Capítulo veinticuatro

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-Creí escuchar que les pidió que se detengan- aquella perpetua voz hizo eco dentro de aquella pesada habitación, haciendo que por alguna razón Jeff se sintiera culpable de aquella intervención... o eso suponía, su cabeza daba vueltas de manera confusa sobre la mesa incapaz de sostener la mirada en algún punto en especial. Sus manos rápidamente bajaron contra la mesa para impulsarse hacia arriba y, dios, tan mal como sonaba todo aquello, simplemente se chocó contra una silla al deslizarse torpemente rumbo a donde la bestia se encontraba de pie exudando aquella propia energía pesada y peligrosa que lo caracterizaba. Y Jeff se sentía muy mal, a duras penas podía mantener la mirada fija, temblaba demasiado como para poder sostenerse a sí mismo de pie ¿Qué mierda le habían dado de tomar? Y su estómago se sentía horrible, sus piernas se doblaban, deslizándose sin control hacia abajo. Se afirmó de la mesada de la cocina al disparar rápidamente fuera del alcance de los otros tres, pero no lo suficientemente rápido pues la bestia lo tomó del antebrazo antes de que se desplomara en el suelo. Francamente estaba sorprendido de que hubiese podido moverse con tanta agilidad teniendo en cuenta lo drogado que estaba-, casi le resultó cómico y... se hubiese reído de no haber estado tan jodidamente molesto. Jeff era suyo, completamente suyo, desde la coronilla hasta los dedos de sus pies, cada suspiro, pensamiento o sonido le pertenecía por completo. Es entonces que sentía como una falta de respeto hacia su persona, cualquier cosa que pudiese llegar a hacerle al muchacho. Jeff era alguien que no podía, ni debía ser tocado por absolutamente nadie más a menos que él lo solicitara, y ese aspecto que era ampliamente conocido en esos lares formaba una de las principales y más jodidamente importantes reglas del lugar. No meterse con la pare... no meterse con el interés romántico del amo. De la misma manera que no es recomendado meter la mano dentro de la jaula de los leones y sacarle el trozo de carne de entre los dientes, de esa misma manera, no debía siquiera considerarse estar cerca de Jeff. Triste sonaba admitirlo, pero Jeff era el pedazo de carne codiciado y se encontraba atrapado entre las garras de la bestia. Aquello no era una respuesta moral, impulsada desde el ideal de que cada persona tenía el derecho innato de sostener y mantener sus libertades, mismas que comenzaban donde terminaba las de un tercero. Sino que Jeff era un alguien perteneciente a un alguien mayor, y sus libertades se veían truncadas por las necesidades de la bestia. Es decir que este decidiría sobre él como se le antojase, podría considerarse un acto de bondad toda la libertad que había tenido hasta el momento, disfrazado de un faso ademán de autonomía. Jeff funcionaba así porque había sido condicionado a eso, una respuesta instalada dentro de su cabeza que lo había adiestrado a una respuesta casi animal de querer arrastrarse y esconderse bajo el amo. Si bien sus cadenas eran, por lejos, mucho menos notorias que las del trío de proxies, estaban igualmente arraigadas con bastante profundidad. Y Jeff, en una ignorancia casi perfecta, se limitaba a moverse "libremente" dentro de aquel tablero de ajedrez construido exactamente para él. Pero lejos de todo aquello, Slenderman se encontraba más que molesto, sosteniendo con fuerza el brazo de Jeff como quien sostiene la correa de un perro amedrentado por otro mucho más grandes que él- te dijo que no- fue firme con aquel veredicto, descubriendo casi sin querer una segunda faceta de la bestia... de haber aceptado el evidente intento de ligue de los otros tres... ¿Le hubiese dejado cumplir aquella fantasía carnal? Y a Jeff le pareció bastante confuso mientras tallaba su rostro con su mano tratando de espantar la indeseable sensibilidad a la luz que ahora parecía más que dispuesta a atormentarle. A esta altura, lo único que le mantenía de pie era el agarre de la bestia- no me importa lo que hagan en la intimidad de la noche- fue más que firme- no me importa los retorcidos deseos que dan vuelta dentro de sus cabezas- podía ver como las tres figuras, de pie, parecían bastante contrariados con la intervención de la bestia, si bien sabían que Jeff le pertenecía, lo habían confundido con un simple proxy. Jamás, Slenderman había intervenido cuando molestaban a los suyos, jamás, incluso de haber estado presente en la habitación- no me importa- Es entonces que le resultaba extraño el hecho de no poder poseer al recién llegado como hubiesen hecho con cualquier otro, en la tierra de "nadie" donde se encontraban, no era raro descubrir camas húmedas y llantos silenciosos, sangre embadurnada en paredes llenas de secretos y bocas cerradas que temían escupir la verdad. Pues dentro de la casa del pecado no se discriminaba, allí no había santos, pero si jóvenes incautos y monstruos corrompidos, jugando al gato y al ratón con cartas invisibles. Si bien, existían otras cabañas, con otros líderes, esa cabaña (en la que se encontraban) era una de las mejores y más tranquilas... Es así como rápidamente el cordero se volvía lobo o simplemente se dejaba devorar ¿Cuántas tumbas sin nombre se escondían entre las raíces secas de los árboles? Eso era un horror. Un infierno para cualquiera- pero lo que me pertenece- fue firme apretando con fuerza el brazo de Jeff. Y era una mierda en realidad, pero al muchacho le convenía tener a alguien con poder de su lado, que pudiese cuidarle en situaciones como esas cuando su mente aún muy humana lo traicionara. Muy niño para algunas cosas, muy grande para otras tantas- NO SE TOCA- un gruñido gutural escaló por su garganta haciendo eco dentro de la pequeña habitación, despertando casi por completo a los tres chicos que simplemente temblaron de arriba abajo con esos ojos repletos de hambre y corrupción, no había miedo, eso era sorpresa e irritabilidad, pero el respeto los obligó a agachar la cabeza- LO QUE ES JODDIDAMENTE MIO NO SE TOCA- con un estallido de estática todas las luces de la casa se encendieron provocando una sobrecarga de energía que llevó a los focos cercanos a explotar y chispear en una lluvia de cristales que lleno el suelo por completo. La bestia simplemente arrastró a Jeff hacia un costado, pendiente de que ni siquiera el polvo lo rozara- y me importa una mierda todo lo demás- afirmó nuevamente cuando millares de apéndices negros de todos los grosores rasgaron su piel para presentarse a su lado como un séquito de serpientes negras listos para atacar a cualquiera que pasase por allí. El enojo se podía sentir en el aire, cada poro abierto liberaba aquella sustancia que activaba los receptores de peligro dentro del cerebro humano, pero ante una lucha o huida, simplemente se sumergían en una sumisión constante- abajo- las paredes se rasgaron y la bestia se acercó amenazadoramente, haciendo que temblaran de arriba abajo, bajando suavemente hacia el suelo de manera escalonada. Primero el titiritero, con parsimonia, ciertamente algo que no olvidaría porque en su rostro se notaba aún la irreverencia de tener que inclinarse delante de alguien de esa manera tan vergonzosa, directamente en el orgullo- podría abrirles la cabeza en este jodido momento, pintar con sus intestinos las paredes- espetó furioso- ¿Y saben qué? A nadie le importaría una jodida mierda que lo hiciera- bramó golpeando la puerta- es más, se dé un par a los cuales les alivianaría un montón la existencia- fueron entonces los otros dos quienes se agacharon. Eyeless Jack quizás atontado en la bruma de un recuerdo que le hacía dar vueltas a la idea de un ejército al cual había pertenecido... tanto tiempo atrás que era incapaz de formular una idea sobre eso. Entonces el sabor a un recuerdo que francamente no terminaba de recordar, se estableció en la base de su paladar mientras tiraba el cuerpo a tierra- deberían estar suplicando que les perdone la vida- y Jeff se sintió jodidamente culpable, jalando suavemente de su brazo mientras sus ojos resbalaban por la sala- debería darles vergüenza, un puñado de inadaptados... despojos- aplastó con su pie la cabeza del payaso mientras la retorcía con rudeza- pero no se preocupen, ya llegué yo para poner las cosas en orden en este jodido lugar- y pese a querer hacerlo, tuvo que sostenerse a sí mismo para no arrancarles las cabezas y metérselas por el jodido trasero, quería hacerlos trizas... destrozarlos contra el suelo para arrojar sus cuerpos sin vida a los perros... no sería la primera vez que daría de comer a los suyos a inadaptados en pedazos. Pero no podía, en primer lugar, porque no estaría dando un buen mensaje hacia la casa y en segundo lugar (quizás lo que más les frenaba a estas alturas) estaba el hecho de que eran inmortales, nada de lo que hiciera pudiera llegar a dañarlos de alguna manera. Se habían acostumbrado tanto al dolor que realmente servía para alentarles un poco más a seguir rompiendo las bolas. Y se sentía tan frustrado que quería explotar de la rabia en un segundo ¿Acaso no significaba nada el hecho de tener a Jeff cerca? Eso tendría que haberle dado por lo menos un par de días de paz mientras buscaba de a poco un lugar, renombre y respeto. Todos lo habían conseguido de esa manera ¿Qué sucedía en esa cabaña? ¡Sodoma y Gomorra le quedaban cortas! Ciudades hermanas destrozadas por la hipocresía y la corrupción. Apretó los puños, lleno de rabia mientras se limitaba a liberar lentamente el aire de sus pulmones- ya sabes Jeff- le dijo finalmente colocándole una mano en el hombro, haciendo que el chico levantara la vista de los que estaban en el suelo. Y con un cierto aire cómplice le dijo, quizás una de las frases que se le quedarían grabadas en la cabeza hasta el final de los tiempos y que sellaría finalmente su personalidad- hay algunos que nacieron para ser vistos desde abajo, con respeto- el agarre en su hombro se afianzó- y para los perros, son las sobras- escupió directamente al suelo donde los otros tres yacían acostados hacía tiempo. Aquella diferenciación le hizo ruido en la cabeza mientras una suave y lenta sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro, comenzando a comprender- elegí más sabiamente con quien te juntas, no vaya a ser que termines de la misma manera- y lo empujó hacia delante suavemente haciendo que el muchacho se tambaleara sobre sus pies un par de pasos antes de querer mirar por encima de su hombro, siendo interceptado al instante por el mayor quien giró su cabeza rápidamente-no- le dijo- hablaremos de sus castigos en la mañana- habló la bestia finalmente antes de cerrar la puerta del pasillo a sus espaldas y tomar a Jeff del interior de sus hombros- sube- le dijo poniéndole de pie sobre uno de los escalones de la escalera, pero insistía en dejar caer la cabeza hacia atrás con esas enormes pupilas dilatadas. Sus piernas de arqueaban ante la sola idea de cargar peso y no podía sacar esa cara de tonto intentando focalizar su vista en el rostro de la bestia- camina- gruñó suavemente empujándole hacia delante.

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