Capitulo veintiuno

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-Es que no quiero bajar...- arrastró las letras el muchacho con un hilo de voz, destrozado y sin ganas de hacer absolutamente nada- por favor...- gimoteó mientras Hoodie se limitaba a peinar con suavidad sus cabellos, ocupándose de arreglar lo más que pudiese el desastre en lo que el chico se había convertido- digan que me siento enfermo- hipo al tanto Hoodie negaba suavemente con la cabeza, sumergido en ese aire fraternal que lo caracterizaba. El eterno hermano mayor que lo soportaba absolutamente todo- es tan injusto...- daba grandes bocanadas de aire mientras Masky le colocaba un par de zapatillas, atando con presteza sus cordones, asegurándose de que se encontrase bien.

-Es solo una tonta cena- le dijo sin reparar en absolutamente nada más- vas, te sentas y comes- afirmó Masky mientras negaba con la cabeza suavemente- luego te vas a acostar y te olvidas de toda esta mierda- concluyó dándole una palmada en el pie para empujarlo fuera de la cama. Se las habían arreglado a la perfección para colocarle una sudadera nueva lejos del llanto que con anterioridad lo había sacudido por completo. No había mucho que pudiesen hacer para mejorar el estado anímico del chico, pero por lo menos tenía una buena presentación personal... ¿a quién engañaba? En su carita se notaba que había estado llorando un montón.

-Es que es muy injusto- le dijo limpiándose la nariz con el antebrazo, mirándole con ese gesto expectante de un niño que realmente no sabe cómo lidiar con un problema. Pero todos sabíamos que ese "problema" radicaba en el corazón, Jeff estaba dolido tanto en el ego como en el orgullo, lo había destrozado. Estaba acostumbrado a que con él sus amantes siempre fuesen los que se enganchaban, él jamás se había arrastrado por alguien. Siempre tendría espacio en sus camas en algún momento de la vida, un "no" nunca había sido problema, siendo y sintiéndose la criatura más hermosa de la noche. Y no era mera formalidad, Jeff realmente parecía un ángel encarnado en la tierra. Su piel era suave, lampiña y delicada como la de una princesa. Sus hermosos ojos celestes brillaban como faroles en un divino celeste pastel, contrastando con sus largas pestañas negras. Su cuerpo era pequeño, delicado como el de un gorrión, pareciendo haber sido hecho a mano para encajar en el pecho de un hombre, de una mujer... de cualquiera de sus conquistas. Había considerado por mucho tiempo a su atractivo evidente como una espada para conseguir lo que quisiera, desolador era comprender que por mucho que lo intentara la bestia no parecía mostrarle interés. Pero ahora se encontraba en ese mismo terrible lugar de sentirse utilizado para saciar un hambre carnal que no tenía mucho que ver con el hambre afectiva que Jeff tenía. Contrastaban entonces los intereses, que hubiesen quedado en claro mucho tiempo antes de haberlo hablado a su debido tiempo- es un hijo de puta- afirmó sin dejar lugar a las dudas mientras tosía con fuerza, gimoteando con dejadez- por dios, como puedo ser tan pelotudo- rompió nuevamente en llanto frotando sus propios antebrazos mientras se inclinaba hacia adelante. Hoodie, sentado a su lado en la cama, frotaba con suavidad su espalda tratando de hacer que se calmara, aunque lo sentía muchísimo con el chico, pero no podía hacerse el desentendido ahora que él mismo se había conducido a la situación nefasta. Y pobrecito, pero "agua y ajo"- lo que más me rompe las bolas es que- se aclaró la garganta- que si me hubiese dicho que...- se talló la cara con fuerza tratando de espantar, de mandar lejos el dolor- no sé man, que ...- Masky sentado frente a él en una silla, simplemente le miraba fijo mientras lo escuchaba llorar, con esa cara de "no entiendo una mierda lo que está pasando", pero lo escuchaba- y, ahí...- una nueva tos interrumpió el discurso haciendo que los otro dos no terminasen de entender la razón por la que estaba llorando- y...

-Bueno, bueno, man- habló Masky tallando sus antebrazos para intentar darle algo más de valor, pero Jeff estaba negado a relajarse y pasar la cena en paz- no te entiendo- le dijo con firmeza- hace un rato estabas más que bien- trató de entender- ¿Qué fue lo que cambio?- Jeff hizo pucheros mientras sorbía con fuerza su nariz, tallando uno de sus ojos mientras buscaba en su paladar algún tipo de consuelo- ¿Jeff? ¿Qué pasó?- finalmente hizo la pregunta que sirvió para terminar de quebrar la resistencia del chico, que le dio esa mirada de "duele demasiado como para usar palabras".

House of liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora