Aquel majestuoso animal en el que Jeff se había convertido parecía traer bajo sus pisadas un aire mágico que se extendía como la pólvora. Contagiosa. Por fin entendía la magia de aquel trote sin límites, del viento sobre su pelaje y la vibración de la tierra entre sus dedos. De alguna manera, respiraba libertad, el carácter indómito que lo caracterizaba finalmente encontraba un lugar en el que encarnarse. Lejos de las ansiedades del día a día, simplemente salpicaba sus pasos en la tierra húmeda, bajando ya el apresurado trotecito de un garañón, en la flor de la juventud. Jeff era, sobre todo, la viril representación de la juventud que pulsaba dentro de su pecho.
Masky iba delante, Hoodie a su derecha y Tobías a su izquierda, bien organizados como la manada que eran. Ya no hacía falta decir más. En tanto, Jeff levemente desbocado (hasta donde los otros tres le permitían) corcoveaba y daba brincos, muy cachorro como para ponerle un freno. Masky, a decir verdad, le tenía bastante paciencia pese a que el muchacho insistía en querer sobrepasarle o chocarle al caminar. Irrespetuoso como solo Jeff. De vez en cuando, le enseñaba los dientes sutilmente y renegando como un perro adulto. Hoodie prefería ignorarlo, sin responder ante sus provocaciones. Esto había llevado a que le intentase morder la cola varias veces. Trataba el rubio de quitárselo de encima, meneando la cola fuera de su alcance. Esto siguió durante un rato, probando cada vez la paciencia del muchacho hasta que reaccionó. Le gruñó fuertemente antes de empujarlo con el morro. "Basta" le dijo y esos hermosos dientes brillaron al gruñirle.
Tobías sí que se prendía en el tonteo, muy de vez en cuando tiraba dentelladas juguetonas a Jeff, mordisqueando aquel alborotado pelaje. Ambos se empujaban entre gruñidos juguetones, meneando sus colas y ladrando con presteza. Al muchacho le agradaba tener alguien con quien jugar, hacía tiempo que no se divertía tanto. Realmente no había pensado jamás que la bestia le dejaría al muchacho salir, y menos transformado. Felizmente confundido, simplemente le seguía el juego dispuesto a enseñarle todo lo que sabía.
Jeff no tardaría en comprender la belleza del mundo natural cuando se abandonaba el cuerpo humano. Casi como reconociendoles como iguales, los animales no se alejaban al verlos cruzar, pareciendo relajarse en su compañía. Gigantescos ciervos, tiernos cervatillos, hurones y gorriones, todos seguían sus rutas sin percatarse de su verdadera naturaleza.
Fue tras una eterna travesía, que sedientos tuvieron que rebuscar en el desastre algún lugar donde reposar y beber algo de agua. Descansar era algo indispensable teniendo en cuenta todo lo que recorrieron. Y, justamente al lado de aquella pequeña ripiera, decidieron descansar. El lugar indicado finalmente fue indicado por la sombra de un arbolillo de moras.
Cauto, Jeff se acercó al agua e imitando al resto hundió su nariz en el agua ahogándose en el proceso antes de siquiera comprender cómo debía de beber. El agua chorreaba de su pelaje antes de poder, finalmente, caminar ligero hasta la costa donde los otros tres lo estaban esperando. Masky rescotado, olisqueaba el aire al tanto simplemente jadeaba, cansado y agitado por el trajín. El jadear resultaba molesto para los que recientemente se iniciaban en el arte de la transformación. Hoodie removía la tierra con sus patas delanteras buscando un lugar más fresco como para recostarse. Tobías paseaba por la orilla, incordiando juguetonamente a las mojarritas que navegaban presurosas en las aguas tempestuosas.
Hoodie finalmente se tumbó, jadeante sacudió levemente su cabeza antes de recostarse contra Masky, quien finalmente cerró los ojos degustando de la buena compañía. Jeff deseoso de refrescarse se tumbó sobre su flanco derecho antes de rodar sobre su espalda, con la panza apuntando al cielo. Se revolcaba como un gusanillo, roncando suavemente mientras sus patas se agitaban de la misma manera, ansioso. Masky le ladró casi como un regaño y de alguna manera su perruno rostro pareció reflejar una sonrisa. Hoodie simplemente levantó la cabeza antes de olisquear el cuello de su compañero y lamer su rostro varias veces, éste se dejó tratar con simpleza.
ESTÁS LEYENDO
House of lies
FanfictionEl chico estaba perdido hasta que se encontró con la bestia. La bestia era un tirano hasta que se encontró con el chico. Ambos no pudieron evitar sentirse llamados a conocerse, tanto uno como el otro poseen fuertes y debilidades que los impulsan a l...