Mordió suavemente sus labios, ciertamente expectante, mientras que su mirada felina se deslizaba hacia la puerta, viéndole entrar por allí con el magnánimo desinterés de un dios, haciendo de alguna manera que toda la habitación quedara en silencio, siendo el mediodía, el auge del ruido mundano. Incluso logró crear el silencio dentro de la cabeza del muchacho, mismo que no sabía exactamente la razón por la que su pecho realmente parecía sentirse más suelto, como si todo el aire y la desesperación que había estado guardando hasta el momento se liberara con una suave exhalación. Todo estaba bien. Trató de fingir desinterés, inclinado ligeramente hacia atrás, pero perseguía su figura con aquellos ojos que brillaban de una manera peculiar, realmente quería que le dijera algo, que le saludara, que se alegrara de verle por allí o que se molestara de verle fuera de la habitación. Mierda, quería que lo notara, que atinara reaccionara, que alguien en su sano juicio dejase de rechazarlo, que le dieran su lugar. Algo, ni siquiera posó su nula vista sobre él, pasó de largo cerrando la puerta a sus espaldas sin dirigirle siquiera una palabra alada, algún comentario, un reflejo de simpatía, absolutamente nada. Jeff ensimismado elevó ligeramente sus hombros sin encontrarle sentido a aquella evidente manera de esquivarle, sin saber la razón por la cual su pecho comenzaba a doler, impulsándole a ponerse de pie suavemente, dándose cuenta de que había desaparecido rumbo a la cocina, como si tuviera cosas más importantes que hacer que fijarse si él estaba bien. Se impulsó lentamente tras sus pasos como un cachorro ansioso, colocándose una mano sobre el antebrazo ¿Su hombro estaba doliendo? ¿Eso era normal? Talló suavemente la zona antes de asomarse en la cocina para estudiar de mejor manera qué era lo que sucedía, queriendo totalmente llamar la atención, mierda que quería ser integrado ¿por qué demonios seguía allí si no era tan importante su presencia? ¿Por qué no mejor se iba a dar una vuelta por allí? Dio un paso hacia atrás para mirar la puerta, mordiendo el interior de su mejilla suspirando nerviosamente ¿qué debía de hacer? Estaba molesto, pero más allá de eso, confuso de su propio pensar. De alguna manera casi esperaba otro tipo de recibimiento, algo como «Algún tipo de comentario que realmente le pusiera de los nervios que obviamente no respondería» pero la absoluta «Nada» con la que era castigado parecía más dolorosa que cualquier tipo de comentario. Reacción. Reacción. Estaba hambriento de afecto. Podía escuchar como en la otra habitación compartían una conversación que realmente no parecía recibir respuesta una suerte de «muchas cosas confusas» que no pretendía ponerse a analizar por el momento. La puerta. Reacción. Los muebles. Reacción. Elevó su mano hasta tomar el jarrón sobre la mesita al lado del sillón. Reacción. Afecto. Reacción. Interés. Afecto. Todo se resumía a eso, caricias negativas ¿Lo notaban? ¿Lo veían? ¿Les importaba siquiera un poco? No soportaba no ser el centro de atención, se sentía pequeño, solo aislado, como cuando era pequeño, de alguna manera... indefensa. Pasó saliva mordiendo el interior de sus labios antes de simplemente retirar la mano con rapidez cuando escuchó pasos alejándose a sus espaldas, el ruido de las uñas contra el suelo y finalmente vacío. Atinó a ver el reflejo de una cola sacudiéndose en el aire y no mucho más, la casa sola nuevamente, o no tanto. Jeff se inclinó ligeramente para ver a la colosal bestia de pie en la cocina, como un espeluznante remedo a un ser humano, simplemente deslizaba el fino filo del cuchillo sobre un picador encargándose de trozar paso a paso una serie de vegetales con la pasividad de alguien que tiene el pleno conocimiento de lo que está realizando. Una tarea que seguramente había aprendido a fuego y grabada en su cabeza se repetía una y otra vez. Jeff sintió como una corriente de enfado trepaba como fuego por su espalda hasta coronar en su cabeza como una corona de odio que cegó por un instante, lo suficiente para ser conducido por una explosión emocional que en su sano juicio hubiese hecho. O si, si le preguntasen a sus padres o maestros, ciertamente le diría que en su cabeza no brillaba el plácido saber de la inteligencia. Quién sabe. Tomó con firmeza el jarrón mientras apuraba y expulsaba el saber las consecuencias de sus acciones. Y ciertamente, de haberse detenido un poco a pensar, sabría que aquello solamente fundamentaba y reafirmaba el papel dominante que la bestia cernía sobre él en esa práctica domesticación. Como si fuese un animal. Lo estaba entrenando para responder a lo que él consideraba idóneo. Aquello no era más que una ridícula manipulación que pretendía conducirle al típico «quieto, sentado, buen chico» del cual la bestia acostumbraba. Y de indagar siquiera un poco más, ambos serían capaces de comprender que ninguno conocía del todo lo que estaba buscando. Escuchó la estática de la radio al encenderse y la rabia fue insuperable ¿encima pretende ignorarme de esta manera? Casi pareció gritar ¿la radio? ¿Es esto en serio? ¿Pretendía ahogar el ruido de su presencia con aquel estúpido aparato que ni buenas emisoras lograba captar? ¿En serio canciones románticas que sonaban distantes? ¿En serio era aquella tontera? Los dedos del muchacho bailaron sobre la fina pieza de cerámica, los más hermosos pinceles habían dejado su trayectoria oculta en esa belleza, pero él tenía otros planes. No la dejó caer como un accidente tonto. Acción. Reacción. Tiró el brazo sano hacia atrás, sosteniendo sobre su cabeza el objeto antes de apuntar directamente hacia una de las paredes vacías.
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House of lies
FanfictionEl chico estaba perdido hasta que se encontró con la bestia. La bestia era un tirano hasta que se encontró con el chico. Ambos no pudieron evitar sentirse llamados a conocerse, tanto uno como el otro poseen fuertes y debilidades que los impulsan a l...