Capítulo 23: Haciendo de niñera

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Aarón estaba bastante frustrado, al parecer Sibil tenía algo muy importante de lo que hablar con Alina y Lily a raíz de la llegada de Azura. Por lo que, a pesar de que había quedado con sus amigos, debía llevarse a Azura consigo al bar. Aunque el paseo le serviría para aclarar ideas.

-A ver, Azura-comenzó a decir, algo nervioso, la verdad es que a parte de su hermana no había tratado con más niñas- ¿Por qué no me cuentas cosas sobre tu hogar?-

-¿Cómo qué?-dijo mientras de paraba a mirar un caracol.-                                      

-No sé, ¿dijiste que tenías hermanas?-

-Todas las estrellas somos hermanas, algunas son mayores que yo y me cuidan, yo soy de las más jóvenes-dijo poniendo morritos, correteo un poco hasta pararse frente a una mariquita.- todas somos iguales, o casi, salvo la reina.-

-Vaya ¿Qué bonito tener tantas hermanas no?-dijo eso pero no paraba de imaginarse un universo plagado de hermanas como la suya y era lo más parecido al infierno que se le ocurría- ¿Os pasa esto a menudo?... Ya sabes, lo de aterrizar a lo kamikaze…-

-Pues no, bueno sí…pero  no a las que son como yo-Azura respondía sin mirarle mientras cotilleaba cada palmo de acera, Aarón no podía evitar verla como un cachorrillo y le ponía un tanto nervioso-

-¿A qué te refieres?-dijo mientras la cogía de su mano hirviente, parece ser que su calor corporal aumentaba de acuerdo a sus sentimientos, siendo una niña tan jovial llevarla al bosque implicaba un incendio forestal- ¿Se lo explicas a tu hermano mayor postizo?-

-¿Eres postizo, como las dentaduras?-dijo ella mirándole raro- bueno, te lo diré… hay estrellas que son muy muy guapas, altas y bonitas como princesas. Tienen el pelo largo largo y muy liso. Esas son las cometas y pueden viajar por el espacio, ver mundo…-

-¿Y el resto?-dijo con algo de pena, Azura tenía unos ojos que brillaban como todas las estrellas de las que hablaba, pero al preguntarla eso se apagaron un poco-

-El resto somos como vuestro sol, -dijo con un mohín triste- crecemos, damos calor y vida pero estaremos siempre ancladas en el mismo lugar. Somos sosas, con el pelo corto y rizado.-

-Oh, vamos-dijo cogiéndola a caballito- tú no eres sosa, eres la niña más salada que conozco. Y lo de salada no es porque te vaya a comer, que te veo venir. Tienes que ser especial porque has llegado aquí-

-Tengo unos mechones lisos y siempre pensé que era por algo-dijo entusiasmada- pero no pensé que fuese por esto, el hecho de que fuese con rumbo fijo a este planeta es extraño… y algo o alguien altero mi rumbo.-

-¿No lo hiciste tú?-dijo Aarón sorprendido.-

-No, tampoco baje yo sola-dijo encogiendo los hombros- algo me hizo caer y otro algo me hizo estrellarme en el agua.-

La cabeza de Aarón se llenó de pensamientos, tenía una ligera sospecha de quien la había desviado pero tendría que ir a preguntarlo él mismo. Aun así las razones por las que lo hizo le eran desconocidas, al igual que las razones por las que Azura se “cayó” sin más.

Frenó sus reflexiones al ver que ya llegaban cerca de la plaza. Bajó a Azura de sus hombros y se agachó frente a ella. Tras pedirla mil y un veces que no diría nada de esto a nadie fuera de la casa y tras hacerla prometer que los polvos y el resto de cosas estaban prohibidos, hicieron un trato. Si ella cumplía todos estos mandados él la compraría un oso de peluche gigante que le puliría todos los ahorros.

Nada más llegar al bar ya comenzó el aluvión de preguntas, “¿Por qué se llama así?”, “¿Qué es un pirata?”, “¿Por qué tenemos que estar aquí?”, “¿Qué es un refresco?”. Aarón decidió comprarla un chocolate caliente y sentarla en una mesa, con esas premisas decidió no quejarse por que todo el mundo le mirase de manera extraña.

The Silent SongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora