Capítulo dieseis

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A la mañana siguiente, recibieron la muy grata noticia de que el amo estaba en casa (bueno, quizás no muy grata). Y debieron de cambiar todos sus planes. Si estaba el amo en casa, su único trabajo era servirle, atenderle como a un rey (o como un padre, de vez en cuando se producía aquel cambio de roles). Si el amo estaba en casa, nadie salía, las tareas se suspendían hasta que él las autorizara, es decir que podrían gozar de una cierta libertad. Pero la pagaban con su salud mental, vivían angustiados. Toby no fue a patrullar, Masky regresó en cuanto escuchó el llamado y los tres como buenos chicos daban vueltas encantados a su alrededor. Algo que Jeff no terminaba de entender. Y mientras la casa daba vueltas de la alegría, Jeff se había levantado de un humor de perros. Le molestaba lo que Hoodie le había dicho anteriormente y buscar su libertad (y autonomía) era algo que estaba en el primer lugar de su lista de actividades. Pese a lo peligroso que podría llegar a ser ponerlo en práctica. Es entonces que toda la mañana había esquivado a la bestia, manteniendo cortas conversaciones denotando su fastidio, pero sin llegar a ser totalmente maleducado (la delgada línea de lo permitido). Por lo menos hasta la llegada del mediodía. Donde la bestia pretendía sentarse a comer entre todos como la jodida familia Flanders donde todo estaba bien y la armonía se respiraba con una frecuencia embriagadora. Y quizás esa hipocresía era lo que más le molestaba llegado el momento. Pero para la bestia, aquella apatía era sin lugar a dudas simpática, el conflicto constante que tanto le gustaba.

Incomodidad en la habitación. Es así como se podía describir absolutamente todo lo que sucedía en ese momento. En fin, la bestia había regresado para sumergir en el silencio del miedo a la casa completa. Era normal teniendo en cuenta que los había dejado en unas muy malas condiciones antes de marcharse a hacer "quien sabe que" que al parecer resultaba ser muy importante. Y eso muy importante le había llevado casi un mes. Pero, para alivio de todos, parecía estar de un muy buen humor, siendo cariñoso con sus vasallos y cooperativo en lo que pudiera. Allí sentado en la cabecera de la mesa acariciaba suavemente el hombro de Tobías mientras este engullía su comida (pobrecito, quería irse antes de que todo se descontrolara). Fingiendo que todo estaba más que bien. Y Jeff estaba que se prendía fuego del odio, la bestia no tardaría en darse cuenta, funcionaban como un imán para esas cosas.

De reojo, irreverente como siempre, descubrió la mirada penetrante del muchacho con una similitud impresionante a una serpiente. No es que estuviese particularmente interesado en sus emociones o sentimientos, sin embargo, era llamativa la manera en la cual podía ver reflejado el odio en ellos. Una gran laguna de agua clara, que reflejaba el cielo y una amarga frialdad que se mezclaba con un chasquido de odio. Algo que les decía a gritos que no estaba interesado en mantenerse en la mesa con ellos y.... se preguntó, con una agónica curiosidad ¿qué sería capaz de hacer con ese odio sabiendo las consecuencias? Había dejado crecer el lazo entre los jóvenes y lo había puesto a prueba... resistía, pero notaba que el deseo de una supuesta venganza aún se mantenía. Sólida como una piedra. Y quizás era algo más que llamativo, era hermoso, la bestia solamente podía observarlo ser... tan... humano que deseaba romperlo...devorarlo... consumirlo. Hasta la última gota. Hasta las últimas consecuencias. Lo quería hacer sufrir. Pero con tanto ahínco pareció sostener la narrativa de sus pensamientos, que consiguió trasmitir de alguna manera el calibre de los mismos. Serio como la muerte pudo ver en los ojos de Jeff tanto el reconocimiento como la ansiedad antes de centrarse en su plato, cortando con el misterio de las silenciosas miradas. O quizás, simplemente deseaba alejarse lo más posible de todo lo que significan su persona. No necesitaba motivos más fuertes que su propio interés, pero no sabía cómo acercarse. Quería devorar su lado más salvaje, no a la complaciente oveja que añora una caricia. O quizás simplemente quería un reto. Algo que conquistar. A esta altura lo que la bestia quería se había convertido en una adivinanza, un juego del desear y el obtener que con el paso del tiempo perdía el sentido. Y todos estaban atrapados en ese ir y venir de estúpidos ataques.

House of liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora