Llevaban cerca de cinco horas ahí de pie y nada ocurría. Sibil había pasado todo ese tiempo recitando salmos y frases en todo tipo de idiomas, pero no había obtenido mayor respuesta que aullidos de dolor.
Todas habían tenido sus momentos de flaqueza, Azura había estado a punto de prender fuego a la sala o de desmayarse varias veces, gracias a Jean no había ocurrido ninguna de esas cosas. Aarón había estado sirviendo vasos de agua a todas y ayudándolas a recolocar la postura.
Las únicas que no habían necesitado ningún tipo de ayuda, que no habían torcido el gesto ni la vista ni un instante, eran Maven y Alina. Parecían dos estatuas de martirio, sus rostros eran fuertes y seguros pero llevaban parte de luto por dentro.
Mientras tanto, Dante permanecía sentado en las escaleras del pasillo, encogido, si no retorcía la mano, se mordía el dedo pulgar. Aarón fue a ver si se encontraba bien y lo que encontró fue una autentica transformación. Tenía las uñas negras y afiladas, la oscuridad de su ojos había absorbido el blanco de fondo. Su pelo estaba erizado, como el de un animal salvaje. Una mueca en el labio mostraba unos dientes afilados y chirriantes. Tenía la nariz arrugada en un gesto felino y en la oscuridad se podía intuir un plumaje negro que le surgía de la espalda.
-Ey,-Aarón habló primero bajo, al ver que no ocurría ninguna reacción decidió subir el tono- Dante, ¿Te encuentras bien?-
Dentro de aquella sombra negra que eran sus ojos, le pareció ver que se torcían para mirarle. Una milésima de segundo después Dante había vuelto a la normalidad. La normalidad de un padre en aquella situación.
-Vaya…-continuo Aarón- ¿Estas bien? ¿Te puedo ayudar en algo?-
-¿Tienes la solución a todo esto? No, pues cállate.-
-Mira, entiendo que estés mal pero…-Aarón dudo un momento, pero finalmente decidió soltarlo- la solución habría sido que la educases bien, que te conociese y no que fueses una farsa para tu propia hija. Entonces esto jamás habría pasado.-
-¿Quieres que un hombre eduque a sus hijos enseñándoles que deben tenerle miedo? Buena filosofía la tuya.-
-Conociendo a Naomi, jamás te habría juzgado ni te habría tenido miedo.-
Con aquellas palabras Aarón torció de vuelta al salón, estaba tenso y frustrado como todos. Pero consideró que siempre sería de mejor ayuda para Naomi el estar allí, a estar lejos de ella discutiendo problemas que ya no tenían solución.
Lo que se encontró al volver fue el rostro cansado de Lily a un palmo del suyo, que forzó una sonrisa para saludarle antes de apoyar su cabeza contra su pecho. Aarón, incrédulo, poso su mano contra la cabeza de la joven, pero su mirada estupefacta se dirigía a la sala.
Dana se encontraba sentada en el suelo, junto a Jean y Azura. Dante, con una velocidad imperceptible al ojo humano, se encontraba allí sujetando a Maven antes de que desfalleciera, antes incluso de que ella pudiese plantearse el romper a llorar, ya la estaba consolando. Sibil buscaba en las estanterías, mientras Alina la seguía cansada pero gritando.
-¿Por qué paras?-le repetía una y otra vez-¿Acaso te das por vencida?-
-Jamás-respondió de manera solemne su abuela- Pero si este método no funciona es de idiotas continuar perdiendo el tiempo.-
Alina se fue enfadada a sentarse en las sillas de la cocina. Sibil, mientras tanto, quitaba una falsa tapa de un libro que ponía “La pesca con mosca”, para sacar un manual extraño. Cualquiera que hubiese podido ver aquellas páginas habría jurado que era un idioma inventado.
Aarón llevó a Lily a que se sentase junto a Alina y comenzó a preparar café para todas. Alina, por su parte, tenía la mirada perdida. Todo tipo de ideas oscuras cruzaban su mente, había tenido tiempo para pensar y ahora más, mientras su abuela buscaba alternativas. Cuanto más tardaran, más tiempo tendría para reflexionar.
Tras cerca de media hora repasando el libro, Sibil lo cerró de golpe y se quedó mirando, de forma pensativa la foto de su hijo. Era un rostro que hacia años que no veía en vivo, lo echaba de menos, pero también era cierto que de un tiempo a esta parte intentaba evitar cruzar miradas con ese retrato. Por mucho que le echara en falta, verle solo la llenaba el corazón de penas y angustias que se clavaban muy hondo.
Mientras intentaba escudriñar la respuesta a tantas preguntas en los ojos vacíos de aquella foto, se percató en una figura de un hombre que se reflejaba el cristal.
-¿De nada sirve?-
-Todo lo que podría servir, es inútil, no tengo ingredientes o ayuda suficiente-se giró para ver al hombre que la miraba y entendió que de poco serviría consolarle. Recorrió con la mirada el lugar, Dante allí, de pie, no se separaba de su mujer, que había caído rendida a la fatiga contra el sofá, Azura que cabeceaba mientras Jean y Dana la contaban historias. Lily charlando con Aarón a su manera y por último, a su propia nieta juzgándola con la mirada.- Si tan solo pudiera hacerlo salir, tú podrías capturarlo de nuevo.-
-No dudes que lo haría y esta vez no lo dejaría con vida.-
-Estoy segura, eres un hombre muy rencoroso…-antes de continuar hablando, bajo la voz discretamente y se acercó a su interlocutor.- ¿No se te ocurre nada que pudiese atraerlo? Algo que sirviera de cebo.-
-En esta sala se me ocurren tantas cosas…-los ojos de Dante volvían a ser consumidos por el demonio que llevaba dentro. Pero permanecieron en estado neutro, al oír a Maven moverse junto a él.- Pero no es “justo” sacrificar una vida por la otra.-
-Tampoco es justo que tu hija este en esta situación, pero no te dejaré sacrificar a nadie…-
Interrumpió sus palabras al ver que Alina se había acercado al salón e intentaba oírles. Sus ojos color ámbar se habían oscurecido, como el oro corrupto y manchado de sangre tras una guerra. Su expresión era seria, con los labios apretados.
Dirigió su vista a Naomi, estaba muchísimo más consumida de lo que había llegado. Su ropa, sudada se pegaba a su cuerpo, cuerpo al que comenzaban a marcársele las costillas. Los huesos del codo, la rodilla o incluso las muñecas sobresalían punzantes. La cara estaba pálida, el color de los labios apenas se distinguía del resto de la piel, permanecían agrietados y rasgados.
De pronto se sucedió una convulsión, su espalda se arqueo y se le mantuvieron los brazos paralelos, retorcidos y con los dedos completamente estirados hacía el suelo. Sus ojos se pusieron en blanco y no paraba de abrir la boca para intentar conseguir aire. Pero en seguida volvió a encogerse sobre sí misma y a vomitar en el suelo.
No era la primera vez que la ocurría, cada vez que intentaban darla agua o cualquier bebida para evitar la deshidratación tan solo conseguían que echase un líquido amarillento, posiblemente bilis. Pero lo que salió a continuación de su boca, si fue una novedad.
-Ya…-se oía una voz grabe y distorsionada, como si la voz dulce de Naomi se fusionase con la voz ronca que tenía tras vomitar, pero seguía habiendo otra voz extraña y discordante que no acababa de encajar. Era como la mezcla de un ruido metálico y un montón de chillidos a la par.- Ya me queda menos…-
Una sonrisa malvada se dibujó en su rostro, aquello no era Naomi. Era ese asqueroso bicho que la estaba devorando por dentro. Una ristra de risas salió de aquella misma boca antes de que Naomi volviese a su realidad y se echase a llorar, encogida sobre sí misma en posición fetal.
Era de entender aquella reacción, Naomi no era del todo inconsciente de lo que ocurría a su alrededor. Aunque su vista estuviese deformada, y su percepción fuese mínima. Podía notar la batalla que se estaba librando en su interior, entre su débil cuerpo y una fuerza del mal.
Alina no pudo soportarlo más y corrió escaleras arriba en busca de la profecía. Se ató el poco pelo que tenía en una coleta sencilla y comenzó a buscar por todas partes. Cuando lo encontró, encontró la página doblada en forma de sobre. Lo deshizo con cuidado y encontró un pequeño puñal de plata, muy adornado y estilizado. Y lo que leyó fue…
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The Silent Song
FantasíaEn un mundo donde prima el desarrollo y la extravagancia aun perdura un pequeño pueblo, arraigado en las viejas costumbres y miedos. Lo que quizás nadie sepa, es lo que se esconde entre sus calles, su bosque, su playa o su biblioteca. Hechos fuera...