Paige Kiptniz.
Habían pasado ya dos semanas desde que Dina se fue. Dos semanas llenas de días grises para mi, dos semanas de dolor, dos semanas de sentir mi casa más vacía de lo normal, dos semanas donde no fui a la escuela ni a trabajar, dos semanas en que Andy estuvo conmigo todo el tiempo.
El entierro fue lo más doloroso, el escuchar a unas cuantas personas conocidas de Dina dando su pésame, no ayudaba mucho. Todo estaba siendo difícil.
Sentí que empezaba a superar la partida de mis padres y ahora esto me derrumbó. Se que debía superarlo, de alguna manera hacer que el recordarlos no doliera tanto, ¿pero como te levantas de una caída si la vida te sigue empujando para que caigas de nuevo?
— Hable con el director ¿vale? —habla Luna sentada frente a mi—. Tendrás que hacer en esta semana lo que no hiciste en estas dos pasadas. Será pesado, pero siempre cuando venga del trabajo en la noche, podré ayudarte. Me quedare hasta tarde si hace falta.
— ¿Como lo haces? —Luna une su entrecejo.
— ¿El que? —con mi mano alejó un poco mi tazón con cereal. No tenía hambre.
— El no quebrarte. Luna, hemos pasado por toda esta mierda y tú en ningún momento te has rendido, ¿como lo haces? ¿No te duele? ¿Como puedes ser tan fuerte después de tanto?
Me sorprendía demasiado la fortaleza que tenia mi hermana. Se que lo que sucedió le dolía demasiado, sin embargo ella fue mi hombro donde llorar, ella se contuvo todo ese dolor para consolarme a mi.
— Sólo pienso en ti —responde—. Paige, eres mi hermana, mi única familia, mi motivación. Sin ti yo hubiera dejado todo hace mucho. Te parecería incluso que no sufro por lo que pasamos, pero si lo hago —hace una pausa—. Hay noches que cuando llego de trabajar siento asfixiarme, todo llega a mi mente y solo puedo llorar, llorar hasta quedarme sin lagrimas. Mi mente juega en mi contra y admito que hay veces que solo pienso en como acabar con todo... Pero voy a tu habitación y te veo dormir, veo que no estoy sola, que estas conmigo y eso hace que solo retome fuerzas para seguir.
Ahí supe que mi hermana también se quebraba y sufría como yo, incluso puede que más.
— Paige, saldremos de esto —pasa su mano sobre la mesa para tomar la mia—. Lo superaremos. Juntas sanaremos.
Y en los ojos de Luna pude ver aquel brillo de esperanza que quizá yo ya había perdido.
Da un apretón reconfortante a mi mano y me sonríe. Estaba a punto de responder, pero el sonido de una bocina de auto me distrae.
— Bien, llegaron por ti —Luna suelta mi mano y se pone de pie.
— ¿Qué? ¿quien? —uno mi entrecejo.
— Llame a Andy. Te llevará a la escuela —sonrie pasándome mi mochila—. Ahora ve que se te hace tarde —tomandome de los hombros me lleva hasta la puerta—. Pon atención en clase, comes algo en receso y nada de deprimirse ¿ok? —asiento.
— Suerte en tu día —abro la puerta. A un lado de la banqueta está el auto de Andy—. Te veré luego —me giro hacia ella para abrazarla.
— Ten un lindo día, Paige —deja un beso en mi mejilla—. Te amo.
— Yo igual —me separo y voy al auto que me espera, abro la puerta del copiloto y subo.
Andy al verme me sonríe, toma mi mano con la suya de la cual brillan dos anillos, uno en el de en medio y otro que el anular, acerca mi mano a su rostro y dejar un beso en el dorso de esta. En mi rostro se dibuja una sonrisa.
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Al final de la noche
Teen Fiction-Eres preciosa, Paige -con su mano toma un mechón de mi cabello y lo pone detrás de mi oreja-. Tan preciosa y rota a la vez -lo observo sin entender lo último. -¿A que te refieres? -Has pasado por tanto dolor, tanta perdida, pero eres tan fuerte qu...