Capitulo treina y uno

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Decir que los muchachos se encontraban perturbados era decir poco, realmente no parecían haber podido escapar del estupor inicial que aquel encuentro les había producido. Por su calidad de vida y "profesión" no eran muy impresionables a decir verdad, pero no mentían si decían que aquello salía por completo de la normalidad. Incluso Jeff se encontraba inusualmente silencioso al respecto, quizás divagando en su cabeza sobre todo eso. Sally en cambio, mira la televisión sin percatarse (o sin querer hacerlo) de lo que su pequeño juego había logrado socavar en aquel puñado de chicos. No le temían o no por completo, solamente resultaba una presencia inquietante que realmente no parecían querer mantener durante más tiempo. La inocencia de la niña parecía ahora mismo ser un augurio de la oscuridad que se avecinaba. Cierto era que aún se cernía sobre ellos el malestar general de la experiencia anteriormente vivida, no sería fácil olvidar tan espeluznante encuentro. Y para Jeff, desacostumbrado evidentemente al roce con lo paranormal (más allá de los crípticos quiero decir) aquello resultaba impactante y desolador. Reconocer la existencia de Sally como lo que realmente era, le daba una nueva perspectiva sobre la vida y... ¿la no-vida? El saberse destinado a ese final resultaba desolador y avasallante. Es entonces que, pese a gozar de la compañía de la niña, no podía evitar recaer en ese pensamiento fatalista ¿qué hizo ella para terminar en ese lugar? La veía tan dulce, tan amable, tan inocente... tan descolocada en una realidad que no le pertenecía. Él en cambio no era capaz de reconocerse en el espejo, distaba mucho de lo que antes había sido.

Entre profundas reflexiones, casi colapsistas, reconocía que él se merecía la copa de odio que estaba bebiendo, pero ¿qué demonios hacía una niña de 8 años en ese lugar? Si ese era el infierno que él merecía ¿qué pecados un alma noble y dócil había podido cometer para ser atada junto a la miseria? Aquellas interrogantes parecían extenderse como pólvora dentro de esa pequeña casita. A su lado, las dos bestias conversaban copiosamente, como si tratasen de negar que todo aquello había sucedido. Y, para más pesar, endulzando el aire pesimista, bailaban nostálgicas anécdotas por todos lados. La visita familiar había depositado como un néctar gotas de melancolía, buenos recuerdos de tiempos pasados. Como bien se sabe, el tiempo pasa y arrasa, se lleva a todos y todo por delante sin miramientos. Bien acompañados con gigantescas copas de vino.

Uno y otro, en las cabeceras de las mesas ignoraban por completo a los tres muchachos aún sentados frente a sus respectivos platos llenos. Incapaces de probar un bocado. Tantas lunas atrás la bestia los habría obligado a devorar hasta la última pieza de arroz de esos hermosos platos de cerámica. Pero hoy, con la nostalgia de su lado, aquello parecía ser una simple tontería donde no importaba nada más que la plática. Tobías, incapaz de desobedecer la rutina, simplemente mareaba la comida en el plato sintiendo arcadas cada vez que se la arrimaba a la boca. No sabían si estaban esperando a que les diera permiso de marcharse o simplemente querían protección de sus propias pesadillas. Se estremecían como hojas en otoño ante cualquier ruido, mirando de vez en cuando por encima de su hombro.

Habían pasado un par de horas ya en esa charla amistosa, cuando finalmente la presencia sombría de los tres aún sentados ahí comenzaba a ser una molestia. Es decir, tenerlos ahí sentados con cara de espanto mientras intentaban conversar no tenía sentido alguno.

-¿Qué es lo que los tiene tan intensos?- preguntó finalmente el mayor dándoles esa mirada que ya les calaba el alma, algo como "no me hagan pasar vergüenza ahora". Algo corto, pero que servía para decirles que no estaba jugando- Vayan a acostarse o algo- les ordenó dando un corto pero severo golpe en la mesa, más para llamar su atención que otra cosa- no se hagan la víctima ahora- ante la tardanza del cuarteto simplemente dio un largo trago a su copa. Le costaba bastante eso de ser paciente con las emociones y sentimientos de los humanos, tragó su molestia con un poco más de vino.

House of liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora