Capítulo 15

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Paige Kiptniz.

Marco me dejo a mi y a Estef en mi casa y luego se fue con Andy, quien no me vio en todo el camino.

La verdad tampoco hice la intención de verlo, no sé si sonaría de alguna forma mal agradecida, pero me disgustaba el que se peleará.

Tuve que ir a mi turno en la heladería y Estef se quedó en mi casa para acabar su tarea. Cuando regrese solo se enfoco en ayudarme en mi tarea y que me pusiera al día. La señora Beck me había enviado un mensaje diciendo que estos días que tenia trabajo acumulado podía abstenerme de ir a su casa y que Andy cuidaría de su hermano. Bien, eso era mejor para mi.

Estef incluso ceno en casa conmigo y con Luna, luego mi hermana la acompaño a su casa. Había sido un día cansado, sumándole lo de Trevor pudo llegar a ser un día tedioso.

— Mañana seguiremos ¿vale? —dice Luna quien me ayuda a guardar mis cuadernos en la mochila.

— Esta bien, gracias por la ayuda.

— No es nada. ¿Ya recibiste noticias de la universidad? —niego—. No te preocupes, pronto será. Estoy segura que obtendrás esa beca —me sonrie—. Ahora ve a dormir.

— Tú igual, descansa —mi hermana deja un beso en mi frente, me giro y voy a mi habitación para poder dormir.

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— Paige —alguien susurra—. Paige, despierta.

Primero pensé que era un sueño, pero cuando sentí que alguien tocaba mi brazo, supe que no. Abro mis ojos y solo identifico la silueta de alguien a un lado de mi cama. Ahogo un chillido y me siento rápido en la cama para estirar mi brazo y encender la lámpara.

— ¿Pero qué demonios, Andy? —veo mi reloj en la mesita—. ¿Que haces aquí a media noche? —vuelvo mi vista a él.

— Quería verte —responde encogiendose de hombros.

La luz amarilla de la lámpara se refleja en su pálida piel y distingo una marca morada a un lado de su labio.

— ¿Te duele? —él sabe a que me refiero. Niega.

— No.

Tenia la sensación de que quería decir algo más, pero no lo hacía. Y mientras lo observaba pensar, caí en cuenta sobre algo.

— ¿Como entraste a mi casa? —uno mi entrecejo.

— Una ventana de la cocina estaba sin seguro, fue fácil —hace una pausa—. Quiero que vengas conmigo —me ve. Sus profundos ojos haciendo contacto con los míos.

— Andy, no sé si lo sepas, pero es media noche. Las personas suelen estar durmiendo a esta hora.

— Sólo ven conmigo. Se que te gustará.

La oferta era tentadora, no lo voy a negar.

Lo considero un momento y finalmente acepto. Él sale de mi habitación para que pueda quitarme la pijama, ponerme unos vaqueros, un jersey y unos tenis y salir. Sin hacer ruido ambos salimos de la casa por la puerta principal y enfrente nos espera su auto.

Ambos subimos en el y la brisa de la noche que entra por la ventana me hace estremecer.

— ¿A donde iremos? —llevo mi vista a él. Verlo conducir era una imagen maravillosa.

— Pronto lo verás —sonrie. Estira su mano para encender la radio y la música inunda el auto.

Notó que se aleja de la ciudad y uno mi entrecejo, pero se que si pregunto no me dirá, así que me abstengo de preguntar.

Al final de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora