una luz muy tenue se filtraba por una ventanilla a lo lejos, éste lugar era grande y probablemente tenía varios compartimientos u oficinas, trate de mantener la calma, no hacía nada alterandome o tratando de quitarme la esposa.

Una puerta se abre y oigo pasos, no sé por dónde vienen, pero cada vez están más cerca.

— Keira.

Su voz, esa voz que me daba tanta seguridad de pequeña, no podía creer que no me quisiera, que no sintiera ni un mínimo de afecto por mi, las curitas en las rodillas, las fiebres altas, las malas calificaciones, los logros, se veía tan orgulloso en todo momento, que no me cabía en la cabeza toda está situación.

— No sé cómo llamarte. ¿Padre, Enrico, tío?

Su cara estaba sería, pero en sus ojos ví algo, no era odio como Selene, era algo más.

— Como quieras, me da igual, de verdad que nos has dado mucha guerra Keira, nos pusiste en tres y dos, lamentablemente esto solo hizo que nos apresuremos a las operaciones.

— Es que, en serio, esto es una locura, todo porque tu familia no te apoyo? En serio?

— Suena estúpido, pero toda mi vida fue así, a tu padre, le daban todo, siempre fue un Sí en sus bocas para él, sin embargo para mí todo fue negaciones y restricciones, siendo el segundo hijo, no era tan valioso o importante como el primero. — Se sentó en una silla frente a mi. — Cuando cumplí la mayoría de edad, me obligaron a trabajar para la mansión como un empleado más, ahí conocí a Selene, aparte de que hacía el trabajo sucio de papá y de mi hermano, si había que asesinar a alguien, era yo quien iba al frente, en Selene conseguí paz, amor, no por mi linaje, si no por quién era.

— Cuando mi cuñada quedó embarazada, fui yo quién estuvo para ella, se enamoró de mí, odiaba a mi hermano, no puedo negar que creí sentir algo por ella, su nombre era Vittoria, era hermosa, el embarazo le sentaba muy bien, llegamos a tener relaciones. — Mi cara de asco, no debía ser normal, porque me regaló una sonrisa algo extraña. — el punto es que Selene me descubrió, me exigió que dejara de verla y que cualquier otro podía ayudarla ya que mi hermano no quería o no podía, hice caso a Selene durante algunas semanas, pero fue inevitable, estaba profundamente enamorado de las dos, tenía lo mejor de las dos, hasta que decidí parar, no quería crear más problemas, Vittoria entendió y a los pocos días dió a luz, en ese momento alguien le dió a mi hermano una foto de Vittoria y yo, en una posición comprometedora, la golpeó, intente defenderla decirle que todo era mi culpa, pero todo se fue a la mierda, Selene estaba furiosa, ideo ese bendito plan, de pedir rescate por ti, todo salió mal, cuando Selene halo del gatillo, una parte de mi se fue con ella, pero ya no tenía elección debíamos huir y hacerlo contigo.

— Así que lo hicimos, ya sabes todo lo demás, en realidad Keira, te quiero, eres la viva imagen de Vittoria, no puedo evitar pensar en si las cosas fuesen sido diferentes, pero uno por amor hace lo que sea y amo a Selene, soy su esposo y debo apoyarla, todos estos años hemos creado nuestra red, fingimos estar en quiebra para atraer al Líder, pues él tiene contacto con mi hermano. — saca un cigarrillo de una caja y lo enciende. — todo está muy bien planificado, tu amiga Fiorella es una de las nuestras, sus padres la adiestraron muy bien, ella siempre nos consigue chicas para la trata de blancas o para algún órgano, es una excelente espía y buena en prácticamente todo, por cierto debe venir en cualquier momento, para que hablen antes de que te vayas.

En este punto me sentía abrumada, porque no entendía como una venganza podía llevar a alguien a ésto, un rechazo, un amor prohibido o un amor tan grande, tóxico y controlador, la mente humana me sorprendía tanto, que si me libraba de estás estudiaría psicología.

— ¿A dónde iré?

— Será una sorpresa.

Continuará.

Se acerca el final...

¿Qué te pareció la historia de Enrico?

Acosada en la REDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora