Recibió un tosco empujón en su hombro, lo suficientemente fuerte para trasportarlo sin ni un atisbo de lástima a la realidad que con tantas ganas quería dejar atrás. Sus caderas, magulladas, solamente podían gimotear cansadas de ser objeto de deseo sin ningún ápice de piedad o de sentimiento. Allí, lastimero, entreabrió sus cansados ojos para situarlos en la oscuridad de una habitación en tinieblas, con la garganta seca y adolorida, coreando a voces un suave quejido que se perdería ante oídos necios. Siendo completamente sinceros, aquello no era lo que alguien esperaría para despertar en una mañana tan pesada como aquellas, el cuidado posterior siempre sería bien recibido con una palmada en la espalda y una pastilla para el dolor. Pero por más que deseara aquello, se notaba a leguas que en esa cama ya no era bien recibido.
-Tengo cosas que hacer- le dijo con cinismo, como si aquello fuese un trámite, mientras, Jeff simplemente rezongaba acostado boca abajo en la cama, ciertamente adolorido a nivel muscular y asolado a nivel emocional. Casi como un niño pequeño, se sentía capaz de romper a llorar solo por recibir una caricia o unas palabras afectivas- así que levántate, y vístete, en breves vendrán los muchachos a llevarte a casa- se limitó a decirle al tanto lustraba sus brillantes mocasines sin mucho interés en lo que a Jeff pudiese estarle pasando dentro de la cabeza. Jeff aprendería con el tiempo que aquello era mucho más que un egoísmo desinteresado, ciertamente había cosas que no podían aplazarse más, y su presencia, muchas veces, era un obstáculo para la bestia. Mejor era tenerlo lejos, tranquilo y contento, que verlo vagando con esos lares y tener que estar cuidando donde metía sus narices. Gracioso considerar a Jeff en ese momento una propiedad invaluable, pero su bienestar era una prioridad considerablemente importante. Era simplemente eso, negocios.
-Que agradable- masculló hundiendo la cabeza en la almohada, desganado. Lo que más deseaba hacer el muchacho en ese momento de debilidad era acurrucarse en brazos conocidos hasta que el estar presente dejase de dar miedo. Jeff, ahora como un niño, simplemente sopesaba entre el sentirse querido y sentirse deseado. Utilizado, como una herramienta que cumplida su función era guardada nuevamente en una caja. Fue sarcásticos aquel comentario, que poco a poco ciñó de un malhumor evidente esa mañana, ya pesada.
-Habla alto, no te escucho- le respondió tras un segundo de deliberación, sin comprender o sin importarle demasiado el ánimo cansado del muchacho. A sabiendas de que debía de recorrer un largo trecho a pie, en su estado ciertamente sería un completo calvario, pero no había de otra. Dentro de la segunda cabaña no lo quería. La fruta buena se pudre en contacto con la mala- Jeff- insistió al ver su negativa a hablar, aún con la nariz hundida en las mantas. Jeff no era para nada culpable del mal humor matutino de la bestia, pero estaba recibiendo gratuitamente aquella tosquedad al ser el primero en toparse con él a la mañana. Ciertamente, sería importante subrayar aquellas pequeñas contradicciones casi humanas que aquella bestia parecía denotar.
-No dije nada- murmuró nuevamente, atajando su voz con las mantas, sin ganas de salir en aquel helado día. Quiso, así, tragarse todas sus palabras, pero la bestia insistió un poco más, puesto que esperaba una respuesta de buen grado ¿no le había dado ya lo que el muchacho quería? Ciertamente no era algo unilateral, gozaba de su compañía como era de esperarse, pero sabía que Jeff también ganaba algo. Era mutuo, pero ante la evidente negativa a hablar y la manera en la cual esquivaba su mirada, sabía que algo más daba vueltas en su cabeza.
-No soy adivino- espetó amarrando su corbata característica- si tienes algo en mente, dilo- fue bastante directo sin siquiera palidecer ante la idea de exponerlo de esa manera- sino, cierra la boca y asiente con la cabeza- fue bastante duro con él, pero realmente nunca se había topado con alguien tan vueltero en cuestiones de expresar sus sentimientos o emociones. Las personas solían ser libros abiertos ante él, de esta manera podía leerlos, predecirlos y entenderlos, Jeff se parecía mucho más a un laberinto lleno de trampas y rincones sin salida ¿cómo demonios podía siquiera atinar a adivinar lo que sea que ahora le molestase? Hoy no era un día para tonterías, debía de ponerse a trabajar y no había algo que le gustase menos que ocuparse de los asuntos de su hermano. Eso sí era un verdadero dolor de cabeza, y tener a Jeff merodeando por allí no era algo que le agradece completamente. Así que como un niño que termina de jugar, se apresuró a guardar los juguetes dentro del baúl.
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House of lies
FanfictionEl chico estaba perdido hasta que se encontró con la bestia. La bestia era un tirano hasta que se encontró con el chico. Ambos no pudieron evitar sentirse llamados a conocerse, tanto uno como el otro poseen fuertes y debilidades que los impulsan a l...