Capitulo veintitrés

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Jeff se llevó una taza de café a la boca mientras pretendía que no era el objeto de estudio de un par de ojos curiosos que saltaban a su alrededor, ciertamente verle llegar en brazos de la bestia no había sido un buen comienzo para alguien que solamente quería limpiar su nombre. Pero bueno, ahora no le importaba absolutamente nada, tomando el jodido café más dulce de su existencia mientras escuchaba a la bestia hablar como una radio descompuesta sobre unas tontas reglas que no terminaba de entender en su totalidad ¡Era demasiado! y casi como un hermano menor consentido, sentado en el desayunado de una jodida cabaña idéntica a la suya (cambiaba el orden y la decoración) mientras los regañados, sentado en la mesa se miraban las caras los unos a los otros bastante confundidos. Ciertamente, nadie esperaba que la bestia los despertara a las 11 de la mañana, si para los que duermen a las 7 de la mañana, el ser despertado a las 11 era un jodido dolor de cabeza y de mala educación. Además, nadie esperaba ser levantados a los gritos para ser sentados en esa mesa hacía una hora para que les regañasen como un montón de niños pequeños. Ellos no eran capaces de comprender el enojo, con la casa hecha un desastre, la ropa sucia por todos lados, los platos sin lavar de hace tres jodidos días (o más, esa mierda tenía vida), el baño era un desastre y podía escuchar los mapaches comiéndose la basura en ese mismo momento. Era de entenderse que Slenderman estuviese molesto, como un padre (dictador dirían algunos) mantenía sus manos puestas en la cintura con este gesto enfadado mientras enumeraba uno a uno sus pecados. Es entonces que se respiraba un aire tenso, pues el enfado era evidente, en caritas adormiladas envueltos aún en pijamas, deseando volver a la seguridad de mantas cálidas. En el extremo de la mesa se sentaba una bestia idéntica a la suya, diferenciándose por un traje moteado salpicado de brillitos, con esa mirada cansada característica (al parecer) de esa cabaña. Los eternos trasnochadores. El rostro descompuesto en una mueca cansada mientras apoyaba la barbilla en la palma de su mano, nada que ver con la pulcritud que normalmente enseñaba Slenderman. Jeff disfrutaba del lio al no ser él quien era regañado, pero pronto entendería que ser el que "siempre hacía las cosas bien" no sería algo agradable para absolutamente nadie y conseguir amigos o compañeros no sería algo bastante sencillo. Pero por ahora disfrutaba de todo aquello, rompiendo con la punta de sus dedos algunos trozos de galletitas para llevársela a la boca, dándole largos tragos a un café que ni siquiera había preparado él. Digamos que la bestia lo estaba consintiendo... un poquito, quizás de esa manera intentaba arreglar el haberlo visto llorar la noche anterior o simplemente había preparado café de más. A Jeff no le importaba, simplemente daba vueltas a la idea de que se había ocupado de él y... ah, tampoco era que le importase demasiado, podría tranquilamente habérselo preparado él solo.

-Ustedes hasta donde sé, son personas- dijo dando golpes con la punta de su dedo en la palma de sus manos- y no puede ser que tengan la casa hecha un desastre- luego señaló hacia la heladera, haciendo que Jeff simplemente mirara también el lugar indicado- no sé qué mierda comen, porque la comida se pudre en la heladera sin que a nadie le importe un carajo- Jeff se llevó una galletita a la boca antes de mirar el paquete, rodando los ojo antes de escupir el contenido en su mano y dejarlo amontonado en la servilleta, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Quería volver a casa. Tomó algo más de café pensando en las cinco galletitas que ya se había comido. Ciertamente disgustado- me tienen podrido- estalló con fastidio mientras Jeff saltaba de rostro en rostro adormilado, vislumbrado a Jane y su acompañante aún con un ojo morado, el labio roto y marcas en las muñecas. La venganza era un plato que se servía frío o un café con un montón de azúcar y unas galletitas que venció hace tres meses- ustedes saben que van a ser penalizados por cada una de sus faltas ¿entonces por qué no hacen lo que se supone que tienen que hacer?- gruñó señalando finalmente a la bestia- y vos, terrible hijo de puta- Jeff rio suavemente haciendo que Slenderman girase para darle esa mirada de "no es el momento" ganándose más malas miradas aunque realmente se estaba riendo por el uso de una "mala palabra"- es tu jodida responsabilidad mantener el orden- finalmente, desconcentrado por la interrupción de Jeff simplemente no supo que más decir- ahora no se van a ir a dormir, se van a ir a limpiar este desastre ¿Está claro?

House of liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora