Epílogo

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Un año después.

La vida de todos había seguido con normalidad, aceptando la ausencia de una chica de hermosos ojos verdes.

Para Luna fue difícil el tener que vaciar el cuarto de su hermana y toda la casa en sí. Se mudaria, ya sentía que era un lugar muy grande para ella, así que se mudo a una pequeña casa con Zoe. Estaba a un año de graduarse de la universidad y seguía teniendo dos trabajos. La falta de su hermana por ocasiones le afectaba, pero no sé dejaba bajonear, ella sabia que Paige siempre estaría con ella y la cuidaría así como sus padres y Dina. Además estaba Zoe quien ahora también era su familia y no la dejaba sola ni en sus peores momentos.

Estefanía fue a la universidad con Marco, tuvieron la coincidencia de ambos ser aceptados en la misma. Estef tardó un poco más en reponerse, de hecho aun trabaja en ello. Tenía amigas, pero estaba segura de que jamás nadie podría llegar a ocupar el lugar de Paige. Los fines de semana cuando tenia tiempo libre, solía ir al cementerio a sentarse a un lado de la tumba de Paige y le contaba como estaba yendo su vida. Marco y ella seguían su relación, ambos eran bastante felices con el otro.

Luca paso días con un ánimo bajo, aunque el pequeño Pandy solía animarlo. Luna no podría cuidar de dicho animalito y él felizmente lo acepto ya que era como tener una parte de Paige con él. Para Luca, Paige era su mejor amiga y quizá única, pero se había propuesto intentar hacer amigos y lo estaba logrando, ya no había vuelto a estar metido en alguna pelea de niños, él sabía que a Paige no le gustaría que él se meta en problemas. Además, los Beck se había mudado por el trabajo de su madre. Dejaron Virginia y se fueron a Brooklyn, donde Lucila puede pasar más tiempo con sus hijos o al menos con uno de ellos.

Andy había sido el primero en tener su maleta hecha para mudarse, le dolía estar en un lugar donde había vivido momentos con Paige. Su estado no había mejorado. No había noche en que no tuviera pesadillas con el accidente o algo relacionado donde perdía a Paige. Su madre quiso ayudarlo, llevarlo a terapia y lo que hiciera falta, pero el se negaba. Estaba en una burbuja donde aún se ahogaba en la culpa que sentía. Los únicos momentos donde parecía estar en paz era cuando estaba bajo efectos del alcohol o alguna sustancia no muy fuerte que ingeria cuando sentía que el dolor era demasiado. Andy se estaba perdiendo.

Para muchas personas es diferente el lapso de tiempo que les toma el superar una pérdida y reponerse del dolor, para algunas pueden ser meses y para otras incluso años.

Paige se fue y se llevo una parte de Andy con ella. Y mientras él no pudiera soltarla, ella no estaría en paz.

— Hoy se cumple un año de que te fuiste, Paige —habla Andy sintiendo amargas aquellas palabras—. Un maldito año exactamente.

El chico ya tenia un rato caminando sin rumbo. Estaba ya bastante lejos de su casa y parecía que no le importaba, ya nada le importaba. Era ya pasada la media noche y la calle por donde caminaba estaba vacía y el aire era helado. Como si el mundo quisiera sentir su miseria, gruesas gotas de lluvia empiezan a caer mojando por completo en cuestión de segundos a Andy.

— Debería dejarte ir, pero no puedo —Andy lleva la botella de cerveza medio vacía a sus labios y da un sorbo—. Todos han seguido sus vidas y me he quedado estancado y seguiré así, porque no quiero seguir si no es contigo.

Sin darse cuenta yacía él en un puente donde ningún auto pasaba. Dio el último sorbo a su cerveza y deja la botella en la orilla. Torpemente se sube al borde.

Su cuerpo tiembla y parece no poder tener estabilidad por mucho tiempo.

— Paige, me duele —gimotea—. Quiero que ya no duela, que las pesadillas se vayan.

Baja su vista nublada y divisa el agua bajo el puente. Sería una fuerte caída, que para él estaba seguro que sería una caída que acabaría con su agonía.

Se sentía cansado. Quería seguir, pero ¿como si el dolor era tan latente que a veces hasta le costaba respirar?

Con su labio temblando cerró sus ojos dejando caer sus últimas lágrimas.

No más pesadillas.

No más lagrimas.

No más dolor.

Al final de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora