๛ dos.

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—Buenos días, Historia.

La rubia, quién estaba muy ocupada tecleando algo en su computadora, levantó la mirada casi de inmediato al oír la voz de su mejor amiga. La verdad es que estaba levemente sorprendida, Charlotte jamás era tan puntual para nada, sin embargo estaba ahí, a las ocho de la mañana lista para su primer día de trabajo.

Iba a contestar al saludo de la castaña, pero sus ojos azules se fijaron en un hombre que estaba acostumbrada a ver en el edificio, sin embargo no dejaba de sorprenderle cómo siempre se paseaba por el lugar con altanería en cada uno de sus movimientos.

—¿Ese quién es? —cuestionó Charlotte en un susurro.

Caminaba de forma imponente sin saludar ni mirar a absolutamente nadie a no ser que fuese una chica con minifalda y lindas piernas. Sus ojos verdes no se movían del ascensor, impaciente por que este abriera sus puertas de una buena vez. Lucía cómo un hombre serio a simple vista, vestido de traje con un maletín en sus manos, sin embargo el hecho de que su cabello estuviese recogido en una desordenada coleta que dejaba escapar algunos mechones sólo hacía denotar que dentro de toda esa seriedad que aparentaba, en realidad se encontraba una persona bastante distinta a la que dejaba ver.

—Eren Jaeger, accionista de la empresa.

La quijada de Charlotte casi cae al suelo en cuánto oyó aquel nombre, ¿realmente estaba compartiendo el mismo oxígeno con Eren Jaeger? ¿El hijo de uno de los doctores más reconocidos a nivel nacional?

—Es socio del arquitecto Kirschtein, pero no se llevan muy bien que digamos, aunque logro entender porqué.—finalizó la rubia.

—¿Puedo preguntar por qué?

Historia acomodó sus gafas de descanso y suspiró pesadamente antes de volver su vista hacia Charlotte: —No debería decir esto, pero es demasiado arrogante e insoportable.

Charlotte había oído y leído un par de rumores sobre lo arrogante, altanero, insoportable e hijito de papá que era Eren Jaeger, sin embargo jamás les prestó demasiada atención puesto que el ojiverde era muy reconocido y era obvio que dirían cosas así de él, aunque ahora que lo veía de cerca, sí lucía cómo una persona altanera.

—Y lamento decirte que tendrás que compartir ascensor con él porque ya tienes que irte, a no ser que quieras que te despidan en tu primer día.

A la castaña no le quedó más opción que suspirar y resignarse a aquello, por lo que con un movimiento de mano se despidió de su rubia amiga y caminó hacia el ascensor, posicionándose tras la ancha espalda de aquel hombre. Estaba genuinamente nerviosa, y no sabía porqué, pero la vibra que Eren le transmitía a simple vista era la causante de aquellos nervios, estaba segura de ello.

Las metálicas puertas se abrieron dejando ver un ascensor vacío, por lo que ambos entraron en el. Charlotte logró ver por el rabillo del ojo cómo el ojiverde a su lado marcaba el botón del octavo piso, en ese momento captó que no sólo tendría que compartir ascensor con él sino que también tendría que hacerlo durante todo el trayecto, es decir, tendría que subir los ocho pisos con él.

Por eso del cuarto o quinto piso, la castaña quiso sacar su teléfono para distraerse en algo que no fuese el alto hombre a su lado, sin embargo el aparato estaba al fondo de su bolso y buscarlo en ese momento sería un completo desastre y también un terrible desperdicio de tiempo, por lo que desistió de aquella idea. Podía sentir la mirada del ojiverde clavada en sus piernas desnudas, y es que así era Eren Jaeger, cualquier mujer que tuviera bonitas piernas lograba captar su atención, y Charlotte lo había logrado. Brzenska portaba una linda falda negra ceñida al cuerpo que le llegaba hasta arriba de las rodillas, y para Eren no pasó desapercibido cómo aquella prenda abrazaba las curvas de la joven, haciéndola ver irresistible ante los ojos de cualquier hombre con dos dedos de frente.

troublemaker | jean k.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora