๛ siete.

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CHARLOTTE BRZENSKA.

Me siento demasiado pequeña ante la mirada juzgadora de Ymir, es demasiado intimidante y lo sabe. Está observándome fijamente hace un rato y no sé la razón, pero tampoco me aventuro a preguntarle, ¿y si es algo malo?

Aún así, el hecho de que sus penetrantes ojos cafés estén sobre mi está comenzando a sacarme de quicio.

—¿Hay algo que quieras decirme, Ymir? —cuestioné mientras ordenaba un par de papeles en mi escritorio.

—¿Puedes explicarme por qué el sábado estuviste con tu jefe en uno de esos eventos súper lujosos y no me contaste nada? —contestó de vuelta con otra pregunta— Tuve que enterarme del chisme por internet, fue injusto.

Mis mejillas se sonrojaron apenas Ymir mencionó eso, recordé absolutamente todo lo que había ocurrido y lo caótica que había sido esa noche. La verdad es que luego de que Jean me dejó en el edificio, no logré dormir mucho, solamente conseguía dar vueltas y vueltas sin sentido en mi cama mientras oía el ruido que provenía de la calle, pensando y recapitulando cada segundo de lo que había pasado horas antes.

—Lo siento, apenas tuve tiempo de procesarlo yo misma..—murmuré.

—¿Quieres ir a almorzar conmigo e Historia luego? Puedes contarnos, si quieres.

Asentí repetidas veces y continué con mi labor de ordenar y revisar documentos. En estos días había hablado más con Ymir y generé una muy buena relación con ella, es buena amiga y definitivamente no es tan ruda cómo aparenta ser, siempre está ayudándome a mejorar en el trabajo y me orienta en cosas que me cuestan, es realmente encantadora.

Oí cómo las puertas del ascensor se abrían y cómo mi compañera saludaba a quién ahora se encontraba respirando el mismo aire que nosotras, pero no le presté real atención hasta que esa misma persona se paró frente a mi escritorio. Levanté la mirada lentamente y todos mis sentidos se detuvieron al ver a Jean observándome con expresión seria en su rostro, cualquiera diría que viene con toda la intención de despedir a más de alguien el día de hoy.

—Buenos días.

—Te quiero en mi oficina, ahora.

Ni siquiera fue capaz de responder los buenos días, sólo recalcó que me necesitaba de inmediato en su oficina y se fue, dando un fuerte portazo apenas entró en su despacho, dejándonos más que claro que estaba molesto sin razón aparente. Me puse de pie y alisé la tela de mi falda antes de dirigirme hacia el mismísimo infierno, pero antes de eso, la voz de Ymir me hizo detenerme en seco.

—Suerte, espero que no te despidan.

Le saqué el dedo de en medio a Ymir y volví a darme la vuelta para caminar hacia la oficina de Jean, la verdad es que si estaba algo tensa, realmente lucía cómo si en cualquier momento fuese a estrangular a alguien, denotaba cansancio y estrés en toda la extensión de la palabra, y la verdad es que si tengo miedo de que me despida o algo. Golpeé la gran puerta negra con mis nudillos suavemente y la abrí en cuánto oí cómo Jean me daba el pase. Estaba en su escritorio de brazos cruzados y con expresión de pocos amigos, su mirada era fría y eso hizo que mis rodillas temblaran ante la ola de pensamientos negativos que sus ojos color hazel me generaban.

—Cierra la puerta.—ordenó con voz autoritaria y no me quedó de otra que hacerle caso.

Una vez cerré la puerta, me quedé de pie en frente a su escritorio en espera de que dijera o hiciera algo, y así lo hizo.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora