Capitulo veintisiete

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Lo pilló. Eso si horas después de estar  merodeando aquellos lares como un coyote (apodo que hasta el presente se le quedaría grabado, una manera desagradable por la cual comenzaron a referirse a su persona). Iba él con esa mirada repleta de curiosidad, metiendo sus narices donde no debía. Si bien resultaba sorpresiva su presencia en aquel magnánimo salón de millares de columnas y cúpulas centrales, que bailaban en una gracia muy barroca, esa sorpresa comenzó a dar lugar a una molestia evidente. Más por parte de la bestia, bien ya le había dicho él que estaría ocupado y que debía de quedarse en casa a esperarle como un buen cachorro adiestrado. Allí, sentado simplemente hizo girar el contenido de su copa, sopesando la idea de asesinar (de un modo relativo, dar muerte al muchacho a estas alturas ya no parecía ser una idea aceptable) al muchacho con una sola mirada. Pendejo de mierda. Incapaz era la bestia de comprender el espíritu transgresor que guiaba al pelinegro a meter la pata constantemente. Suspiró dejando lentamente la copa sobre la mesa para luego girar su cabeza hacia sus comensales, mismos que cubrían su rostro con una suave tela de seda, que se balanceaba con sus respiraciones. Agachó ligeramente la cabeza como si se disculpara por la interrupción antes de girarse hacia el muchacho, que sobre sus pies simplemente respiraba lentamente con los ojos bien abiertos. Jeff sabía que la había cagado en grande, arrepintiéndose rápidamente de haber engañado al trío perruno para poder hacer de las suyas. A sabiendas ahora de que ellos serían castigados por su egoísmo, simplemente apretó sus labios dispuesto a comenzar a lloriquear por ello, pero no tuvo tiempo. La bestia lo cazó del brazo con demasiada fuerza, elevándole ligeramente del suelo para chitarle un rápido y completamente lleno de odio "cierra la puta boca".

-¿Quién es tu invitado, hermano?- una voz hizo eco a sus espaldas, haciendo que Slenderman se irguiera cambiando totalmente su semblante a uno más amigable- ¿Por qué no haces que pase?

-Es uno de sus muchachos- Splendorman señaló llevándose una cucharada de aquella vomitiva sustancia a los labios, riendo socarronamente. Slenderman le clavó la mirada en plan serio, ordenando a su sangre a cerrar la puñetera boca- el favorito- soltó con diversión haciendo que la mesa se llenase de risas.

-No es nadie- afirmó él con seguridad sin soltar el antebrazo de Jeff, mismo que aún sostenía con fuerza. Jeff no se quejaba porque por alguna razón sabía que pese a todo Slenderman estaba de su lado.

-¿Por qué no lo invitas a quedarse?- una voz que solo podría describirse como áspera, hizo eco dentro de la habitación logrando la que mesa volviera a estar en silencio- la curiosidad es muy humana, hermano- soltó con soltura mientras un vaho de humo escapaba de millares de bocas que se abrían con dolorosa soltura. En un eco interminable que hizo a Jeff marearse y temblar hasta sus huesos.

-No será necesario- Slenderman nuevamente respondió- hermanos- comenzó negando con la cabeza- ningún hombre está invitado a reunirse con dioses- el crujir de dientes y los gruñidos animales llenaron la habitación en una clara señal de diversión, acompañado con el golpeteo de pesuñas, cuernos y colas, en aquella larga mesa que se perdía ante la mirada atónica de Jeff.

-¡Que sea comida de perros entonces!- gruñó la selecta muchedumbre, antes de que Slenderman lo empujara con fuerza fuera de la habitación, logrando que Jeff aterrizara sobre su espalda sobre aquel amplio pasillo que tiempo antes había recorrido con curiosidad. El trio se arremolinaba en el pasillo, sus dientes chocaban unos contra otros ansiosos como si esperasen algo para comer.

-Por favor- Jeff soltó con un quejido mientras tendía a caer de rodillas para evitar ser arrastrado fuera, pero a bestia sin ningún tipo de remordimiento lo tomó de los cabellos, elevándolo hacia arriba sin ningún tipo de lastima por alguien a quien decía... amar. Bien, esa ya es una palabra complicada en realidad ¿Jeff amaba a la bestia y la bestia lo amaba de vuelta? Eso era ir por terreno peligroso, de seguro en cuanto alguien apurase esa pregunta en dirección a Jeff este simplemente rodaría los ojos en respuesta. Y como se suele decir "sarna con gusto, no pica", Jeff apretaría los labios y seguiría con lo suyo. En terreno de la bestia no habría nunca seguridad en nada- no quise desobedecerte- se apresuró a disculparse mientras la sangre comenzaba a deslizarse de su cuero cabelludo y las lágrimas a explotar en sus ojos- estaba muy aburrido, yo quería... yo... lo siento.

House of liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora