๛ treinta y uno.

906 103 66
                                    

CHARLOTTE BRZENSKA.

Abrí mis ojos al oír un poco de ruido a mi alrededor, mi cabeza dolía un poco y el cuerpo en general me pesaba. Miré a mi alrededor y noté que no estaba en mi habitación sino en la de Jean, por lo que instintivamente luego de eso miré bajo las sábanas.

Bien, seguía con ropa.

En mi campo visual apareció Jean ya vestido a excepción de la camisa, la cuál estaba desabotonada en su totalidad dejando ver su bien formado torso y algunas de las marcas del día que estuvimos en la playa. Sus ojos se encontraron con los míos y me sonrió cálidamente, quise sonreírle de vuelta, pero me dolía muchísimo la cabeza cómo para pensar en eso.

—Buenos días, preciosa. ¿Te desperté?

—Nop, ¿qué hora es?

Se sentó a mi lado y comenzó a acariciar mi cabello con cuidado, quitando algunos mechones de mi rostro y me cuestioné aquella acción. ¿Había hecho o dicho algo anoche para que él se levántase tan cariñoso o simplemente le nació y ya?

—Son las siete y media.

Apenas dijo eso, me incorporé tan rápido que sentí a lo menos tres punzadas juntas en mi cabeza haciéndome así volver a acostarme con los ojos cerrados. Mierda, voy tardísimo.

—Tranquila, hablé con Ymir y le dije que llegaríamos un poco tarde hoy, así que terminaré aquí y te iré a dejar a tu departamento. Puedes llegar cuán tarde quieras, no tengo problema en eso.

De la mesita de noche tomó un vaso de agua y una pastilla que entendí eran para la resaca y me los extendió. Me tomé la pastilla junto al agua de golpe y me dejé caer sobre el pecho de Jean, tratando de hacer memoria para recordar si es que había hecho alguna estupidez pero nada, sólo el recuerdo borroso de aquel hombre que me invitó el martini seco bailando mientras trataba de tocarme sin consentimiento y luego Jean sacándome de aquel lugar, después de eso no tengo ningún recuerdo nítido.

Se suponía que sería una buena noche pero terminó siendo una real mierda.

—Perdóname..—murmuré contra su pecho— Quizás tenías razón y fue mala idea salir, o a lo mejor fue mi culpa por la ropa que estaba usando, no lo sé, pero por favor perdóname.

—Por supuesto que no lo fue, nada de eso fue tu culpa. ¿Por qué el cómo estés vestida tiene que ver con eso? Podrías pasearte desnuda por pleno Central Park y aún así ninguna persona puede tocarte si tú no quieres que sea así.

—Pero...

—Además, te veías preciosa.—me interrumpió y dejó un beso en mi coronilla— Aunque siempre lo estás.

Nos quedamos en aquella posición un par de segundos, en silencio, simplemente nosotros dos. Los dedos de Jean pasaban a través de las hebras de mi cabello haciéndome cariño, por mi parte me mantenía con los ojos cerrados disfrutando del tacto de sus largos dedos en mi cabeza. Se sentía bien, se sentía cómo estar en casa.

—¿Charlotte?

—Dime.

—Te..—iba a continuar pero antes de que pudiese terminar su oración, su teléfono comenzó a sonar estrepitosamente contra la mesita de anoche, haciéndolo maldecir en voz baja— Me lleva la mierda.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora