๛ veintinueve.

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CHARLOTTE BRZENSKA.

El fin de semana había pasado demasiado rápido para mi propio gusto, ahora estaba junto a Jean en el auto. Estábamos llegando a su casa, porque sí, luego de un par de besos y caricias me convenció de ir a su casa un rato.

Es increíble el poder que tiene este idiota sobre mi.

—¿Soy yo o estás nerviosa? —cuestionó sin mirarme por estar viendo el camino— Te noto rara.

—Yo creo que nerviosismo no es la palabra...

—¿Pasó algo?

Comencé a jugar con mis dedos sin mirar a Jean, debatiéndome mentalmente sobre si contarle o no lo que me venía atormentando desde hace algunos días. Quería decirle, confío en él, pero no tengo ni la menor idea de cómo vaya a reaccionar.

Estoy asustada.

—Hay algo que no te he dicho todavía..—murmuré.

—Ay no, ¿vas a terminar conmigo? —cuestionó con nerviosismo y fruncí el ceño— ¡Prometo ser mejor novio!

—Dios santo Jean, llevamos dos días juntos, relájate, no quiero terminar contigo.

Dejó salir el aire que probablemente estaba reteniendo en sus pulmones y observé de reojo cómo sus labios se elevaban en una pequeña sonrisa, sin embargo volvió a su expresión de preocupación de inmediato.

—¿Entonces qué pasa?

Ya, le iba a decir.

—Mi papá sabe dónde vivo.

—¿Qué?

—El jueves cuándo llegué al edificio estaba ahí, él..—apreté los ojos, el recordarlo me hacía sentir mal— Me dijo que estaba tratando de cambiar y que volviera a casa, que lo hiciera por mamá...

Jean frenó y levanté la vista, la verdad es que estaba tan poco pendiente del camino que no había notado que ya estábamos afuera de su casa. Su gran mano tomó la mía con sumo cuidado y comenzó a mover la yema de sus dedos sobre el dorso de mano en una especie de muestra de confianza. Nuestros ojos se encontraron y sentí más ganas de llorar que nunca, toda esta situación me hacía sentir débil, inútil, mal.

—¿Tú crees que soy una mala persona por no perdonar a mi papá? —cuestioné luego de un par de segundos en silencio— ¿Eso me hace mala persona, Jean?

—¿Él te dijo eso?

—Algo así, me dijo rencorosa...

La mano libre de Jean se cerró en un puño y lo apretó, también soltó un par de maldiciones en voz baja, aparentemente estaba molesto.

—No lo eres, estás en todo tu derecho de no perdonar a alguien que te corrió de tu propia casa sabiendo que no tenías un misero centavo para vivir. No es tu obligación ser la "chica perfecta" y perdonar a cualquiera que te haga daño.

—Pero...—iba a continuar, sin embargo Jean me interrumpió para continuar con su monólogo.

—Escucha, si no lo perdonas, yo estaré aquí y si decides darle una oportunidad también estaré aquí, no voy a dejarte sola.

—¿Por qué eres así conmigo? —me aventuré a preguntar.

—Porque soy tu novio, Charlotte. Eres de las personas que más me importan en este momento, soy tu pareja y jamás te voy a dejar sola, ¿hm?

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora