Alina abrió los ojos para encontrarse en la profundidad del bosque nocturno. Dana la había capturado en su casa después de descubrir algo horrible y ahora, una hora después, se encontraba agarrada a un árbol por los brazos.
La dolía toda la zona vendada, pero en semejante posición era inevitable. Solo recordaba que tras atarla Dana había pasado a verla una mujer, una mujer encapuchada con un vestido azul, antiguo y ajado. Pero con el mareo y el dolor apenas recordaba nada de la conmoción.
Aun las oía discutir a lo lejos. Estaban cerca y hablaban sobre ella. Lo poco que podía entender es que Dana la había traído porque era lo que esa mujer quería, pero esa mujer no la quería así. Alina decidió no escuchar, ya que no tenía sentido si no las entendía.
Se fijó en sí misma. Tan solo llevaba una camiseta blanca y corta de tirante fino. La llevaba así de corta por su facilidad y comodidad para cambiar el vendaje, aunque ahora solo hacía que se le helara el estómago. Sus pantalones cortos vaqueros tampoco servían para nada sin llevar algo en los bolsillos. Pero se dio cuenta de algo importante, sus sandalias llevaban tacón y sus pies estaban rodeados de savia.
Girando el tronco con dificultad, por sus brazos amarrados, encontró la fuente de semejante líquido. El árbol estaba algo abierto a la altura de su muslo y sangraba. Sin dudarlo un segundo se puso recta y dio una patada al árbol justo en la herida.
No iba a romperlo, pero si conseguía llenarse de savia podría hacer que sus manos resbalaran de la sujeción. El mayor problema era la fricción en las manos y la lesión, cada vez que daba una patada tenía que pararse a hacer una mueca y respirar hondo.
Alrededor de la quinta vez que pataleaba el árbol, notó un fuerte golpe contra el suelo acompañado de un temblor. Esto hizo que se desequilibrase y la fuerza de la honda quebró una de las ramas que la mantenía presa.
-Gracias...gracias-
Sin repetir una y otra vez aquel agradecimiento a lo que hubiese producido ese temblor, se agachó todo lo que pudo para enjuagar su mano en la savia. Luego colocó el cacho de rama que tenía aún sujeto en el suelo, sujeto la rama con el pie y tiró con fuerza. La mano salió y por los ruidos que se aproximaban, quedaba poco para que sus anfitrionas la encontraran así.
Repitió operación con el otro brazo a toda velocidad y agarrándose como pudo las vendas, echó a correr. Corría en dirección contraria al pueblo, se adentraba más y más en el bosque, pero correr hacia el pueblo implicaba encontrase con ellas.
Se detuvo sudorosa y cansada al oír unos ruidos de hojas y cadenas entre a arboleda. Se aproximó con cuidado, para su sorpresa, había un extraño ser encadenado en todas sus extremidades. No sabía bien decir lo que era, tenía escamas y garras y alas, pero también tenía piel y pelo. Era una especie de pequeño dragón pero que entre suspiros y gruñidos de dolor se convertía en humano.
Constantemente trozos de su existencia eran humanos y otros eran de dragón, estaba sufriendo y Alina no podía consentir eso. Se acercó rápidamente a él, que enseguida la gruñó.
-Oye, no te pongas así-le regañó ella- solo te quiero ayudar, estas mal...-Alina miró de un lado a otro, hasta darse cuenta de que había un objeto brillante enredado entre las cadenas de su hocico de escamas verde esmeralda.- Creo que es eso, te lo voy a quitar-acercó la mano con suavidad para sacarlo pero aquel dragón la gruñía y la enseñaba los dientes.-
No te acerques
Una voz fuerte y sorda resonó en su mente, Alina se quedó mirando incrédula al dragón. Ambos se quedaron inmóviles, pero oyeron voces de mujeres y sonidos de ramas que les alertaron del peligro.
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The Silent Song
FantasyEn un mundo donde prima el desarrollo y la extravagancia aun perdura un pequeño pueblo, arraigado en las viejas costumbres y miedos. Lo que quizás nadie sepa, es lo que se esconde entre sus calles, su bosque, su playa o su biblioteca. Hechos fuera...