๛ dieciocho.

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—Luces terrible.

—¡Ymir!

Charlotte soltó una carcajada, y es que sí, realmente lucía terrible. Ni siquiera todo el maquillaje que había puesto aquella mañana en sus ojos había sido suficiente para cubrir sus más que notorias ojeras y también estaba algo decaída, aunque la razón era más que obvia.

En todo el día había hablado muy poco con Jean, y dentro de lo poco que habían hablado, realmente no estaba el mismo ambiente alegre de siempre, simplemente estaba aquella tensión que ninguno de los dos se atrevía a cortar por miedo.

—Oye, nosotras dos iremos a almorzar, ¿vas con nosotras? —cuestionó la pecosa.

Iba a responder, sin embargo su teléfono vibró encima de su escritorio siendo casi imposible de ignorar, por lo que decidió revisar aquel mensaje.

Jean:
Puedes venir?
Te necesito

Charlotte:
Puedes llamar al teléfono del trabajo
si es que lo olvidaste, Jean.

Jean:
Lo que necesito no es sobre trabajo
Así que ven

—¿Y bien? ¿Vienes con nosotras?

—No..—negó con el ceño fruncido— Me duele un poco el estómago, vayan ustedes.

—¿Quieres que te traiga pastillas? —esta vez fue Historia quién le habló a Charlotte, quién se negó— ¿Segura?

—Segura, ya se me va a pasar.

La pareja se fue y en cuanto Charlotte se halló completamente sola, ordenó un poco su escritorio para calmar los nervios. Realmente no tenía mucha hambre, pero más le valía a Jean tener una buena excusa para haber sacrificado su hora de almuerzo. La verdad era que estaba algo asustada, no sabía para que la necesitaba el castaño y eso la ponía nerviosa, demasiado ansiosa cómo para pensar con claridad.

Tocó la puerta de la oficina de Jean tres veces antes de que él le diera el pase y tomó una fuerte respiración antes de abrir la puerta con expresión neutra. No quería lucir molesta, no quería lucir ansiosa, quería lucir neutral y lo logró.

—Cierra la puerta.

Siguiendo órdenes, hizo lo que Jean le dijo que hiciera y se quedó de pie frente a su escritorio, esperando que el chico dijera o hiciera algo.

—No me hablaste ayer cuando llegaste, estaba preocupado.

—¿Me llamaste para eso?

—No.... Ven aquí.

Jean palmeó uno de sus muslos, indicándole a Charlotte que tomase asiento en ellos y por mucho que la ojiverde quiso negarse, no pudo, había algo en su pecho que le decía que le hiciera caso a Jean y así lo hizo. Caminó lentamente hasta quién era su jefe y se sentó sobre sus piernas, sintiendo de inmediato sus grandes manos rodeando su cintura.

—¿Qué querías decirme?

—Quería pedirte perdón por todo, lo que hice no estuvo bien y yo...

Se interrumpió a sí mismo quedándose en silencio, pensando seriamente en si hacer o no lo que tenía pensado. No quería que Charlotte se alejase de él, no quería dañarla.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora