24. Púas en la lengua.

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Llega a un punto en su embarazo cuando se vuelve intolerante con demasiadas cosas, las suficientes que se vuelve un problema total con Steven, quien simplemente sonríe y se mueve de un lado a otro buscando complacerlo. Cambia las sábanas del nido constantemente e incluso los cojines son reemplazados cuando se convierten en una molestia, nada a su alrededor tiene textura, porque el simple roce se vuelve una molestia, algo que su esposo ni siquiera cuestiona, hasta que finalmente parece estar en calma y cómodo cuando todo lo que repentinamente detesto es retirado de las cercanías de su cuerpo.

—¿Te duele? —cuestiona curiosa, como siempre, manteniéndose al borde la cama mientras no estén por dormir, prefiere infinitamente que sea Drew quien disfrute de la cama en su totalidad y no tenga que permanecer en un espacio demasiado reducido, suficiente con su cuerpo que crece cada día.

—No es doloroso, simplemente... Me irrita. —mantiene los ojos cerrados, no tiene sueño, pero aun así está cansado de todo el movimiento que se tuvo que realizar en el nido donde se encuentra recostado, esforzándose por no pensar en arreglarlo ya que no tiene fuerzas para hacer tal cosa-

—¿Cómo te irrita? ¿Te sale salpullido en algún lugar? —sigue preguntando, acercándose solo un poco a su casi tranquilo compañero, están tan cerca de su suave aroma le hace sonreír inmediatamente, aunque no por ello olvida lo que se supone está preguntando.

—No, pero es molesto. —frunce el ceño ante la imposibilidad de mantenerse en silencio, probablemente decirle a Steven que se acostara a su lado lo callaría un rato, pero su Alfa esta vestido y de seguro tardarían demasiado en que se pusiera algo que le haga sentir cómodo cuando se acueste a su lado.

—¿Qué tan molesto? ¿Igual de molesto que cuando hago esto?

Se mueve rápido desde su lugar cerca de Drew, sacando la lengua y pasándola por la mejilla de su compañero. Está consciente de la textura espinosa de su lengua, todo gracias a las púas que, aunque como Alfa ya no necesitan realmente, siguen sin desaparecer por completo, normalmente el tacto siempre pasaba desapercibido, no importaba que tan hipersensible se encontrara el Omega, pero en otras ocasiones, como este momento, por ejemplo, las púas se sentían lo suficiente que no fue para nada raro el golpe lleno de furia con el cojín que recibió.

—¡No hagas eso! —no está seguro que es lo que lo pone más furioso al momento, si lo horrible que se sintió la lengua contra su piel, haberse tenido que levantar o el cojín que lazo volando, pero si de algo está seguro, es que espera que nada de eso se tenga que repetir pronto.

Lamentablemente, las risas del Alfa en la habitación no ayudan a disminuir su irritación, necesitaba algo mucho más contundente con lo cual golpearlo.

Rosa sin espinas. [Omegacember  2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora