๛ veintitrés.

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La oficina de Jean era un desastre de papeles y documentos sin firmar. Aún tenía que cerrar un trato con los Ackerman, firmar unos papeles para Eren y terminar algunos documentos que tenían que ver con el inicio de la construcción del nuevo hotel de Mike Zacharias. Era demasiado para su cabeza, estaba algo harto y quería largarse a su casa para no volver a pisar jamás la empresa, pero no podía. No había salido de aquellas cuatro paredes en casi todo el día, no tenía certeza de que hora era y en su estómago lo único que había era una taza de leche con cereales que había ingerido en el desayuno.

—Permiso..—oyó la voz de Charlotte al entrar en su oficina, sin embargo no levantó la vista de su computadora—No has comido nada en todo el día, ¿verdad?

Hizo un sonido de negación y siguió con lo suyo, estaba demasiado estresado y ni siquiera podía concentrarse bien en lo que estaba haciendo. Charlotte se acercó un poco más a su escritorio y dejó sobre el una bolsa de papel y un vaso plástico del starbucks con timidez en sus acciones.

—No sabía bien que comprarte, pero elegí un pie de limón porque a todos les gusta...—mentira, a ella no le gustaba en lo absoluto— Y un capuccino cómo te gustan a ti.

Jean levantó la vista de la pantalla sólo para observar el rostro de Charlotte. Sus pálidas y pecosas mejillas se habían tornado de un adorable color rosa, haciendo lucir aún más aquellas constelaciones poco notorias sobre su rostro y sus ojos transmitían preocupación y amor sincero.

—Gracias pero no tenías que preocuparte, linda..

—Tienes que comer.

El mayor se quitó las gafas de descanso para dejarlas al lado de su computadora y le hizo una seña con la mano a Charlotte para que se acercase y así lo hizo.

—Necesitas descansar, ya has hecho bastante por hoy.

Charlotte se sentó sobre el escritorio de Jean y lo miró con preocupación. En su rostro se notaba el estrés y sus ojos denotaban cansancio, cualquiera que lo viera adivinaría fácilmente que llevaba al menos ocho horas trabajando sin parar.

—Tienes razón, lo siento...—dijo mientras abría la bolsa y sacaba de ahí el pie de limón, Charlotte podría jurar que vio sus ojos brillar en el momento que vio el alimento— ¿Quieres?

—Come tranquilo, yo ya comí.

—Quería hablarte de algo...

Con aquella frase todos los sentidos de Charlotte se agudizaron y sus nervios se pusieron de punta. Todos los "tenemos que hablar" en su vida habían acarreado consigo problemas bastante grandes y sinceramente, que esa frase proviniera de Jean le causaba más pánico que cualquier otra cosa en ese momento.

—Tranquila, no es nada malo.—el castaño le dedicó una sonrisa y el alma le volvió al cuerpo— Es que Marco es la persona en quién más confío, y quería saber si puedo contarle sobre nosotros...

—¿Por qué me preguntas?

—Porque no quiero hacerlo y que luego te sientas incómoda con eso.

Aquella respuesta enterneció a Charlotte, por lo que se inclinó lo suficiente hasta alcanzar los labios de Jean y dejó un corto beso ahí. Sus labios sabían a pie de limón, y aunque no le gustaba el sabor, le dio igual.

—Puedes contarle a quién quieras, de todos modos yo ya le conté a mis amigos.

—¿Por eso Ymir te estaba molestando cuándo llegué?

—Sip.

—Ya veo..—dio un sorbo a su café y volvió a observar a Charlotte— Por cierto, ¿cómo van las marcas? ¿Ya se borraron?

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora