Capitulo veintinueve

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Pese al dolor que significaba mover siquiera un músculo de su cuerpo, el muchacho simplemente lo ignoró al tanto que deslizaba su mano sobre la mesa de noche buscando algo. Siempre había preferido arreglárselas solo, es entonces que no era una sorpresa que no pidiese ayuda en absolutamente nada. Negado hasta la muerte en ser llamado carga. Quién sabe, quizás una secuela de su primer estadía en el hospital, en la unidad de quemados, por tanto tiempo. Con simpatía, reconocía todo lo que los inducidos al coma eran capaces de escuchar. Es así como cubierto por las tinieblas de una habitación ajena, se limitó a rehacer el camino hasta la pequeña radio que en el día había descubierto, pero temeroso había ignorado.

Su horario de sueño se había desarticulado por completo y no ayudaba mucho que todo estuviera oscuro durante tanto tiempo, pero a estas alturas ya se había acostumbrado. Es entonces que en la bruma de los calmantes, reconocía con pesar que comenzaba a aburrirse de la soledad. Los encuentros con la bestia siempre estaban atenuados por una lluvia de analgésicos y calmantes que comenzaba a confundirlos con sueños. Se sentía confundido, aburrido y atrapado, pero jamás expondría sus más profundos pensamientos a la bestia, temiendo ser ridiculizado y callado como a un niño. Por otro lado, a la bestia le resultaba bastante complicado responder a las necesidades de Jeff si no eran expresadas en voz alta y con claridad (digamos que son cosas que le superaban, al ser uno y otro de diferentes mundos). Es entonces que donde la bestia interpretaba que Jeff necesitaba espacio, sería todo lo contrario. Pero ante la mala comunicación no había mucho que se podía llegar a decir al respecto. Entendiendo esto, si Jeff le dijera explícitamente que se estaba aburriendo y que quería algo para hacer, la bestia se le había otorgado sin mucho más. Jeff era inmaduro en muchas cuestiones y, a veces, le costaba imponer su punto de vista. Aprendería con el tiempo y el ejercicio de su propia autonomía.

Reteniendo el aliento se limitó a deslizar su mano izquierda sobre la mesa de noche, tratando de moverse lo menos posible y de controlar el dolor (aún atenuado por los calmantes). Finalmente dio con la pequeña radiecita, sacó la lengua ligeramente antes de alcanzar los botones y perillas, pudiendo finalmente encenderla. El ruido de la estática llenó el ambiente casi al instante y Jeff suspiró, cansado. En la oscuridad simplemente volvió a tocar los botones azarosamente hasta que la estática se vio interrumpida por voces en un dialecto bastante extraño, que pareció ignorar cuando fue precedido por música lenta. Satisfecho miró hacia el techo y parpadeó, perdiéndose en sus pensamientos. Noches solitarias acompañadas de la radio, aquel pensamiento le sonaba bastante doloroso. No pudo evitar mirar al sillón colocado con cuidado a un par de metros de la cama, apuntando hasta la nada. No le costó mucho imaginar a la bestia sentado ahí, solemne y estoico, solamente dejándose acompañar por la estática. "Debe ser jodido estar tan puñeteramente solo" pensó con sorna a sabiendas de que se sentía de la misma manera, pero como era de esperarse, no lo admitiría jamás. Dejó que la música guíe sus pensamientos durante lo que parecieron horas enteras, saltando de tanto en tanto en propias reflexiones internas. Desde luego, el estar postrado, volvía a su cabeza un mar de información que debía de revisarse una y otra vez, sin cansancio. No estaba en un mal lugar (de esos que conocía bastante bien) solamente en uno neutral, casi superficial, sin querer internarse más de lo debido por temor a no poder salir después. Es entonces que recibió la visita anunciada con bastante más sorpresa de lo esperado, casi como un niño que es atrapado en una travesura quiso apagar la radio cuando la luz lo encegueció. El tosco movimiento de su antebrazo le arrebató un quejido gutural mientras su mano se detenía sobre la radio sin más, demasiado tarde como para moverse.

Avergonzado atinó a mirar a su visitante. Slenderman, de pie en la puerta con la bandeja de comida simplemente parecía curioso por su reacción. Incluso le pareció divertida la reacción del muchacho, puesta vergüenza subió por su rostro mientras se negaba a mirarlo.

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