Capítulo 47: Volar

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Alina había salido corriendo de la casa con lo puesto, no había cogido llaves ni nada, simplemente había salido corriendo. No es que quisiese huir de la situación, es que no quería respirar. Sabía que si en un momento como ese, en el que intentar contener todos tus sentimientos, tomas aunque sea una sola bocanada de aire, explotas.

Su casa era demasiado pequeña para permitirla correr hasta no poder respirar más, hasta que su cuerpo estuviese tan cansado que no tuviese fuerzas ni para llorar ni para pensar.

Pero tuvo que detenerse, era plena mañana, cerca del mediodía, por lo que en su carrera había ido corriendo por las zonas menos transitadas posibles. Lo que la había llevado directa al muelle. Frenó justo antes de caerse a aquella orilla poco profunda.

Jadeaba, de golpe, sin poder evitarlo, tomo aire demasiado fuerte. De esas veces que incluso se produce un sonido ahogado. Entonces notó los síntomas, dolor de garganta, presión en el estómago, los ojos nublados, la nariz húmeda, el cuerpo atontado. Estaba a punto de echarse a llorar. Pero algo se lo evitó.

Notó un fuerte golpe y una gran presión, para cuando abrió los ojos, estaba levitando sobre el mar, pero no parada, si no propulsada. Algo o alguien la había dado un empujón tan grande que aún no había alcanzado el agua. Y ya estaba bastante lejos de la costa.

Intentó girarse, pero solo notó otro golpe más en la espalda que la elevó hacia arriba. Iba a chillar, pero la velocidad y el pasmo del momento impidieron que sonido alguno saliese de su boca. Cuando por fin pudo girarse hacia abajo, vio como un enorme dragón verde se aproximaba hacia ella. Del susto, cerró los ojos.

Tras sentir un par de golpes y turbulencias, notó aire y calma. Abrió los ojos, se encontraba como aquella noche, volando sobre su amigo. Pero ahora no tenía la adrenalina de la escapada, temía caerse, por lo que se aferró fuertemente a uno de los cuernos o huesos que le sobresalían en la columna, la verdad es que ella no estaba segura de lo que era.

-“Eh”-resonó la voz de Zoorahkrin en su cabeza-

-Lo siento,-dijo ella a gritos para poder oírse- ¿Te hago daño?-

-Que va,-dijo aquella voz- y te oigo perfectamente, no hace falta que me dejes sordo-Alina se ruborizó un poco, se sintió como una niña dando un espectáculo- ¿Te parece bonito recibirme con esa cara de espanto? Eres una muchacha muy problemática.-

-¡Prueba a que te catapulten contra el mar!-

Quedaron un momento en silencio hasta que los dos dejaron salir una pequeña risilla. Visto desde fuera, la situación era bastante cómoda.

-¿Puedes volar?-dijo Alina preocupada-¿No deberías descansar?-

-Si hago demasiado reposo mis alas se resentirán-respondió este- además, creo que necesitas ver las cosas más allá. Más allá del insignificante orbe de la tierra-

Zoorahkrin alzó el vuelo con rapidez, cada vez subía más y más alto. Hasta que se adentró en un pequeño cúmulo de nubes. La vista que recibió Alina fue espectacular, una gran cantidad de suaves nubes blancas, teñidas levemente de amarillo por el sol del mediodía.

El joven dragón esmeralda, quedaba bañado por la luz, haciendo que todas sus escamas resplandeciesen. Sin dejar de volar, aunque más calmado, viró para arañar una densa nube con las garras de su ala. A Alina le pareció como si se tratase de un barco invisible navegando en un mar de espuma.

Era un paisaje tan simple, pero tan hermoso. Ya no tenía miedo, ya no se aferraba con tanta fuerza a su amigo. Dejaba que el suave viento la acariciara, un aire cálido que la echaba el cabello hacia atrás y la coloreaba las mejillas.

The Silent SongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora