Capítulo 21

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El equipo de extracción nos espera fuera del hotel y es toda una travesía cargar al viejo panzón. Entre Bastian y yo lo sacamos como si fuésemos unos turistas ebrios que necesitan irse, bajamos del ascensor y atraemos todas las miradas en el lobby, incluida la de un hermoso rostro afrodisíaco familiar.

José me observa sonriente y me levanta los pulgares, supongo que de forma de despedida.

Le lanzo un beso mientras le devuelvo una sonrisa igual a la de él.

—Te amo—me dice sin emitir un sonido, leo sus labios y Bastian le dedica una mirada furiosa y de prepotencia que hacen tensar a José, pero yo levanto una mano restándole importancia y el vuelve a sonreír despidiéndose de mí.

Salimos del hotel y arrojamos como un costal de papas al doctor, cae dándose un buen golpe contra el piso de la furgoneta y Bastian y yo nos miramos a los ojos analizando si lo tiramos muy duro.

Nos miramos unos segundos más y ambos nos encogemos al tiempo cerrando las puertas traseras.

—Sabes—me volteo hacia Warner que me mira pensativo—No le cortamos el pito.

Recuerdo nuestro plan de dejarlo sin pene por pedófilo y me cuestiono qué pasa si simplemente abro la puerta, le disparo y ya está. Pero eso implicaría parar la hemorragia evitando que se muera y lo más importante, me mancharía de sangre y el exquisito olor de Bastian pegado a mi cuerpo sería reemplazado por uno de metal que claramente no quiero encima.

Por ahora.

—No soy buena cumpliendo promesas, cariño—ronroneo encaminándome a la camioneta que está detrás de la furgoneta.

Bastian me alcanza en un milisegundo y se acerca a mi oído siguiéndome los pasos.

—Eso lo sé señorita Hartmann—me susurra con una mezcla de diversión y excitación—En especial una de primero muerta que yo entre sus lindas piernas.

Freno en seco ante su comentario y lo analizo muy lentamente. El no abandona su actitud despreocupada y siento que me reta con la mirada.

—¿Y quién dijo que ya lo estuviste?—juego con él adquiriendo su misma actitud—Ciertamente aún no me has probado, no has estado aquí—bajo mi mano lentamente hasta pasar un dedo en círculos sobre mi vagina.

El baja su mirada hasta mi mano y su mirada se oscurece llena de anhelo y deseo.

—No me has probado—agrego y él vuelve a mis ojos dedicándome una sonrisa ladeada que me hace babear.

No se cual me gusta más, si su sonrisa pervertida que me promete cosas muy duras y sucias o la feliz de dientes completos que me provoca tomarle una foto con la luz que irradia.

Valiste.

Claro que no.

Un polvo y valiste.

Fueron cuatro.

—¿Es acaso eso un reto señorita Hartmann?—ronronea con su vista fija en mi.

—Interprételo como desee señor Warner—termino dándole un beso en la comisura de la boca mientras él sonríe.

Alguien carraspea a mis espaldas y pongo los ojos en blanco dispuesta a patear el trasero de quien sea que haya sido tan imprudente.

Me vuelvo y la sorpresa nunca llega cuando veo a Dante cruzado de brazos observándonos con ojo de águila.

—Soy del equipo de extracción enviado por la directora, vine por ustedes Aglaia—me habla como si fuésemos los mejores amigos y me cuesta controlar las ganas de clavarle mi haladie en los ojos.

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