Capítulo 19

66 8 0
                                    

Paige Kiptniz.

Me acurrucó más bajo las sábanas calentitas y suelto una exhalación tranquila. Los dedos de una mano empiezan a acariciar mi cabello y seguido escucho la voz de Andy.

— Conejita, despierta. Es hora de desayunar, debes levantarte ya.

— Un ratito más —pido hundiéndome en la cama.

— Estoy por servir el desayuno y no quiero que se enfríe —se inclina sobre mi y deja un beso en mi cabello. Al ver que no tenía la intención de levantarme, deja otro beso en mi frente, mejilla y finalmente en mis labios.

Termina acomodándose sobre mi sin dejar caer su peso y abro mis ojos para verlo; su cabello esta húmedo y sus piercings resaltan de su nariz y labio. Le sonrió y él pasa su dedo por mi pómulo hasta mi barbilla, como si detallará mi rostro.

— ¿Preparaste el desayuno tu solo? —pregunto. Andy asiente, se acerca a mi rostro y cuando pienso que va a besar mis labios, baja a mi cuello para dejar un beso ahí.

A causa de las cosquillas suelto una pequeña risa y llevó mis manos a sus hombros para alejarlo. Deja un beso en la punta de mi nariz y se separa de mi para levantarse.

— Te espero abajo —camina a la puerta y sale.

Muerdo mi labio observando la habitación y suelto un bufido cuando veo la caja gris que me dio Luna sobre el buró cerca de la cama.

Bueno, al final si fueron útiles.

Pienso en lo de anoche y sonrió al recordar. Me levanto de la cama, tomo una toalla, ropa y salgo para ir al baño, tomo una ducha rápida, me visto y finalmente bajo.

En la cocina ya están todos, Estef frente a la barra sirviendo las tazas de café, tiene su cabello castaño en un moño despeinado que se le ve muy bien,  mientras Marco le ayuda a Andy a poner la comida en los platos.

— Buenos días —saludo sonriendo.

— Muy buenos, al parecer —Estef sonrie con picardia llevando la taza a su boca para dar un sorbo a su café.

Ayudó a pasar las cosas a la mesa y los cuatro desayunamos.

En verdad, Andy era bueno cocinando, el desayuno estaba delicioso. Al terminar todos fuimos a ponernos tenis, tomamos botellas de agua y salimos para dar un paseo por el bosque. Aunque empezamos caminando hubo un momento en el que empezamos a correr por escuchar una rama crujir a causa de un pájaro, pero Marco nos hizo correr como si un asesino nos estuviera siguiendo.

Media hora después sentía mis pies pesados, sin mencionar a Estef que tenía la espalda recostada en un árbol abanicandose con una mano.

— Siento que voy a morir —dramatiza con su respiración acelerada—. Necesito un tanque de oxígeno.

— Sólo corrimos un poco, nena —Marco por otro lado se veía tan fresco y sin rastro de cansancio.

Después de la pequeña expedición por el bosque, regresamos a la cabaña y nadamos otro rato en el lago.

Este fin de semana me pareció mejor de lo que esperaba, había pasado ya bastante tiempo en que no dedicaba tiempo a mi. Salir con ellos a un lugar así me gustó mucho, fue muy agradable. No me molestaría repetirlo de nuevo.

Antes de que el sol se metiera, todos subimos al auto, esta vez yo iba en el lugar del copiloto, atrás iba Marco con la cabeza de Estef en su regazo mientras ella dormía.

La música inundaba el auto mientras Andy conducía con una mano y la otra la descansaba en mi muslo. El paisaje a través de la ventana era en tonos anaranjados, muy hermoso.

Al final de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora