Capítulo 20

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Abro los ojos con pesadez y mis oídos agradecen despertar con el sonido tranquilo de las olas. La luz matutina de un día soleado me recibe y admito me gustó el destino de esta misión. Estiro mi cuerpo bajos las pesadas sábanas mientras cierro mis ojos con fuerza, intento salir de la cama pero algo pesado me rodea las piernas, me apoyo en mis codos subiendome un poco para ver qué es lo que tengo y casi me atraganto con mi propia saliva cuando noto porque no he podido levantarme.

Bastian se encuentra acostado boca abajo con un brazo por encima de mis rodillas rodeándolas con fuerza. Esta profundamente dormido con su espeso cabello negro alborotado, boca entreabierta, sus cejas un poco fruncidas y las pestañas acariciando la parte de abajo de los ojos.

Admiro un poco la vista y se me vuelve agua la boca al percatarme de que se encuentra sin camisa y con la sabana blanca cubriéndole la cintura hacia abajo.

¿Estará desnudo?.

Me parecería algo perturbador que lo esté.

Me daría algo de miedo. ¿Y si follé con el sonámbula y no me di cuenta?.

Claro que no tonta, no follamos con él y no eres sonámbula.

Uno nunca sabe.

Admiro la vista un rato más hasta que decido que ya fue suficiente y me pongo mi máscara de fastidio para el. Me quito las sábanas de un solo jalón y me bajo de un salto de la cama, Bastian se sobresalta y mira alarmado toda la habitación buscando amenazas, es tan adorable.

—No sabía que no eras capaz de cumplir la parte de un trato, Warner—le reprocho poniendo mis brazos como jarras.

El bosteza cuando se da cuenta que no estamos ante ningún peligro además de mi furia y se revuelve el cabello distraído.

—Buenos días, cielo, amaneciste mas hermosa que nunca.

El estómago me da un salto y mi agarre sobre mi cintura se debilita un poco pero no lo suficiente.

—¿Qué hacías en mi cama?—le pregunto fastidiada.

—Dormir, ¿que no viste?.

—Y yo que soy la altanera—le recuerdo el sobrenombre que le dio a mi boca y sus ojos se oscurecen un poco por lo que sea que este pasando por su mente.

—Por andar con el perro se te pegan las pulgas.—me responde con simpleza y yo siento que me sale humo de las orejas.—Cálmate, parece que vas a explotar en cualquier momento.

—Ciertamente—gruño y el me mira de reojo sonriendo.

Usaste sus términos habituales.

Mierda.

—Respondiendo a tu pregunta, me metí a la cama porque me iba a morir de una torticolis en ese mueble y en mi defensa me pasé a tempranas horas en la mañana, no fue mucho tiempo el que invadí tu espacio, preciosa.

—No me llames así.

—¿Por qué?, apodo reservado para "Ash"—habla con amargura y yo sonrío con suficiencia.

—Exactamente—me dedica una mirada vacía que me hace estremecer un poco pero rápidamente me recompongo.—Prepárate, saldremos en veinte minutos a desayunar y seremos una pareja de turistas enamorados que visitan el pacifico Colombiano, esta noche tenemos el operativo y siéndote sincera me apetece echar un vistazo a la isla.

Me mira curioso y admito que quisiera saber qué piensa cuando me dedica gestos que no puedo interpretar del todo, me gustaría leerlo.

—Como órdenes, amor—se quita la sábana de la cintura dejando a la vista sus piernas torneadas junto con un bóxer gris, intento despegar la vista de su cuerpo pero me resulta imposible. Se acerca a mi y ubica sus dedos en mi barbilla levantándola para que lo mire a los ojos.

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