Capítulo 40: Hay cosas que simplemente, tienen que pasar

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Era un atardecer, las calles estaban casi desiertas, como tendía a ocurrir en pueblos así. Había pasado una semana desde que Aarón había visitado el reino de los muertos, no quería pensar en ello y aun así pensaba todos los días. Había espaciado sus visitas a Naomi por la ansiedad que le producía pensar que al entrar a ver un paciente podía encontrarse a semejante figura sentada relamiéndose o riéndose a carcajadas.

Afortunadamente para él, no estaba yendo ni viniendo de ningún lugar. Simplemente, paseaba. Su abuela se pasaba los días con Maven, o cuidaba a su hija o debatían sobre lo que era mejor para su futuro. Y precisamente de eso hablaba con su acompañante.

-Parece ser que mi vieja amiga extrajo más de lo que debía-dijo Dante mientras hundía las manos en un bolsillo de su traje-

-¿A qué te refieres?-dijo Aarón en una mezcla de confusión e intriga- Naomi esta perfectamente, incluso más animada que antes.-

-Antes de que Naomi naciera, me dediqué a reorganizar su código genético-Dante soltó semejante hecho como si no fuese nada del otro mundo- no quería que pudiese heredar nada mio, nada que la convirtiese en alguien similar a mí. Era puramente genética de su madre, cualquiera que la hubiese investigado hubiese pensado que era un milagro, cuando solo es un acto de magia negra.-

-¿Entonces... esa mujer quitó todo tu trabajo? ¿Como se reorganiza algo ya de por si reorganizado?-

-No se pueden cambiar las cosas de sitio así como así-dijo entre resoplidos, como si recordase lo arduo que fue aquel trabajo-puse sellos para tapa todo lo que me parecía incorrecto. Ahora esos sellos no están y parece que mientras se recupera esta cambiando...me da miedo que deje de ser quien era.-

-Nunca pensé que los seres de cuento como tú pudiesen llegar a tener miedo-Aarón se giró para mirar a su amigo- mira por donde, me equivoqué. Y eso te encanta ¿verdad?-

Dante soltó un bufido que parecía una risa ahogada. Siguieron paseando unos minutos, pero en silencio. No les hacía falta hablar, ambos sabían las consecuencias. Si Naomi cambiaba demasiado, podría llegar a ser inexplicable, podría ocurrir que tuviesen que huir para siempre. También estaba la idea de que heredase semejantes capacidades, entonces Aarón recordó lo que le había dicho a Maven aquella noche. Era hija de quienes eran, ambos seres imposibles, ambos superaban toda expectativa...puede que fuese el momento de que Naomi hiciese lo mismo.

Dante se paró en seco y agarró del brazo al joven. Al otro lado de la calle, paseaba de forma distraída una simple hada pelirroja. Los ojos de Dante expresaban lo poco que se fiaban de esa mujer. Advirtió a Aarón que tuviese cuidado con ella y se esfumó.

Aarón continuó caminando como si nada, hasta encontrase junto con Dana.

-Vaya-dijo ella- ¿Como tú por aquí?-

-Estaba dando un paseo ¿Y tú?-

-Lo mismo, me gusta el aire que se respira por aquí...-cerró los ojos y respiró profundamente, sacando pecho- es tan limpio y tan fresco. Hace años que el aire del bosque no es puro, está viciado.-

-Eso es rarísimo-dijo Aarón arqueando una ceja- prueba a estar en una clase de esa pequeña universidad, eso es aire viciado.-

-Eres muy divertido-dijo Dana con tono meloso mientras le agarraba por el brazo-

-¿Intentas algo?-

-¿Sigues sin fiarte de mí?-dijo Dana con una sonrisa pícara-

-No es eso,-dijo Aarón muy serio- desde el principio decidí confiar en ti, pero después de todo lo que ha pasado, lo que nos has ayudado cuidando a Azura y el apoyo que diste durante lo de Naomi... son pruebas más que suficientes para saber que eres de fiar.-

Dana se quedó en silencio, a menudo se giraba para examinar con la mirada a su acompañante. Parecía que algo la oprimía el pecho, quería hablar, quería decir algo, pero no se atrevía. Finalmente se dedicó a mirar las paredes de las casa, teñidas bajo un tono anaranjado.

-Me hubiera gustado que me enseñaras este sitio...-

-Eso me hace caer en la cuenta de que te llevamos a casa sin preguntar ni nada...-Aarón abrio los ojos de par en par- no te tenemos secuestrada ni nada, puedes quedarte y yo te lo enseño o puedes marcharte y volver siempre que quieras. Aunque aquí tampoco hay mucho que ver.-

-Pero si mucho que contar...-dijo Dana en un tono algo taciturno- tengo que volver, siempre habrá algo que me ate allí.-

Dana se soltó de su brazo y Aarón se fijo en que en su sombra, era como si llevase grilletes en las manos. Pero tan solo lo vio en un reflejo, supuso que era su mente o quizás la propia magia de la chica dando fuerzas a aquella metáfora.

-¿Nunca te has preguntado que hacía un hada como yo, en su forma humana, tan cerca de los humanos?-

-Ya dijiste que era por salvar a Azura-Aarón forzó una sonrisa, pero la verdad es que cada vez se tensaba más, no le gustaba por donde se dirigía la conversación.- ¿Por qué habría de pensar otra cosa?-

-Porque eres un sabio, es tu trabajo-Dana pronunció esas palabras como si fuesen un hecho tangible que pesaba en su lengua como una losa, también con una pizca de desprecio.- ¿Me negarás que has dudado de mí?-

-No desde el momento en el que te salve la vida-era mentira, pero quería dejar aquello bien claro.-

-Aarón... ¿Sabes? Vine en busca de algo... algo valioso, con tu ayuda lo encontré muy rápido-

-¿A qué demonios te refieres?-ya no le importaba que se le notase tenso o airado, la situación se complicaba y la noche se cernía cada vez más sobre ellos-

-¿Alguna vez has visto un hada de verdad?-dijo con una sonrisa burlesca- son diminutas si son buenas, pero grandes y fuertes si son malas...-

-¿Y tú cómo eres?-dijo Aarón frunciendo el ceño y arrugando la nariz.-

-Buena pregunta, sabio, buena pregunta.-

La imagen de Dana comenzó a deshacerse en un montón de pétalos y hojas. Lo primero que vio fueron dos ojos negros y vacíos. A continuación una piel hecha de corteza de árbol, unos labios de pétalos de rosa, una melena de rosas enzarzadas... en definitiva un cuerpo que le superaba en altura. Aarón abrió los ojos de par en par al comprender lo que se acontecía.

-Ahora, pasaré a recoger de tu hogar ese objeto tan preciado-

Aquel cuerpo explotó en un cumulo de pétalos de rosas rojas, que la tocar el suelo se tornaban negras.

Aarón no se paró ni un segundo, echó a correr con mayor velocidad de la que la oscuridad de la noche intentaba adueñarse de sus pasos. Su cerebro trabajaba incansable, aquella mañana Sibil había dicho que se llevaba a Azura y a Jean a la biblioteca por la tarde, estarían al caer. Pero ahora mismo ¿Quién estaba en la casa? Alina y Lily.

-¡Lily!-gritó con todas sus fuerzas al aproximarse a la casa. La puerta estaba abierta de par en par- ¡Lily! ¡¿Alina, donde esta Lily?!-

La casa estaba toda removida, como si un pequeño tornado de ramas y flores hubiese arrasado con el lugar. Subió corriendo a las habitaciones, el cuarto de Lily estaba vacío, al igual que la antigua habitación de su padre.

Abrió la puerta de su hermana y notó como un cuerpo se abalanzaba contra él. Supuso que debía ser Alina, notaba las lágrimas correr por sus mejillas. Buscó con la mirada y no había nadie más en la habitación, se dio cuenta de que su corazón estaba prácticamente en la garganta y que su pecho se iba a salir de su sitio.

Miró hacía abajo y vio algo que le congelo, el pelo que se enredaba entre sus brazos era rosado, casi blanco. Aparto a la persona que le abrazaba, era Lily, llorando a moco tendido, hecha un desastre y con el cuello repleto de moratones que comenzaban a manifestarse. Aquello solo podía significar una cosa.

-Ali... se ha llevado a Ali...-lo afirmaba con tal tono de incredulidad que fácilmente se podía entender por una interrogación- yo... no estoy preparado para esto.-

Notó como su mente se ponía en blanco, ¿perder a su hermana otra vez? Oyó como se abría la puerta, oía las voces del resto de miembros de su corta familia, oía que exclamaban su nombre. Pero no escuchaba nada.

The Silent SongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora