Inmerso en ese aire reflexivo que el anochecer parecía impulsar en él, simplemente dio vueltas a sus pensamientos. Vacías exclamaciones que pretendían de una manera u otra, hacerle sentir vivo. Atontado, ciertamente, en un eterno aire dominical que trasmitía una acongojante melancolía. Estaba acostado en esa amplia cama y pese a encontrarse solo en la habitación... sabía que no lo estaba. Mierda, el ruido le irritaba. Y hablaba del "ruido" en todo el sentido de la palabra, nada era como en la ciudad y él, como el eterno niño citadino simplemente añoraba la contaminación lumínica y los carros. Como cuentan las viejas leyendas y como alguna vez su madre le habría dicho, aquellos sonidos simplemente eran "ruidos de la noche". En su mente de niño, en aquellos momentos habría llegado a pensar cualquier cosa, alimentado por una curiosidad hiperactiva. Quizás pensaba en una criatura infernal que emulaba como una bocina todos los ruidos del día... en una frecuencia dolorosa, quizás en el eco de la vida... muchos quizás que quedaban demasiado pequeños para esa noche eterna. Divagaba, entones, sin importarle mucho a dónde fluían sus pensamientos que rebotaban de pared a pared como una pelotita de colores. Y el bosque se devoraba sus pensamientos en un sinsentido evidente. Enfermizo. Y coexistían en esa habitación la sangre y el miedo del primer encuentro, la dulzura de la crema y el afiebrado pesar. Todo en una molesta incomoda en su estómago que lo hacía cambiar de posición sin poder dormir ¿Quizás lo vigilaban? Perturbado su sueño ya simplemente viajaba en su mente. Por primera vez, se sintió superado por una situación, le llenaba... le sobrepasaba... le sumergía sin ningún tipo de lastima en esa espesa sustancia que le recordaba su incierto destino. No tenía miedo... solo estaba cansado. Podía escuchar el traqueteo de las patas de un animal correr por el pasillo, histérico, de un lado al otro, neurótico... enfermizo. Quizás dos o tres más, moviéndose lentamente, gimoteando... de alguna manera trasmitía dolor y eso le destrozaba el alma. Algo le decía que no abriera la puerta, no debía. Simplemente se arrastró penosamente, tratando de calmar sus pensamientos. Abrió el armario suavemente antes de arrastrarse y acurrucarse como un cachorro dentro del pequeño espacio. Al tratase de un armario con un fondo falso, simplemente corrió la madera y se deslizó entre las maderas hasta desaparecer. Hundió su nariz en su abrigo y suspiró suavemente antes de cerrar la puerta y cubrirse con la manta. Ahora, bien, Jeff realmente no se esperaba el desastre que iría a provocar en la mañana, simplemente había necesitado un lugar pequeño para conseguir algo de paz. Ni en un millón de años había deseado poner en apuros a los tres maravillosos muchachos que le tendían la mano con inusual amabilidad. La verdad era que en cuanto logró acurrucarse en la oscuridad del armario, simplemente cayó en un profundo sueño que la seguridad le había otorgado. Y cerró los ojos encomendándose al dios del sueño. Desde su punto de vista todo era grandioso, pero el desastre tocó a la puerta cuando la madrugada dio lugar a la mañana y ésta misma a la hora de los antibióticos.
Es importante destacar que fue Hoodie el pobre mensajero que abrió la puerta en la hora indicada, encontrando una cama armada y la habitación en un completo orden silencioso. Los ojos le pesaban por culpa del sueño y cada paso era un reto para alguien que nuevamente no había podido dormir. No se dio el lujo de pensar absolutamente nada mientras se deslizaba hasta el baño. Vacío. La cama. Vacía. Bajo la cama. Vacío. En el armario. Vacío. Vacío. Vació ¿Dónde estaba? Un gélido terror sujetaba el pecho del rubio mientras espantaba el ensueño amarrando su cabello, guardando las pastillas sobre la mesa de noche. Un puñado random de pastillas que probablemente superaban con creces las necesitadas para el día, pero cansado como estaba simplemente se encargaría de contar las necesarias al momento. Nada lo preparaba para notar que el muchacho no se encontraba allí. Cerró con suavidad la puerta antes de encaminarse la habitación de Tobías con un gesto molesto, pues ciertamente creía plausible que pasasen la noche juntos. Nada. Tobías despertó en cuanto la puerta chirrió, elevando la cabeza como un animal salvaje, con su mano derecha aferrada al puñal bajo la cama. Sus ojos confundidos lo observaron en una conversación que iba más allá de las palabras. Tobías carraspeó golpeando su cabeza contra la almohada antes de impulsarse sin mucho más hacia arriba. Hoodie no irrumpiría en su habitación por una tontera, era algo bastante importante debido a la manera en la que parecía querer desaparecer allí mismo. Podía escuchar como Masky se lavaba los dientes en la habitación contigua.
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House of lies
FanfictionEl chico estaba perdido hasta que se encontró con la bestia. La bestia era un tirano hasta que se encontró con el chico. Ambos no pudieron evitar sentirse llamados a conocerse, tanto uno como el otro poseen fuertes y debilidades que los impulsan a l...